30. Cacería.

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Sorprendentemente el parecía aún más confundido que yo, sin embargo, estaba segura de que sabía algo. Había evitado mi mirada a toda costa y su pie daba toques contra la madera como si tuviera un repentino tic o más bien, como si estuviera nervioso.
Entonces, en pleno interrogatorio me sentí como si estuviera dentro de esas películas de detectives que ve Declan.

— Yo... — intentó empezar a hablar pero se atragantó con su propia saliva. Quizás lo hizo a propósito para ganar tiempo. —N-no sabría muy bien qué decirte. Se parece mucho a mi, hay que admitirlo, pero no soy yo. Nací en 1999, es prácticamente imposible.

— Me estás mintiendo — dije confiada mientras intentaba buscar su mirada, pero no alzaba los ojos del folio por más de dos segundos.

—¡No lo hago, Rowan! — tartamudeó levemente levantándose — Nací en 1999, me abandonaron y me encontró la familia de Gael en el bosque. 

Quise creerle, pero se me hacía imposible, por su tono de voz parecía como si tuviera esas frases ensayadas para decirlas en caso de que se le preguntara.

—¿Conocías de algo a Raven? — le pregunté — ¿Tú sabes a dónde ha ido?

—¿Raven Endler? — preguntó y seguidamente negó moviendo la cabeza — No le había visto nunca hasta este año, en el instituto.

Oía como el corazón empezaba a palpitarle a una velocidad normal. ¿Porque se había puesto tan nervioso al decir en que año nació?

Casi termino convenciéndome a mi misma de que las posibilidades de que Raven dibujara a Markus eran nulas. Obviamente era alguien que se parecía mucho pero entonces, me di cuenta de algo.

Arrebaté el folio de sus manos con rapidez y lo estiré buscando la última prueba que me podría dar respuestas. La marca que tenía en el cuello.

—Quítate la sudadera — pedí y sus cejas se alzaron.

— Mira Rowan, no creo que est-

— Que te quites la maldita sudadera — mi mano se enredó con facilidad en su garganta cubierta por la tela gruesa y conseguí levantarle del suelo por unos segundos como Cassandre había hecho conmigo horas atrás.

Asustado, una vez tocó el suelo de nuevo deslizó la sudadera con rapidez fuera de su cuerpo. Su corazón volvió a latir con fuerza bajo su pecho y yo me acerqué a él.

—¿Naciste con ella o...

— Me caí — dijo estático — Con quince años me encantaba correr, resbalé con una alfombra y me corté con un mueble. Me pusieron puntos pero no fueron lo suficientemente... efectivos.

—Qué raro — opiné — Si por algo destacan las tecnologías médicas de hoy en día es por estar muy avanzadas. Recuerdo que operaron a Amber del apéndice el semestre pasado y su cicatriz quedó impoluta — miré el retrato que Raven había hecho y encontré una mancha difuminada exactamente en el lugar donde Markus tenía la marca irregular — Además, vuestro sistema inmunológico recrea las células madre diez veces más rápido que los humanos, por lo que, ni siquiera debías de haberte herido con un simple mueble.

Definitivamente debía estar en alguna película de detectives, era una genia.

—Sienna... porfavor — suplicó cerrando los ojos con fuerza. Ni siquiera me había dado cuenta de lo cerca que estaba de su cuerpo. Su respiración chocaba contra mi nariz. Ni Satán se creería lo rápido que estaba bombeando sangre el corazón de ese lobo, ¿pensaría que le iba a hacer daño?
No lo haría nunca, había algo que me prohibía herirle por más que quisiera.

Sabía que era un impostor, que me estaba mintiendo a la cara.
Hubiera dudado hasta de que era un lobo si no le hubiera olido hacía semanas con mi propia nariz. Decenas de cabos sueltos por fin se unieron, y simples comentarios que había dejado escapar cobraron sentido en ese momento.

ÉXTASIS IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora