En Primavera

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Habían pasado dos meses en Cambridge. Las dos primeras semanas Carolina había esperado que James fuera por ella, siempre miraba por la ventana, con la esperanza de verlo afuera. Ocho semanas y media habían pasado y James no había aparecido. Su único consuelo era que hubiera seguido su primer consejo, se había ido lejos a vivir su vida. Así que ella decidió seguir con la suya.

Carolina estaba en la oficina, ayudándole a William a leer algo sobre sus negocios legales, había ofrecido su ayuda, estar todo el día en la misma casa la había cansado después de los primeros días. Claro, a veces salían, pero requería mucha seguridad. En las últimas semanas, William le recordaba que no era una prisionera, pero que la seguridad era lo primero. A donde sí iban con frecuencia era al bosque. Lo mejor del bosque era que podían ir solo con Taggard. A veces ella iba sola con el guardaespaldas y nadie más. Taggard era una buena persona, le contaba mucho sobre el bosque y la vida de William.

— Estaba pensando en ir a acampar — dijo William, viendo hacia la ventana.

— ¿Quieres pasar la noche en una carpita a la interperie con este invierno?

— Se supone que ya estamos en primavera.

— Pero ayer nevó.

— ¿Entonces qué quieres hacer?

— La verdad, no sé. Estar en la casa es tan limitante. Es como ser un prisionero. No entiendo cómo puedes vivir así.

— Lamento que tengas que vivir esto por mí.

— Yo lamento que tú te obligues a vivir así nada más por dinero.

— Soy ambicioso — alzó los hombros, excusándose —. ¿Sabes? ¿Por qué no vamos a la cabaña? ¿La que está junto al lago?

— Esa sí es una buena idea — Carolina sonrió y caminó hacia él.

— Gracias por ayudarme con los documentos.

William puso sus manos en las caderas de Carolina y bajó un poco su rostro, siempre mirándola a los ojos. Los cerró cuando ella lo hizo y la besó. Habían ido paso a paso, recuperando la confianza y estableciendo una relación nueva. Carolina tenía miedo algunas veces, de que la autora decidiera hacer de las suyas, pero William no había hecho otra cosa que ser un caballero.

Después de almorzar, salieron de la casa, pasaron por la casita de vidrio y fueron hacia la puerta escondida entre los setos para salir al bosque. Taggard y otros cinco hombres fueron con ellos. Carolina pensó que otras parejas estúpidas de Wattpad irían sin guardias, porque se creían invencibles, pero ella no era estúpida. Prefería estar incómoda a muerta. William la llevaba de la mano y le contaba cosas de su infancia que habían sucedido en el bosque.

Llegaron a la cabaña después de una hora caminando. Había sido un viaje ameno, a veces Taggard servía de fotógrafo. William había encontrado una nueva afición: tomárse fotos con su esposa. "Está obsesionado", pensó Carolina con gracia, cuando él tomaba una selfie con su celular con el lago de fondo. Carolina ya había ido antes a la cabaña, pero nunca se había quedado allí. Esta vez había un par de carpas rodeando la cabaña, carpas para los hombres de seguridad. Había una SUV cerca, lista para partir y un par de motos (pero esas ya estaban ahí desde antes).

Fue el día más libre de estrés que había vivido Carolina durante los dos meses que había pasado en la casa de campo. William y ella remaron por el río, treparon árboles, William le enseñó algunas cuevas que había descubierto en su infancia y hubo un largo tiempo en el que simplemente se sentaron, tomados de la mano, a observar y escuchar. Carolina por fin notaba cómo el verde empezaba a reclamar su lugar y el gris iba desapareciendo.

En la noche, William cocinó y no solo para ella sino para todos los hombres de seguridad. Carolina le ayudó a servir y a llevar la comida. Se sentaron con ellos afuera a comer, alrededor de una fogata. Casi nunca tenía contacto con ellos, pero eran las personas que veía todos los días. Sintió que era bonito de parte de William tener ese pequeño detalle con ellos. Los observó conversar y compartir, hasta que se sintió cansada y le dijo a William que iba a dormir.

William se despidió de sus hombres y entró a la casa con su esposa. La vio bostezar y estirarse. Buscó en las maletas y le alcanzó la pijama. Le ayudó a quitarse la ropa. Tenía encima un montón de ropa, era bastante friolenta. Carolina quedó en ropa interior. William puso las manos en sus hombros. Pasó saliva. La deseaba. Exhaló y se alejó. Le dio la espalda. "Aún no", pensó él, "aún no".

Iba a salir de la habitación, pero sintió unas pequeñas manos frías levantando su saco. Se giró y vio el rostro tímido de su esposa. Se dejó quitar el saco y las camisas. Los dedos fríos de Carolina le rozaron el torso mientras ella desabrochaba el cinturón, ese ligero toque le hizo sentir escalosfríos. Cuando fue libre de la ropa, Carolina se terminó de quitar sus interiores. Caminaron besándose hasta la cama, o más bien tropezaron en ella.

William pudo demostrarle su amor a la mujer que amaba. Carolina aceptó ese amor, el placer y lo acogió en su cuerpo y corazón. Miró a William, sobre ella, agitado, moviéndose. Vio sus ojos castaños, su cabello desordenado, sus líneas de expresión, sus labios entreabiertos. Se preguntó si era mentira, si lo que sentía en su corazón hacia William era mentira, una ilusión. Cerró los ojos y jadeó, entrerró las uñas en su espalda. Dejó de pensar en eso y se entregó al momento.

Cuando despertó, William seguía dormido. Lo vio dormir durante algunos minutos. Tal vez después de todos esos días, él había logrado entrar en su corazón, llenarlo de amor. Al mirarlo sentía algo ardiendo en su corazón, cálido, precioso, fuerte. Tuvo miedo de que fuera mentira, algo inventado por la autora, porque era bonito, se sentía bien amar y ser amado. No quería dejar de sentir eso.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora