Solo Uno

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El jardín delantero tenía que ser mejor cuidado. William aún tenía mucho cuidado al contratar empleados y no le gustaba cómo estaba el jardín delantero. La seguridad había aumentado de nuevo y ya casi ni podían salir a los pueblos aledaños. Seguían yendo al bosque y al lago, pero extrañaba mucho salir a los pueblos sola (con un par de guardaespaldas). Se conocía la casa de palmo a palmo de un lado a otro.

Cortó un par de flores. Se verían bien en la oficina de su esposo. Sonrió. El sol estaba empezando a subir, mejor entraba a la casa y buscaba a William, pero él fue el que salió al jardín delantero.

— Te tengo una sorpresa — anunció.

Estaba despeinado y se veía feliz. Últimamente William siempre se veía feliz. Carolina dejó las flores a un lado y se acercó a él. Se puso de puntitas y le pasó los dedos por el cabello. Después puso las manos en sus hombros y le dio un beso en la boca.

— ¿Cuál es la sorpresa? — preguntó, sonriendo.

— Ya verás.

Le puso una venda sobre los ojos y la guió por la casa. Creía saber a dónde iba, no era tanto una sorpresa, porque ya sabía qué estaban haciendo en la casita de cristal, pero no dijo nada. Las manos de William sobre sus hombros la hicieron sentir segura. Cada día que pasaba, cada momento, sentía que el amor crecía. Muchas veces sentía que era imposible sentirse más enamorada, entonces William la besaba y crecía más.

— ¡Ta tan! — dijo William al tiempo que quitaba la venda.

Estaban en medio de la casita de cristal. Todo estaba lleno de flores. Había un sofá grande y cómodo en la mitad de todo. La casita de cristal nunca se había visto más hermosa. La luz pasaba por los cristales de una manera que le recordaba al agua.

— Cuando te sientes aquí, serás la más bella de las flores — le dijo William.

— Es hermoso. Gracias.

Lo vio, tan feliz, mirando a todas partes. La luz del sol caía en él, resaltando sus mejores características. William era el mejor desde sus ojos.

— ¿Sabes? Estaba pensando. Creo que tengo que hacer unos viajes por Europa pronto. Quiero que vengas conmigo.

— Claro que quiero ir. Estoy cansada de este lugar — respondió, girando los ojos —. ¿Creíste que me iba a quedar aquí mientras tu paseas?

— No voy a pasear, es trabajo.

Ella se rio y se colgó de su cuello. William bajó el rostro y la besó. Ahora era ella la que le pedía besos, la que lo abrazaba. Y él los recibía con gusto. A pesar de lo difícil que había sido al principio, ella lo había perdonado. Nada que hubiera sentido antes en su vida se comparaba con lo que sentía por la joven. Se alegraba de que las cosas hubieran mejorado. Ahora no dejaba de pensar en una vida a su lado.

— Quiero tener hijos — susurró William, dándole besitos en la boca.

— Soy muy joven — dijo ella, negando con la cabeza.

— Solo uno — pidió él.

Carolina se separó y paseó por el invernadero, hasta que llegó a la puerta y se detuvo. William la vio. Tuvo miedo de estarla espantando de nuevo. Hacía una semana se habían cumplido cinco meses del matrimonio, pero nunca habían hablado de una familia. Tal vez le había recordado a James y eso le pesó, porque aunque ella no lo mencionara, sabía que él seguía siendo un fantasma en la relación.

— Está bien — respondió Carolina, mirándolo fijamente —... ¡Si me atrapas! — dijo, le sacó la lengua y salió corriendo.

— ¿Qué? ¡Hey! ¡No! Es trampa.

William salió corriendo detrás de ella. Entró a la casa y la escucho reírse en las escaleras. Fue hacía allí. Ella gritó entre risas y siguió corriendo. William también rio y la siguió. Logró agarrarla de la cintura en el pasillo. Le dio media vuelta y la besó.

— ¿Ya vas a empezar? — preguntó ella mientras él besaba su cuello, aparentando estar molesta.

— Es tu culpa, eres muy guapa.

William la alzó y la llevó a la habitación matrimonial. Se desnudaron entre ellos. Él le quitó la coleta del cabello y dejó que fuera libre. Le encantaba su cabello, había crecido tanto. La besó, besó su piel suave, la más privada, la más secreta, se deleitó al saber que ella disfrutaba de ese amor. Besó su boca de nuevo, con el sabor de su flor en los labios. Él entró en ella y vio su expresión. Su deseo era hermoso. Ella lo empujaba hacia el interior con sus piernas y sus brazos. Lo besaba. El dragón había muerto y se había convertido en un príncipe, en su príncipe. Después de la cama fueron a la tina, se bañaron y repitieron la faena, entre risas y sonrisas, y planes para el futuro, viajes, nombres para niño y niña, en dónde vivirían, a qué escuela irían.

Carolina se acostó en el sofá de la oficina de su esposo, mientras él hacía unas llamadas. Ya había anochechido ella veía videos de kpop en el celular. William la vio moverse en el sofá, como si intentara bailar, cantaba suavecito las canciones que escuchaba. Podía imaginarse formar una familia. A veces era una niña, pero cuando la situación lo requería él sentía que ella era la más grande de las mujeres. Sonrió y volvió a prestarle atención a su llamada.

A Carolina le apareció un comercial entre los videos. Era un comercial de Wattpad. Detuvo el comercial y vio el logo y el slogan.

Wattpad

Where stories live

"Wattpad. Donde viven las historias", pensó. Se sentó en el sofá. Cuando había perdido la esperanza con James, había renunciado al mundo real. Hacía mucho no pensaba en eso, en su familia y su carrera. Había pasado algo más de seis meses en el mundo de la historia. Tal vez hasta había terminado en su boda y ella no lo sabía. Ni siquiera había vuelto a encender su celular antiguo. Era como si hubiera olvidado su vida pasada, porque había construido una en la historia.

— ¿Pasa algo? — preguntó William.

— Solo que extraño a mi mamá y a mi hermano.

— Hace mucho no hablas de ellos. ¿Quieres ir a visitarlos?

— No puedo, William. Ellos no existen.

— ¿Murieron?

No respondió. No estaban muertos, pero ellos tal vez la daban por muerta. En el mundo real debían de haber pasado unos dos meses. William la abrazó. Ella lo abrazó a él. Pensó en un momento regresar al mundo real, intentarlo, pero entonces... William estaría solo. No quería dejarlo. Hasta ahora empezaba su historia. Quería una historia que durara muchísimos años. Lo abrazó con mucha más fuerza, no lo abandonaría.

En ese instante Taggard entró a la oficina. Tenía un rifle en las manos.

— Señor, estamos bajo ataque — dijo.

William se puso de pie y dejó de abrazar a su esposa. A lo lejos pudo escuchar los disparos. Sus peores miedos se estaban confirmando.

— Maldita sea. Es Wallace — pasó las manos por su cabello —. Debí haberlo sabido.

Taggard presionó un botón al lado de un estante de libros y de un compartimiento salieron armas de todo tipo, cual película de James Bond. Carolina se puso de pie. Tenía miedo. Venían a matar a su esposo. William pensaba lo contrario, venían a matarla a ella.

— Toma — dijo William, pasándole una Glock —. Sé que no te gustan, pero tienes que protegerte. ¿Recuerdas lo que te enseñé?

— Sí, pero... William... Tengo miedo.

— No te separes de mí. Te voy a proteger con mi vida.

— No quiero que mueras — susurró, intentando no llorar.

— No te separes de mí — repitió y besó su cabello.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora