Business Man

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El Hospital King Edward VII para veteranos de las fuerzas armadas era un lugar tranquilo, limpio, organizado y tenía muchos buenos médicos. William había conocido a varios de ellos después de su tiempo de servicio. Su herida en acción lo había llevado allí primero, una parada en el hospital antes de recorrer el largo camino que lo había devuelto al Hospital. Por supuesto que no se había presentado en Ascot. No cuando supo que estarían allí los conocidos de Margaret. Nunca en la vida podría darles la cara de nuevo.

Una residente se atravesó en su camino y él la apartó con la mirada, ella se disculpó y siguió su camino. Iba en su celular. William tenía tanta frustración por lo mal que habían ido los eventos en Ascot que quiso gritarle a la muchacha que dejara de ver el celular y prestara atención para no atropellar a los visitantes, pero él siguió su camino, los ojos grandes y sinceros de la residente habían disipado su ira.

Carolina siguió al sujeto extraño. La historia claramente decía que ella se había atravesado en el camino de William Jones, así que ese sujeto debía ser del que pensaba vengarse James. Pensó que era extraño que la historia la siguiera y que la autora pudiera leer sus pensamientos. Miró al cielo, como buscando algo, tal vez a la escritora de la historia. "¿Podrías dejar de ver al interior de mi cabeza?", pensó.

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NOTA DE AUTORA:

NO. NO PUEDO.

FIN DE NOTA DE AUTORA.

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La respuesta la puso furiosa. ¿Así que por fin la autora le hablaba a sus lectores? Solo porque ella había hecho una pregunta. "Púdrete", pensó y guardó el celular en el bolsillo. Miró el fondo del pasillo, William Jones estaba esperando el ascensor. Caminó rápido hacia él, mientras él entraba en el ascensor, le pidió que parara el ascensor y él le hizo el favor como todo un caballero. Se pasó las manos por el cabello cuando quedó sola con él dentro del ascensor. Estaba atrapada con el villano.

— ¿A qué piso? — preguntó él, después de presionar el botón de su piso.

— Amm. El mismo que usted — dijo.

La voz de William Jones era increíblemente gruesa y seria, pero también había algo de atractiva en ella. El hombre era atractivo, a Carolina le parecía atractivo. Era alto, se ejercitaba, tenía una pulida barba castaña, el cabello estaba un poco largo. Debía tener por lo menos unos treinta y cinco años, máximo unos cuarenta. Era extraño, en el mundo real por lo general la gente "mala" era más bien común, pero en el mundo de ficción eran muy guapos o bien muy feos.

La notificación de su celular de que había una red de WIFI disponible le dio la oportunidad de fingir una llamada y tomarle una foto a William. Intentó conectarse a alguna red WIFI, pero la del hospital tenía contraseña, tenía que buscar el contacto de James en ese mundo, decirle que William estaba solo en el hospital, desprevenido, solo.

La puerta del ascensor se abrió y su compañero de ascensor como buen caballero le cedió el paso. Ella salió y giró hacia la izquierda, solo porque sí. Él también fue a la izquierda y Carolina temió que se hubiera dado cuenta de las fotos. William Jones golpeó con los nudillos a una de las puertas mientras veía a la residente de antes caminar por el largo pasillo y dar vuelta a la derecha. La puerta se abrió y la persona que lo recibió no pudo ocultar su sorpresa.

Carolina se asomó por la esquina cuando escuchó la puerta cerrarse. Se acercó a la puerta y vio el nombre en una placa al lado.

Adam Sullivan MD

Oncology

Carolina pensó que bien podría bajar al primer piso, intentar ubicar a James y leer después de qué se había tratado la conversación, pero eso no habría sido divertido. Pegó la oreja a la puerta. No podía escuchar nada. Tal vez debía volver al primer piso. Caminó resignada hasta el ascensor. Lo pidió y cuando entró vio que William Jones se devolvía también. Ella detuvo el ascensor por él. Los papeles se habían cambiado.

— Eres joven para ser residente — dijo él, presionando el botón para ir al lobby.

Le tomó un par de segundos entender que le estaba hablando a ella. Trató de dominar los nervios. Era amable, los villanos no deberían ser guapos.

— Me gradué rápido del colegio. Y soy la mejor de mi clase — explicó —. ¿Usted qué hace para vivir? ¿Es médico también?

— No, soy un hombre de negocios.

El ascensor se abrió en el lobby y William salió. Se giró para ver a la joven residente, quien salió detrás de él. Le sonrió, lobunamente. No estaba mal para tener un poco de compañía en la cena de esa noche y le gustaba algo de su presencia, algo en ella le resultaba conocido.

— ¿Quieres ir conmigo a cenar? — preguntó.

La residente le abrió los ojos y él se rio, la había sorprendido. Vio los colores subiendo por su rostro. Ella se rio nerviosamente. La risa de William no era para nada como la de un villano.

— Tengo que quedarme hasta muy tarde. Lo siento — respondió en un susurro.

— Está bien, probablemente tenga que volver, así que probablemente te estaré viendo... Tu nombre es...

— Carolina Rojas.

— William Jones — respondió él, tomando su mano y besándole el dorso.

Ella vio sus ojos marrones, tan penetrantes. De alguna manera le pareció atractivo y coqueto, pero también peligroso. Probablemente era el asesino de Margaret Dawson. Y como una pequeña anotación: era unos veinte años mayor que ella. William Jones caminó fuera del hospital y la residente desapareció, mientras lo veía partir.

Taggard lo esperaba en el auto. William desabotonó su saco y pensó en su conversación con Adam. La pataleta que le había hecho a Wallace en Ascot el día anterior lo había sacado de sus casillas y había puesto en peligro la ruta que usaban para sacar los diamantes y el oro de África; no solo eso, también había puesto en riesgo su próximo negocio: hacer que sus joyas entraran en el Reino Unido.

Miró por la ventana, avanzaban hacia el restaurante Alain Ducasse, tendría que comer solo de nuevo. El sentimiento de soledad en su pecho le recordó a Margaret. Suspiró.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora