De la manera en la que yo te quiero.

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Releí tu carta y me sigue encantado la última frase, me provoca una sensación embriagadora y placentera el hecho de que empezamos de lo más profundo, intenso y aterrador, para después pasar a esa calma que me agobia, que es persistente, tranquila e intensa. Sí, aún es intenso, por el ángulo que lo vea y por más vueltas que le dé. Mi corazón rebota y se recoge abrazándose con fuerza al internalizar que te permití conocer esa esencia pura de mi vida, consciente de que no te quedarías y que no habría nada que te retuviera a mi lado. Y sí, también siento que te faltaron millones de cosos por escribir, aunque siento que las dijiste en la penumbra mientras repetías lo culpable que te sentías y la palabra "perdóname" que logró movilizarme, me ahogué con un grito que llevaba el nombre de "¿Por qué?". Me lo tragué, por la simple razón de que me aterraba la respuesta, en cualquier escenario o punto de vista, yo no me lo merecía y como eres consciente te llenas de culpa. No se trata de que te quedes en mi vida hasta que yo te lo permita, se trata de que no quiero que te vayas de ella. Prefiero tenerte de la manera que sea o no tenerte de ninguna manera. Llámalo masoquismo, mientras yo lo llamo resguardo. Resguardo de esa parte que nadie más tiene de mí y deseo de vuelta, sabiendo que no hay forma que me la devuelvas ya que te adueñaste de ella y la volviste parte de ti de manera natural y sencilla. 'Complicidad' que palabra más acertada para describir todo lo que somos entre el maravilloso desastre que creamos envueltas en la intensidad de nuestras necesidades, anhelos y sentimientos. Somos cómplices de la manera en la que llegamos a querernos, a percibirnos, sentirnos y comprendernos. Sonará cliché, pero ninguna otra persona en este momento te quiere de la manera en la que yo te quiero: en carne viva, con los bordes fríos y afilados, en dolor y llanto, en esa galaxia en a que te resguardas, en la risa y en esa serenidad que trasmites al dormir, en la paz que generas cuando estas cómoda, en cada curva pronunciada y entre líneas; pero sobre todo en estado crudo y oscuro, en ese donde no te disculpas. Entonces decido seguir, no detenerme; bailaré y cantaré a todo pulmón bajo la llovizna persistente, empapada de todo lo que fuimos, somos y posiblemente seguiremos siendo. Gritaré al cielo que guarde el secreto del roce de tus dedos en mi piel y le pediré a la luna que te acompañe en cada paso que des, rodeada por mi deseo de ser parte de tu piel.

En la memoria de mis sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora