Escena Cliché

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Uno de los trabajadores de James llevó a Carolina a primera hora de la mañana al apartamento del 72 de Vincent Square. Subieron las escaleras, llevando sus maletas, y llegaron al último piso. Todo estaba amoblado, limpio y se veía increíblemente fino. El empleado dejó el equipaje y se despidió.

Carolina encontró una bolsa de regalo en la mesita de la sala. Adentro había un celular. Un IPhone X. También había una nota.

"Este un mi celular viejo, tiene mi numero y el de Bancroft. Ahora es tuyo. ¿Me llamarás?
Att: James."

Carolina sonrió con tristeza. "¿Me llamarás?" No quería sentirse así por él, no cuando él no sentía nada en realidad. Él era ficticio. Sin embargo, lo llamó.

— ¿Lista para iniciar el día? — preguntó él.

El día anterior no habían hablado mucho después de ese momento en el sótano. Ella se sentía tan incómoda y él simplemente le había dado espacio. En parte Carolina suponía que su cambio de actitud era debido a la escritoria, manejando los hijos de su marioneta, eso era triste.

— Me siento un poco nerviosa — confesó.

— Recuerda tu entrenamiento.

— Aprendí mucho, James — dijo sarcásticamente.

— Lo sé. Llámame si algo pasa y no vayas a ninguna parte sin tu localizador.

— Sí, señor. Te dejo, quiero llegar temprano.

— Adiós, Caro.

— Adiós, James — dijo y colgó.

El primer día pasó sin que William apareciera. El doctor que la recibió, Thomas Radisson, era amigo de Bancroft de alguna parte, tal vez del ejército, Carolina no llegó a saber. Bancroft había inventado que era la hija de una prima, que recientemente se había mudado y quién sabe qué más mentiras. Ahora tenía un carnet del hospital y todo.

Aprendió mucho en su primer día. El doctor era sumamente paciente y explicaba muy bien. En un momento en la oficina le mostró sus libros y le explicó algo que ella no había entendido antes. Al salir de la oficina de Thomas, se encontraron con Adam Sullivan, se saludaron y Thomas le presentó a su nueva aprendiz. El señor Sullivan le pareció algo huraño, pero fue cortés en su breve encuentro.

Cuando llegó al apartamento, Carolina vio que había luz saliendo de la rendija de debajo de la puerta. Abrió con cuidado y con el celular en la mano, para llamar a Bancroft en cualquier momento. Suspiró cuando vio que era James el que estaba en la sala, pasando los canales de la televisión, se veía aburrido.

— ¿Qué haces aquí? Pudiste ponerme en descubierto — regañó ella.

— Entré por la entrada secreta.

— Estás herido.

— Estoy mucho mejor. ¿Cómo estuvo tu día?

— Bien. Muy bien, de hecho. El doctor Thomas me presentó a Sullivan.

— ¿Ni un rastro de William?

— No, lo siento.

Se sentó a su lado en el sofá. Él se le acercó y la miró a los ojos. Carolina apartó la mirada, sonrojada y enojada. Johan tenía razón. Era estúpido estar allí. A James no le gustó que lo rechazará así. No quería que se le escapara, como se le escapaba todo en su vida. Siempre tenía todo lo que amaba en sus manos, pero siempre se desvanecía. No la amaba, pero... No quería dejarla ir. Él no era la mejor opción, lo sabía, pero ver a Addison feliz con alguien más lo hacía pensar. Quizá él pudiera ser feliz como Addison.

Delicadamente movió su cabeza para que ella volviera a verlo. Ella se veía triste.

— ¿Extrañas tu casa? — preguntó.

— Sí, algo. Quiero volver, pero también quiero ayudarte. Voy a ayudarte, lo prometo.

— ¿Por qué quieres ayudarme? No he hecho nada bueno por ti.

— Da igual.

— A mí no me da igual.

— Debería. Tú quieres a Addison — replicó.

— Tal vez creí que lo hacía — murmuró James —, porque dejarla ir significaba dejar entrar a alguien más.

— No mientas.

— Yo voy siempre por lo que quiero — dijo James — y... Yo nunca fui por ella, no realmente.

James apartó la mirada un segundo nada más, como despidiéndose de una Addison invisible. Volvió a fijar su mirada en esta nueva persona. Se acercó al rostro de Carolina y la besó. Ella le respondió, porque a ella sí le gustaba, así no existiera en realidad. Él se sentía real, el calor de su cuerpo se sentía verdadero, el sabor de sus besos era real para ella. No se conocían desde hacía mucho con James, pero confiaba en él.

James era ambicioso, no se iba a detener en unos besos y caricias, él lo quería todo. Invitó a Carolina a la habitación principal. Ella supo que esa sería otra escena sexual cliché de Wattpad, ella era más bien inexperta en ese campo, él un Don Juan, ella "no tan guapa", él un dios griego, ella sin pertenecer y con pocos amigos, él un millonario; pero no le importaba. Se besaron un poco más mientras se desnudaban, ambos quedaron como Dios los había traído al mundo.

Carolina decidió esa noche que, para ella, James era real, él era tan real como el placer que sentía gracias a él, era tan real como lo paralizada que la hacían sentir sus ojos, era tan real como el cariño que empezaba a tenerle. Ya no era solo gusto. Le había tomado cariño a James y ese cariño amenazaba con crecer.

James estaba cansado. La herida le había empezado a doler en tanto su cuerpo se enfrió. La cabeza de Carolina estaba recostada en su hombro y le pasaban un brazo por el torso, abrazándolo. Él también la había abrazado. Le había gustado, quería repetir, pero ahora tenía que descansar. Ella me empezó a cantar algo mientras acariciaba su torso, lo estaba arrullando. James cerró los ojos y pidió que no desapareciera. "Mamá envió un ángel a protegerme", pensó James, quedándose dormido.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora