Tengo miedo de perderme en las profundidades de mis sentimientos más oscuros y adversos, de esos espesos y filosos, de los que carecen de culpa o remordimientos, de los que no les importa el otro y de los que dejan marcas al cruzar por tu vida.
Tengo miedo de mirarme en el espejo y no reconocerme, de no saber qué pasó, en qué segundo el vuelco formó parte de mi vida y me aisló de lo que una vez fui, de esa esencia que me caracteriza que fue la vía para atraer a muchas personas pero también fue el camino (tantas veces recorrido) para que me hirieran.
Tengo miedo de no ser consciente del daño causado a través de la secuencia en cadena que muchas veces se forma a partir de una serie de decisiones que acarrean un mar de consecuencias, convertidas en una ola enorme en la cual unas veces surfee y en donde otras veces me ahogué.
Tengo miedo de la transformación de mi propio miedo, ese que casi siempre me impulsó y fue mi compañero, aquel que no logro ver con claridad porque parece tener vida propia; no sé en qué momento perdí el control que ejercía en él, probablemente fue que se cansó y como yo, empezó hacer cambios.
Tengo miedo de que el sofoco vuelva y mi accionar de huida se active en su nuevo nivel (a miles de pie de altura) negándome la posibilidad de compartir y de sentirme parte de lo que yo misma, hace años atrás, con constancia, tiempo y dedicación construí.
No le tengo miedo a los cambios, ni a las mejoras, ni a las reestructuraciones jerárquicas porque son necesarias; algo no estaba funcionando, había demasiados fallos, la balanza estaba inclinada del lado contrario, la pirámide de prioridades era un desastre de proporciones épicas, hubo demasiadas balas perdidas donde el blanco era alguna parte vital en mí, existió una exigencia impetuosa y egoísta de voces que no tienen moral, que carecen de valentía para una disculpa tardía excusándose del saber lo que haré con ella, porque estoy cansada de palabras vacías, falta de interés y de promesas sin cumplir. Soy una persona de hechos y acciones, ya no acepto nada a medias. No por orgullo o en un acto de malcriadez, se trata de amor propio para terminar de crecer aunque signifique tener que perder.
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En la memoria de mis sentimientos
NouvellesEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa