Ojo De Londres

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Por lo general, a James no le gustaban los lugares concurridos, pero estaba allí porque había ido al centro a despejar su mente. Era lunes y Bancroft aún no daba con el nombre de la persona con la cual había hablado Wallace. Estaba tan furioso. A Bancroft nunca le tomaba más que un par de horas para encontrar el rostro de alguien; según él, no había nadie así en los registros criminales, era alguien sin pasado, tampoco había prestado servicio militar. James había dado la idea de verificar quiénes habían comprado boleto para la carrera en Aston, pero el sistema era difícil de hackear, el lugar pertenecía a la Familia Real y estaba bien resguardado.

Subió solo a una de las canastas del Ojo de Londres. Su mamá lo había llevado un par de veces antes de morir. Cerró los ojos mientras iba subiendo. Le tenía miedo a las alturas, desde siempre, pero le gustaba subir allí. Lo hacía sentir valiente, aunque siempre cerrara los ojos.

— ¡James! — dijo alguien en la cabina.

James saltó en su asiento, su corazón gritó en su pecho con horror, creía estar solo, había estado solo. Ella, Carolina, había aparecido de nuevo. Esta vez estaba más desarreglada que en Ascot. Tenía el cabello cogido en una coleta y un uniforme como de médico, además de una mochila vieja sobre sus piernas. Estaba sentada al otro lado de la canasta y sonreía.

— ¡Tengo tanto que contarte! — exclamó ella, pasándose de asiento a su lado.

Ella empezó a revisar su teléfono.

— ¿Qué día es hoy? ¿Hace cuánto fue Ascot? No importa — se respondió —, ya lo sé.

— ¿Cómo apareciste?

— Te lo dije, es como magia. Mira.

Carolina le mostró una foto en su celular. La imagen era... No podía ser. Miles de recuerdos de su infancia lo golpearon. Hacía mucho no veía una foto tan cercana de William Jones. Las fotos que Bancroft le compraba a quién sabe quién siempre eran tomadas desde lejos. Esa foto era muy cercana, estaban a centímetros. James tomó el celular.

— ¿Cuándo fue esto y dónde?

— Fue en el hospital King... ¿Edmond VII? No recuerdo su nombre. Es para veteranos. Ayer William fue a reunirse con un doctor llamado Adam Sullivan. Creo que Adam es el que discutía con Wallace en el baño en Aston.

— ¿Por qué me estás dando esta información? — James le devolvió su celular a Carolina.

— Porque me agradas, aunque me amenaces de muerte. No sé exactamente qué te hizo William Jones, pero sé que es malo.

Él la miró con algo de angustia. Tenía algo de razón la muchacha, sí aparecía por arte de magia. ¿También se le había aparecido a William? Ella era extraña y le daba miedo, ella era inevitable de alguna extraña manera.

— Ahora estoy atorado aquí contigo.

James se quejó y se removió en su asiento, viendo hacia el suelo a lo lejos. Lo mejor era distraer su mente así que sacó su celular y llamó a Bancroft, le pidió que buscara el nombre de Adam Sullivan del hospital para veteranos King Edward VII. No podía creer que Carolina pensara que en la historia de Inglaterra y Reino Unido siete reyes se hubieran llamado Edmond. Ahora que analizaba su acento, no era de Reino Unido. No que él supiera, parecía más bien americano, pero no lo suficiente. Bancroft le devolvió la llamada un minuto después.

— Es nuestro hombre — le dijo por el celular.

— Ayer William fue a reunirse con él al hospital — tapó la bocina del celular —. ¿A qué hora? — le preguntó a Carolina.

— No sé, probablemente antes de la cena.

— Entre las seis y las ocho de la noche — le informó a Bancroft —. Te veo en unos minutos. Adiós.

Ambos esperaron impacientes que la canasta volviera a bajar. Los dos bajaron y James le indicó a Carolina que lo siguiera, caminaron un par de cuadras hasta que James se detuvo en frente de su Mercedes. Le dijo a Carolina que entrara y él entró después. Comenzó a conducir. Como Carolina no sabía a dónde la llevaba y le preocupaba que cumpliera su amenaza, decidió mirar cómo iba la historia en su celular. De hecho, no había nada de qué preocuparse, James estaba conduciendo a su casa. Carolina vio en el reloj del auto que eran casi las siete de la noche. Le preocupó el tiempo en la vida real, tenía que ir a una clase y después al hospital.

Abrió la boca con sorpresa cuando vio la casa de James. En la historia la autora había puesto una foto, pero una foto no era igual que verla en persona. Los dos entraron a la casa y Carolina no pudo dejar de sorprenderse, era magnífico. James la tomó de la muñeca para que entraran rápido.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora