Capítulo 21

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Sujin quería retroceder, pero su cuerpo no se lo permitía.

>>Quieres saber...quieres saber, pero no...no puedes, no deberías. Él mismo lo dijo, no deberías confiar en él en ninguno de los sentidos<<

Se habló Sujin a sí misma y él continuaba acercándose, pero a pesar de los pensamientos de la castaña parecía que la intención de Eunwoo no era besarla, si no que simplemente apreciaba su rostro sin ningún respeto evidente por el espacio personal.

Un sonido en el bolsillo de Eunwoo interrumpió, este tardó un poco en reaccionar, pero al final sacó su celular observando el mensaje que acababa de llegar, su rostro rápidamente reflejo preocupación y sin decir nada se alejó de Sujin acercándose a la puerta listo para salir, pero...algo detuvo su andar.

– ¿Tú pensabas irte temprano hoy?– interrogó queriendo obtener una respuesta rápida, por lo que ella solo asintió– Vamos entonces– regreso rápido y la tomó de la mano para sacarla de su pequeño despacho. Esta acción hizo que el dibujo cayera al suelo.

– ¿Te importa?– preguntó a Sujin apuntando al ramo de astromelias que se le habían regalado, dando a entender que quería, no...necesitaba unas cuantas.

– Adelante– dió su consentimiento.

Eunwoo tomó solo unas 5 florecillas formando otro pequeño y lindo ramito– Te lo recompensare. Lo prometo.

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– ¿Cómo esta?–preguntó Eunwoo a un chico. Él y Sujin llegaron un poco agitados por haber corrido tan solo de la entrada del edificio hasta el salón que era su destino. No era su culpa, era un lugar grande con muchas personas que asistían ahí y además el patio era inmenso para los que practicaban deportes.

Sujin nunca había entrado. Por fuera ese lugar se veía aburrido y cualquiera creería que los instructores eran exigentes, pero cuando entras es algo totalmente diferente. Podías observar a los maestros juguetear con sus estudiantes como si fueran uno más de ellos y estos eran tan apegados como si se conocieran de toda la vida.

– No muy bien– habló el chico con polera negra de mangas cortas que hacía relucir sus trabajados brazos y ropa algo deportiva, tenía unos rasgos muy atractivos, sobre todo sus cejas, las cuales Sujin envidio desde el momento en que lo vió– Conmigo no quiso hablar, y a Moonbin lo dejó entrar pero no pudo lograr mucho– explicó– por eso decidí llamarte–

– ¿Dónde está Moonbin?– preguntó mirando a sus alrededores buscando al mencionado.

El chico soltó un suspiro y tomó su cabello castaño claro con algunos reflejos entre sus manos para acomodarlo un poco– Por más que quiso quedarse su superior le llamó. Tiene más responsabilidades– dijo y Eunwoo asintió comprendiendo la situación.

– ¿Y Sanha?–

– Ahí dentro– Apuntó a una puerta de madera no muy grande. Parecían que él espacio ahí adentro era reducido, como una especie de almacén.

Eunwoo suspiró– Voy a intentarlo– extendió las pequeñas astromelias hacía la castaña para que las sostuviera lo cual hizo y tanto ella como el otro chico solo se quedaron detrás de él observando su siguiente acción.

El pelinegro se acercó a la puerta y con la punta de sus nudillos dió toques suaves– ¿Sanha?, Soy yo, Eunwoo– espero un poco pero no hubo respuesta– ¿Crees que podrías abrir la puerta?, Solo quiero hablar contigo– de nuevo nada. El pelinegro volteó a ver al que parecía ser su amigo y éste le pidió que siguiera intentando haciendo un movimiento con la mano– nadie más entrará si no quieres, ¿De acuerdo?, Solo lo haré yo y después...si no te gusta lo que diga o haga me iré...y te dejaremos tranquilo...

Un sonido de manija se escuchó y la puerta se abrió. Eunwoo pidió que ellos se quedarán mientras él intentaba solucionar todo.

                           [...]

– ¿Sanha?– Él entró encontrándose con una pequeña y esbelta silueta que se acurrucaba en una esquina del almacén abrazando sus piernas largas y delgadas mientras escondía su cabeza con sus cabellos dorados y rizados entre estas–
O-oye...déjame verte pequeño– Eunwoo se acercó y se arrodillo junto al chiquillo de 9 añitos y frotó suavemente su cabeza. Juntó a él pudo notar la guitarra de madera hecha especialmente del tamaño para niños como Sanha .

Él levantó su cabeza observando al mayor. Sus ojos estaban levemente llorosos y su cuerpo temblaba. Conociéndolo no era por miedo, si no más bien por enojo.

¿Que sucedió esta vez, amiguito?– el pelinegro decidió sentarse a un lado en el piso.

– ¿Co-como...como se supone que mamá vendrá a verme...si no puedo tocar frente a mis compañeros?– su vocecita pese a ser delgadita inundó todo el almacén y sorbió su nariz.

– ¿El instructor...te hizo pasar al frente?– asintió– ¿ Cómo...como te sentiste?–

– Y-yo tenía mi guitarra en mis manos y-y– pasó saliva para poder continuar– me empezaron a sudar, m-mi corazón latió muy fuerte y me mareé...solo un poquito– le explicó cómo pudo.

– ¿Pero al final sí pasaste a tocar?– él no contestó solo agachó su cabeza posando su mirada en sus zapatos baraja– mmm... entiendo, no tie-

– Si...si lo intenté– le interrumpió y después negó con la cabeza para si mismo– no sirvió de nada. Me dió miedo–

– ¿Practicaste la canción para tu mamá?– este asintió– Entonces no digas que no sirvió de nada. Oye...sé que quieres que todos tus compañeros puedan escucharte sin que te asustes, pero...¿no crees que tú mamá lo haga es más que suficiente por el momento?–

– Ella...ella hace cosas que otras personas admiran y-y yo quisiera hacerlo también– Eunwoo pasó su brazo sobre los hombros de Sanha para hacer notar su presencia– quiero que cuando me vea... también vea que puedo ser como ella.

– ¿Acaso no te gusta ser como... Sanha?– le preguntó como si Sanha fuera una persona completamente diferente.

El de cabello rizado negó– Es muy cobarde para todo. No puede tocar una nota en su guitarra y tampoco puede decirle a Ji– cerró su pequeña boquita y sus ojos se abrieron dándose cuenta que había hablado de más.

– ¿Sanha no puede decirle que...a quién?– Eunwoo le sonrió para que observará que entendía a lo que se refería.

– Na-nada...no es nadie– el mayor continuaba mirándolo para que éste hablara. Y funcionó. Sanha soltó un suspiro rendido– J-jina...la niña del salón de manualidades– finalizó.

Si. El pequeño Sanha de 9 añitos tenía que lidiar con la ausencia de su madre, un padre excesivamente despreocupado, pánico escénico y...un enamoramiento hacia una compañerita talentosa.

°^°^°^°^°

No sabía si poner a Sanha con su edad actual o de plano dejarlo como un pequeño de 9 años.

¡La segunda opción ganó!

Es que me parece tan adorable que me gustaría trabajar más con él como un infante. Espero les agrade la idea.

&gt;&lt; Paint &gt;&lt; Cha EunwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora