VIENA, AUSTRIA 1938
No entendía como las estridentes voces de las mujeres que gritaban a pleno pulmón, llegaban a ser atractivas para Raven. Él miraba por los anteojos que una chica rubia a nuestro lado le había prestado minutos antes mientras yo estaba más pendiente de las expresiones del chico que del propio espectáculo.
No sabía cuál era la duración, pero se me estaba haciendo muy pesado. No llevaríamos más una hora y media en ese edificio, pero habían parecido décadas.La gente aplaudía constantemente de una forma elegante cuando los cantantes abandonaban el escenario para dar paso a los siguientes. Me costó acostumbrar a mis oídos al sonido de todos esos corazones bombeando sangre a destiempo, pero después de haber presenciado cinco canciones, prefería escuchar la sangre recorriendo sus organismos antes que a esas mujeres gritando como gatos en celo.
Desde luego no era fan de las óperas.Mi mano apretó el muslo de Raven , algo no iba bien. Podía oír corazones de más sobre los corazones que percibía antes, como si se hubiesen duplicado. Noté un leve aroma a humo, como si algo estuviera ardiendo, pero no pude percibir por ninguna parte el sonido del fuego. Entonces lo supe, alguien estaba entrando en cólera.
Raven posó la mirada en mi expresión preocupada y dejó a un lado la emoción que lo envolvía para agudizar sus sentidos. La silla donde estaba sentado segundos después cayó de la fuerza y la rapidez con la que mi comandante se había levantado. Pero su sonido no se llegó a escuchar, pues las tropas de nazis que entraron a la vez por ambas puertas laterales sustituyeron y ocultaron el sonido con sus rifles disparando por doquier. Raven tiró de mi haciendo que me agachara, me rodeo con sus brazos, intentando protegerme inútilmente mientras pensaba en cómo escapar de allí. Las únicas puertas de salida estaban inundadas de alemanes armados. La gente gritaba asustada, oía como algunos corazones dejaban de latir y como otros se resistían.
El aroma a sangre pareció llegar a la nariz de Raven y sus ojos se tornaron a un color bermellón intenso, las venas de su cara eran notables y tenía esa expresión de sádico común en nosotros.
Las tropas estaban subiendo rápidamente por las escaleras, nuestro fin se acercaba.Entonces, temí morir. Que irónico, pues en ese momento no se me pasó por la cabeza si quiera, que ya lo estaba. Pero ser inmortal era incluso peor que no serlo, los alemanes nos condenarían y torturarían. Solo podía pensar en que la muerte sería la mejor opción si nos llegaran a capturar.
Miré los ojos decaídos de mi buen amigo y todas las cosas que había vivido junto a él pasaron por mi mente.
Si tan solo todo hubiera sido distinto. Si nunca hubiera sido convertida, y todo lo que pasó en 1869 no hubiese pasado, ahora mismo estaría en mi tumba, a varios metros de distancia, con mi cadáver ya consumido por el tiempo y no provocándole problemas a Raven. El estaría vagando seguramente por el Caribe, enfadado con el mundo y ensimismado en el suyo propio como estaba siempre.Sabía que cuando yo quise venir a Austria, sus deseos eran distintos. Quería volver a sus raíces. Sin embargo, yo le arrastre al infierno que estaba viviendo conmigo. Y si le pasaba algo, me sentiría tremendamente culpable.
—Sienna... — susurró con la nariz hundida en mis rizos marrones— No te preocupes. Vamos a salir de esta.
No pude evitarlo, las lágrimas, una tras otra empezaron a bañar mis mejillas. Raven era mi familia, no podía imaginarme un futuro sin él. Me daban igual todas las torturas que pudieran hacer en mí. Quería que él estuviera a salvo.
—¿Vais a quedaros ahí hasta que vengan a por vosotros? Nunca había visto a alguien de nuestra raza no luchar con uñas y dientes frente a las amenazas.
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ÉXTASIS I
Teen FictionMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...