He querido llamarte todo el santo día, es como la frase: 'a veces esperamos la llamada que no hacemos', y yo como he esperado la tuya. Porque si jugamos con tus reglas quien realizó la última llamada fui yo, ahora te toca a ti pero es de conocimiento público que no lo harás, porque ya te saltaste hasta tu propio tiempo para regresar, para hablar y tratar de arreglar los malos entendidos o tan solo para reprocharnos todas y cada una de las cosas que no hicimos, ¡JODER!, aunque entendí que es mejor así porque no puede currar mis heridas la misma persona que las ocasionó y menos cuando nunca ha tenido la intención. Estoy cansada de pensarte, de recordarte, de echarte de menos a cada instante y de necesitar ese abrazo infinito que tanto me negaste.
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En la memoria de mis sentimientos
ContoEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa