Ayer creí leer una frase que decía: "para dejarse llevar hay que saber volar"...en realidad al final decía: "hay que saber volver" y quedé en blanco. Al leer volar me acorde de ti, de eso que dijiste hace días, eso que dijiste ayer. Me encanta verte volar, me deleito viendo tu cara de placer al hacer aquello que quieres y deseas. El único problema, mi problema, es que en el momento que lo haces vuelves hacer lo que eras y fuiste: inalcanzable. Te vas demasiado alto, tan alto que te pierdo de vista, mientras me quedo sin aire, aquel aire que consumí aquella madrugada mientras te abrazaba y no te quería dejar ir.
Y entiendo ahora que no sé cómo retenerte, porque no tengo derecho hacerlo, porque no me corresponde, porque no tengo ese tipo de poder, aunque lo desee; mi conciencia me recuerda que una vez que termines de obtener lo que deseas de mi te vas a ir. Sin mí. Al final la frase original tiene razón, hay que saber volver, porque te puedes perder, (aunque en ocasiones perderse es encontrarse), la pregunta que me surge es: ¿a dónde deseas volver tú?
En este momento yo sé a dónde siempre quiero volver, presiento que me daré el permiso y la oportunidad, siempre que quiera, de volver de esos momentos en donde solo somos tú y yo, una ecuación desastrosa que funciona de una manera alarmante e intrigante. Lo importante es que funciona. Y me quedo, me quedo con lo vivido y con las conversaciones hasta el día siguiente, con aquello que compartimos que fue tan nuestro, que fue tan mío y que volviste tuyo. Entonces decido, además, quedarme con la frase que creí leer: para dejarse llevar hay que saber volar...Quiero volar contigo, ¿quieres tú volar conmigo?
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En la memoria de mis sentimientos
Historia CortaEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa