Por El Retrete

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James se levantó y caminó fuera del palco, Carolina lo siguió, sin otra opción. A ella se le hacía que James estaba guapísimo. Su traje azul hacía que sus ojos se vieran más profundos y su cabello castaño claro brillaba como si estuviera recubierto en oro. James caminaba a inmensos pasos, casi corriendo. No le tenía miedo a una pequeña muchacha pobre, pero no entendía por qué se aparecía por todas partes y después desaparecía sin dejar rastro.

— ¿Me estás espiando? — preguntó él, en el interior de unos lujosos baños, el lugar estaba solo.

Si bien no estaba tratando de intimidarla, sí quería generar respeto y miedo, no alzó la voz, pero su tono era cortante.

— ¿Por qué lo haría? — respondió ella, levantando los hombros.

— Tú dime.

— Mira, no sé cómo aparezco aquí, solo sé que lo hago. Un momento estoy en mi habitación, en mi ciudad, y luego estoy aquí. Es como magia.

— No puedes creer realmente en la magia.

— Es la única explicación, o me estoy volviendo loca.

James escuchó algo fuera del baño y le ordenó a Carolina que se metiera en un cubículo con él. Los dos se subieron al retrete. James había escuchado el nombre con el que llamaban a uno de los interlocutores. Wallace. Por un pequeño hueco en la puerta del baño pudo ver a Wallace, pero no podía ver con quién hablaba. Carolina se removió a su lado. La vio. Estaba incómoda por los tacones. Él se llevó el índice a los labios. Carolina asintió, incómoda. James volvió a mirar por la rendija de la puerta del baño.

— No entiendo por qué no vino Jones — dijo el otro, el que no era Wallace.

— No es de su agrado este tipo de eventos sociales — trató de apaciguar Wallace.
— Me importa un carajo que no le agrade. Tenemos que negociar un acuerdo.

— Yo estoy aquí para negociar por él. Después de todo, las fundaciones están a mi nombre.

— Si no veo a Jones en la subasta — amenazó el otro —, voy a poner tu cabeza en una pica en la puta Torre de Londres.

Alguien golpeó a la puerta y llamó a Wallace, así que los dos salieron, mirándose con precaución. Carolina pudo respirar y se bajó del retrete. Movió sus pies, había sido una mala idea ponerse esos tacones. Eran muy altos. James bajó a su lado y salió rápidamente del baño. Su expresión era de ira, pero también de esperanza. Estaba un paso más cerca. Eso fue lo que debió haber hecho desde el principio, debió haber ido por los negocios ilegales de William Jones. Carolina salió del baño detrás de él.

— ¿Quiénes eran esos dos? — preguntó.

— No te importa.

— Ah, bueno, entonces voy a borrar las fotos que tomé — dijo ella, sacando su celular de nuevo.

James vio que ella había tomado fotos de los dos. De Wallace y del que no conocía. No sabía a qué hora lo había hecho ni cómo las había tomado sin que ellos se dieran cuenta, él ni siquiera había podido verle la cara al otro. Le quitó el celular y pasó las fotos al suyo. Cuando salió de la galería vio el fondo de pantalla de su celular. Era la foto de un hombre asiático sin camisa y una pose bastante provocativa. Frunció el ceño y le devolvió el celular.

— Eres una acosadora, ¿cierto?

— No, está foto es de Internet. Él es un idol, es Kai de EXO. Es mi Bias del grupo.

Él no le puso atención. No había entendido ni una palabra de lo que había dicho. Tal vez era estúpido pensar que ella podía estar trabajando con Jones. Solo era una chica tonta de clase media y ya. No importaba cómo se aparecía en todas partes. No le importaba.

— Por las fotos te dejaré ir. Ahora no vuelvas a aparecerte en mi camino.

Él se alejó de ella, pero escuchó el sonido de sus tacones persiguiéndolo. Había obtenido una buena información y eso lo ponía de buen humor, pero no quería tener una niña molesta siguiéndolo a todas partes. Se dio la vuelta, la empujó con rudeza y ella golpeó su espalda contra la pared. James sacó su arma y le apuntó, directo a la cabeza.

— No me sigas. No vuelvas a aparecer. Te mataré la próxima vez que te vea. ¿Entendido?

Ella estaba temblando y solo podía ver los ojos azules de James para no tener que ver el cañón del arma. Nunca había tenido tanto miedo en su vida, nunca le habían apuntado con un arma.

— ¿Entendido? — repitió James.

Carolina asintió y unas lágrimas salieron de sus ojos. James tragó, parecía inocente, pero por eso mismo tenía que sacarla del camino. Ella desapareció en frente de él, como si fuera una aparición mágica. James se alejó de la pared donde ella había estado y guardo su arma. Se dio una fuerte bofetada. No podía ser verdad. Sacó la fea pulsera de la chica y la volvió a meter en su bolsillo.

Tenía problemas más importantes en su vida.

Volvió al palco y se encontró con Addison. Su corazón latió con fuerza. Addison Marshall, deseó que fuera ella la que se le aparecía. Dejó de sonreír cuando Addison le presentó a su novio, su prometido. Era un niño pijo, igual que él, guapo, igual que él, de buena familia, igual que él, que la amaba, igual que él, pero solo uno de ellos iría con ella al altar. Ese nunca sería James y le dolió saber que así tuviera la oportunidad, no la tomaría, no podría vivir en paz hasta matar a William Jones con sus propias manos.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora