Monstruo

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El disparo dio en la pared, justo al lado de la cabeza de James. Él y Bancroft rodaron por el suelo esquivando las balas. Los escombros de los páneles de la oficina cayeron sobre ellos y los llenaron de aserrín. Bancroft sacó su arma y disparó cuando tuvo la oportunidad perfecta. Sin embargo, todavía había alguien disparando. No sabían quién más estaba afuera. James siguió disparando y le pareció haberle dado en un brazo al otro.

Se movió rápidamente, cubriéndose por los muebles de la oficina y llegó al lado de uno de sus atacantes. Se tambaleaba, pero todavía estaba de pie. En efecto, James le había dado en el brazo y por eso había soltado el arma. Ahora la pistola estaba en el suelo y probablemente el equilibrio no le permitiera ni siquiera agacharse a coger la pistola. James le disparó en el torso al atacante confundido y revisó al otro. La puntería de Bancroft era perfecta, había dado justo en la mitad de los ojos. Bancroft llegó a su lado y James vio que tenía una mirada especial en sus ojos, había descubierto algo.

Salieron corriendo del edificio y se montaron en el auto, que estaba aparcado un par de calles al sur del edificio. James no temió pisar el acelerador, era la madrugada del lunes, no había ni un alma por las calles. Bancroft creyó que era lo mejor no quedarse esa noche en la casa, por si los habían seguido y decidieron quedarse en un hotel para turistas. Tampoco habían llevado el Mercedes, tenían un viejo auto de Bancroft. James se quitó el tapabocas en la seguridad de la habitación del hotel y  Bancroft salió a revisar las entradas y salidas del hotel.

James se acostó en la cama y cerró los ojos. Como parte de su venganza había matado un hombre esa madrugada. No importaba. Estaba dispuesto a pagar ese precio. Si debía de convertirse en un monstruo para atrapar a otro monstruo, lo iba a hacer una y mil veces. Escuchó pasos en la habitación y abrió los ojos, apuntando con su arma a la dirección de los pasos. Otra vez lo sorprendió una alucinación, era la misma alucinación de la mañana del sábado. Era una mujer de más o menos su edad, de cabello negro largo, esta vez no tenía su pijama, tenía jeans y una camisa negra holgada con unas letras blancas que decían No Future. Otra vez estaba mirando su celular. Como la habitación estaba a media luz lo único que le dejaba ver bien el rostro de la chica era la luz de su teléfono. No había dejado de apuntarle, pero quería hablarle, fuera lo que fuera.

La puerta se abrió con fuerza en ese momento y James vio que la chica saltaba de susto y veía a Bancroft en la puerta. James también miró a Bancroft, que encendió la luz y entró como si nada. James volvió a ver al lugar donde estaba la chica. No había nada. Se había desvanecido en el aire.

— Guarda el arma — pidió Bancroft —. Yo haré guardia.

James dejó el arma en la mesa de noche y pasó su mano por sus ojos. No podía estar enloqueciendo, no en ese momento tan inoportuno. Abrió los ojos y miró a Bancroft.

— ¿Qué descubriste en la oficina? — James se inclinó hacia Bancroft.

— La siguiente reunión secreta que habrá de esa organización es aquí en Inglaterra. En Ascot, en la carrera que habrá el próximo sábado.

— Tendremos que ir a Ascot, Bancroft, aunque nos disguste a ambos — dijo James, sarcásticamente –. Hace mucho no vamos al King George VI and Queen Elizabeth Stakes. Me pregunto qué clase de mierda encontraremos allí, aparte de la de caballo.

James se recostó en la cama y se tapó los ojos con el brazo. Le preocupaba empezar a volverse loco. Era la segunda vez que veía una alucinación. Si le contaba a Bancroft, no lo iba a dejar en paz hasta que pararan sus planes al menos por unos meses, pero James no podía detenerse por tanto tiempo o acabaría por volverse loco de verdad. Lo único que quería en realidad era vengarse y descansar, saber que lo intentó todo, que lo arriesgó todo y que triunfó. No podía parar hasta que ese hijo de puta estuviera muerto.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora