Epílogo

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Era de noche cuando llegó al mundo real. Todo parecía igual que siempre. En Medellín las estaciones no eran como en Londres. Todo siempre se veía más o menos igual. Estaba afuera del hospital, como cuando había desaparecido, frente a ella vio unas pequeñas gotas de sangre secándose en el suelo, supo que era la sangre de William, de cuando había tratado de traerlo al mundo real.

Había pasado todo el invierno en Inglaterra. Se había casado y había enviudado. Ahora regresaba a la ciudad de la eterna primavera, así le decían a su ciudad, era irónico. Recordó la casita de cristal. Vio la manilla en su mano y el anillo de William...

Se quedó allí, viendo a la gente real pasar. No tenían ninguna diferencia con la gente del mundo de la historia. Todos existían. Todos merecían ser felices, hallar el amor, tener una familia. Volvió a pensar en William. Se tapó el rostro. Lo extrañaba. Un auto comenzó a pitar, alguien gritó su nombre. Era Johan. Se limpió las lágrimas de la cara y vio a su amigo saliendo del auto. Corrió a encontrarlo y lo abrazó. Entraron en el auto.

— ¿Cómo sabías donde estaba? — hipó ella.

— He estado leyendo la historia.

— ¿Y mamá? ¿Qué piensa de mí?

— Caro... solo pasó un día. Le dije que te robaron el celular y que te ibas a quedar conmigo. De pronto, ayer en la noche, salieron ese montón de capítulos. Y... hoy acabó de salir el último, cuando decides irte. Supuse que de nuevo aparecerías aquí. Vine cuando terminé de leer. Lamento lo de William.

— ¿Me avisarás cómo termina la historia? — dijo sin hacerle caso —. Quiero saber que James no siguió de testarudo.

— Creo que ese era el capítulo final. La historia cambió el nombre ahora dice que está acabada.

Johan aprovechó el semáforo y buscó la historia. Le pasó su celular a su amiga y ella leyó. El semáforo se puso en verde de nuevo.

Ineffable Vengeance [TERMINADA]

Carolina leyó los últimos capítulos, leyó los pensamientos de William. Se mordió la mejilla para intentar no llorar más. Estaba cansada de llorar. Lo extrañaba. Al final él la había amado, no como un reemplazo de Margaret, sino a ella. Y ahora él estaba muerto. Leyó la carta que le había escrito a James.

Vive. Así la historia se acabe, sigue viviendo, yo haré lo mismo.

— Yo haré lo mismo — musitó y miró por la ventana.

Los días fueron pasando como caen las gotas de agua al principio, despacio, de a una en una, como si todavía no se hubiera decidido a llover. Justo en el momento en el que menos lo esperaba, ya era un aguacero, una tormenta de días que lavaba y se llevaba la suciedad a su paso. Muchas cosas siguieron allí, sin embargo. La maleta de James nunca se fue del fondo de su armario, llevaba el anillo de William en un collar a todas partes, su familia seguía a su lado como si nada hubiera pasado y Johan era su más grande amigo, sentía a veces que era parte de ella misma.

El celular de James seguía con ella. Le dijo a su mamá que había ahorrado para comprarlo de segunda y le creyó. Aún tenía las fotos con William, incluso tenía unas miniaturas impresas que siempre llevaba en su billetera, después de un año y medio. Suspiró mientras dejaba sus cosas en el casillero. Estaba terminando materias de último semestre, haría un año más de prácticas y sería un médico en toda la extensión de la palabra. Había estado pensando en usar el tesoro de James para pagar una maestría, pero sería demasiado sospechoso, tendría que hacerlo a la antigua: con trabajo duro.

El día en el hospital universitario fue un poco difícil, pero nada que no hubiera soportado antes en consulta general. Pacientes hipocondriacos, gentiles, molestos, pseudo doctores, el que buscó en Google, el que no cree que sea grave, el que le tiene miedo a morir, la mamá que habla por su bebé de veinte años, el que miente sobre su vida sexual porque su madre está en la consulta, el que no sigue el tratamiento, el que cree que necesita más tratamiento...

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora