Casa de muñecas

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Carolina aprendió en los días siguientes qué molestaba a William.

1. Preguntar sobre James.

2. No obedecer inmediatamente sus órdenes.

3. Decirle "señor".

4. No comportarse o no tener los modales que según él debía tener.

A veces William la llevaba con él a la oficina, entonces ella tenía que quedarse a su lado, sin decir ni una palabra mientras él trabajaba en sus negocios ilicitos y lícitos. Esos días se enteraba un poco de lo que estaba haciendo James y le alegraba saber que William estaba cumpliendo su parte del trato: no estaba atacando a James a matar, nada más se habían estado defendiendo de sus ataques.

Otros días ella se quedaba en la casa, iba el organizador de la boda y la ayudaba. El primer día no quiso ni hablarle, pero William le dio un regaño terrible, tanto que pensó que reventaría los vidrios de la casa. Así que había estado bastante pendiente de la organización de la boda. Lo que hacía para soportar ese suplicio era imaginar que la boda era de alguien más, una persona que no era Carolina Rojas. A petición de William ella había puesto su nombre en inglés. Hasta su nombre le había quitado. En las invitaciones pondrían William Jones y Caroline Redd. Así la llamaba todo el mundo Señorita Caroline, aunque algunos ya habían empezado a decirle "señora". Ya era la señora de William Jones.

A pesar de que William seguía volviendo a casa y dormían en la misma cama, él había mantenido su promesa, no iban a tener sexo hasta que se casaran. Carolina intentaba hacerse a la idea cuando él la besaba. Intentaba pensar en lo que sí le gustaba de William, en su inteligencia y la bondad que a veces percibía. Nunca llegaban más allá de la semidesnudez, al menos ella. Entonces le pedía a William que se detuviera y él lo hacía, sin quejas, solo con una sonrisa. Siempre una sonrisa porque él ganaría al final. Él iba a tener lo que quería cuando se casaran.

Era la mañana número veintiocho que pasaba con William. Él le quitó su camisola de pijama y la besó y la tocó. Carolina quiso sentir placer, pero no podía hacerlo, así que fingió. Entre suspiros le pidió que se detuviera y William lo hizo, como siempre.

— Hoy no llegaré en la noche.

— ¿A dónde irás?

— Francia. Será un viaje corto. ¿Me extrañarás?

— Claro — mintió ella, ¿o no?

Estaba confundida. El problema era que William era perfecto cuando ella seguía sus órdenes al pie de la letra, órdenes que no era demasiado restrictivas, entonces una parte de ella olvidaba por qué estaba ahí. Tenía miedo de volverse una muñeca vacía.

Cuando William se fue, lloró en la almohada. Algunas veces el odio se camuflaba, pero al final siempre recordaba la cara de James. Y quería ir por James, quería verlo, quería tenerlo cerca, abrazarlo. No importaba qué hiciera William, no quería estar con él. Sin embargo, precisamente porque recordaba a James, sabía que no podía irse. No iba a dejar que lo mataran.

Se levantó de la cama, se bañó y pasó todo el día leyendo en la biblioteca. Antes leía para olvidar el mundo real, ahora leía para olvidar el mundo ficticio. Quería ir a casa. Extrañaba a su mamá y a su hermano. Debían estar preocupados. En el mundo real debía de haber desaparecido por una semana ya.

Después de la cena, subió a la habitación. De nuevo la comida no parecía asentarse en su estómago, pero no vomitó. Necesitaba fuerzas, necesitaba ser fuerte para conservarse a sí misma, no convertirse del todo en la muñeca.

Se sentó en el tocador, sacó una hoja y un lápiz y empezó a escribir, con la esperanza de que el capítulo estuviera hablando de ella. Pensó en la única persona con la que podía comunicarse.

Querido Johan, te extraño.

Empezó a llorar en tanto escribió eso.

Te escribo a ti, porque sé que estás leyendo esto porque te preocupas por mí y eres el único que entiende que mi dolor es real y eso me basta, que sepas que no soy un personaje mal escrito, que soy tu amiga.

Tú eres la única persona con la que puedo contar en cualquiera de los dos mundos. En parte lamento no haberte escuchado, pero esto era lo correcto. Sé que nunca entenderás este sacrificio, pero sí entiendes qué es el amor. Me siento aliviada porque James estará a salvo mientras yo resista al lado de William.

Estoy cansada, también, cansada porque no sé si llegaré a sentir algo por William y no sé si cuando lo haga será culpa de la escritora que me manipula. No sé si soy mi propia persona.

Nunca me imaginé, al entrar las primeras veces, que llegaría a esto. Creí que todo sería genial, como suelen serlo la mayoría de las historias de Wattpad. Mi boda con William Jones es en diez días. El sábado. Siento que cuando ese día llegue, una parte de mí morirá. Me convertiré en Caroline Jones y solo seré un trofeo para William, un William que no es el que yo conocí. Intentaré mantenerme a mí misma, pero no creo que lo logre.

Johan, mi querido amigo, dile a mi mamá que la amo, por favor cuida de mi hermano. Te quiero. Si pudiera, en este instante, te daría un abrazo.

Adiós, Johan.

Donde Viven Las Historias [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora