[Episodio 42]

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Jeon Jungkook.

Últimamente estoy destruido, mis ganas no crecen desde aquel día que estás en esa camilla, sin dejarme respirar, ni dormir, ni comer, ni nada. Solamente te observó, y lloro, lloro por que estoy perdiendo todo lo que me importa, porque sigo siendo el culpable de que estés ahí. Sin hablarme, sin decirme nada, sin recibir tus besos, ni tus caricias, ni nada.

Me siento horrible, me siento devastado, me siento muerto.

Van dos días en la que estas así, en la que te veo mal, en la que lo único que suena es esa máquina que está alado tuyo, solo no te vayas, llévame contigo, llévame contigo mi amor, no te vayas de mi vida, porfavor.

Cada segundo que no te tengo a mi lado, es como si pasarán años y no puedo estar en paz, no puedo estar estar tranquilo. No quiero pensar bien, porque tu invades mi cabeza, porque tú y toda tu locura es la única que me da fortaleza para seguir adelante, por eso pido a Dios, o lo que sea necesario para que despiertes.

Ahora estoy arrodillado, con la cabeza baja, con lágrimas en las mejillas, con tu mano sobre la mía. —Mi único amor y verdadero amor.

—¡Oh Dios mío! —una voz femenina entro, y mi vista se fue para ver quien era. —¡Hija mía! —gritó, otra vez, corriendo hacia ella, solté su mano, y me fui levantando, un tanto preocupado, frunci el ceño, y unos sollozos llegaron de repente.

—Y usted, ¿Quién es?—pregunte con voz baja.
Era una señora ya mayor, tenía rasgos de Mia, sus ojos estaba rojos, e hinchados. Y comenzó a llorar en el pecho de mi novia. —¿Qué le pasó? —dijo con voz gangosa. Suspire, y tan sólo al recordarlo mis ojos empezaron con la misma rutina de llorar.

—Fue un.... fue un accidente, ¿Y usted es? —volví a preguntar.

—Soy, yo soy su madre..—balbuceo. —Mia es mi hija. —dijo entre lágrimas.

—Yo.. —baje mi mirada—yo lo siento mucho. —lo dije antes de volver a estallar en llanto.

Resulta que la madre se enteró de lo que le había pasado a su hija, y si mal no recuerdo, Mia no sabía nada de su madre hace mucho tiempo, y siempre reprochó que la dejó sola, y es verdad, pues mucho tiempo dejó a su hija. Pero la señora, era idéntica a ella, por su color de piel, por sus ojos. Pero me da asco que solo cuando ella está así, en el hospital, su madre se digne a venir a verla.

—¿Estará bien? —preguntó con su voz quebrada.

—No lo se. —suspire—No se si un día despierte, no lo sé. —esas palabras me contaban decirlas, me dolia la garganta, y el pecho tan solo pensar que puedan pasar años sin ver su sonrisa.

—No. —estalló llorando. —¡Mi niña!

No puedo creer lo como la trata, no se cuanto lleva sin verla, y ahora si importa, me repugna. Pero deje que ella esté con Mia, salí del cuarto, con pasos leves, y ahí estaba ¿Daniel? Y este estúpido que hace aquí.

Solo asomé mi cabeza, para ver lo que hacía, pero este no es tonto, y se dio cuenta que le estaba espiando.

—¿Me estás espiando? —alzó una de sus cejas.

—No. —negué—Tengo mejores cosas que hacer. —el chico sonrió, como si le hubiera dicho algo de burla. —No entiendo tu risa. —rodee los ojos.

—Mejor háblame de tu bonita novia. —mi sangre ardió completamente—¿O ya se canso de ti, y te dejo?

—Es mejor que te calles. —hablé firmemente—No mereces pronunciar nada de ella, asi que em buen plan, callate.

—¿Tú y cuántos más me van a callar? —alzó su pucho, queriendo desafiarme, y obviamente yo no me quede atrás, e hice lo mismo, y las ganas de darle un buen golpe no faltaban.

—¡Jungkook! —regresé a ver quien demonios me llama, voltee y era Alicia, la amiga de Mia, con unas rosas en las manos. —¿Alicia?

—Hola. —sonrió.—¿Alguna novedad de Mia?

—¿Novedad? —Daniel frunció el ceño. —Ninguna—dije, esquivando a ese bobo.

—¿Le hiciste algo? —volvió a preguntar.

—¡A ti que te importa! Ni siquiera conoces a MI NOVIA. —con mi dedo índice me señale, queriendo decir ella, es de mi propiedad.

Alicia se puso entre nosotros, evitando que algo malo pueda pasar, porque si Daniel seguía pensando en mi novia, unos graves problemas llegarían. —Tranquilos. —dijo ella, colocando sus cada en el pecho de cada uno.

Asentí, y me fui del lugar, puesto que la hora de visita había terminado. Ya no uso para nada es carro, ahora solo tomo el autobús, o simplemente me voy caminando; no me separo ni un segundo de mi celular, porque el doctor dijo, que si ella despertaba, rápido me llamaría, tampoco me despegó de nuestra cama, y de su ropa.

Eh faltado muchos días al colegio, pero por ser hijo de quien soy, no les importa. Mi casa, mi vida ya no es la misma sin ella.

—¡Jungkook deja de molestar! —gritó la chica, fastidiada de que su novio le grité intentando despertarla.

—No lo haré. —sonrió—¿Y sabes porque?

La chica tomó fuerzas, y se levantó de su cama. —Porque es tu casa.

—En parte si. —Jungkook levanto su mano, y acaricio el cabello de la chica, para luego llegar a su ojera. —Y porque eres mi novia, tonta.

Con su mano, acerco la cabeza de la chica, para besarla, un beso corto, pero amoroso. —Te odio. —susurro el, a milímetros de distancia entre sus labios.

Y en un cerrar de ojos, las manos de ella rodearon el cuello de Jungkook, para besarle, sus labios se movían al compás del chico, y el con su mano izquierda, tomó de la cintura a su chica, a pegándole hacia el. Sus respiraciones estaban agitadas, por el poco oxígeno que recibían, y lentamente se fueron alejando unos segundos, para otra vez besarse. De la manera en la que ellos dos se entienden

(••)

Te extraño.

Je t'ai enfin trouvé.  (Jungkook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora