•°。☘: KyoTan {2}

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Omegaverse! AU.
Puede contener un poco de lime, pero casi nada. (Aunque igual pongo que es +16)

-•-

Tanjiro lo sabía.

Él sabía que llegaría este día.

Lo supo en el momento en que vio a Rengoku Kyojurou por primera vez. Desde el instante en que sus miradas se toparon en aquel encuentro inicial, Tanjiro supo que su destino había sido marcado.

Había descubierto que era un omega a los doce años, edad en la que sufrió su primer celo. El cual pasó con dolor e incomodidad. Aquella fue la primera vez en que su omega se apoderó totalmente de su cuerpo, llamando a su inexistente alfa destinado.

Cada dos meses aparecía su celo, con el tiempo comenzó a ser más llevadero, sin embargo todos tenían la misma característica. En el momento en que más ahogado se sentía era cuando un olor a madera y a manzanas llegaba a sus fosas nasales.

Esa distintiva esencia lo llenaba, llevándolo al éxtasis en pocos segundos. Siendo capaz de abrazarlo y darle un calor similar al de una fogata.

Y aunque después buscara por ese olor nunca lo encontraba.

Así pasaron los años, dejando de lado su naturaleza omega, para enfocarse en otras cosas como era su trabajo de cazador de demonios. Realmente él no parecía un omega, podía perfectamente pasar como un beta, cosa que le convenía en sobremanera, después de todo no necesitaba un alfa que no existía.

El dilema llegó tiempo después. Al parecer su alfa sí existía.

Y eso fue descubierto la tarde en que lo llevaron a su juicio ante los pilares. A pesar de que no estaba completamente en sus cabales, Tanjiro notó como una fragancia ya casi olvidada volvió a su nariz.

Madera y manzanas.

Rápidamente buscó con la mirada al dueño de esa esencia. Los olores de todos los pilares eran fragancias únicas, algo de mar y petricor por allá o frutillas y miel por otro lado.

Sin embargo, para el pelirrojo había un olor que destacaba sobre todos los demás. Y ese olor provenía del pillar de llamas, Rengoku Kyojuro.

Cuando logró conectar su mirada con la del mayor, supo que era oficial. Sin ninguna duda ese era su alfa. Y parecía que el rubio también había descubierto que el ojirrubí era su omega destinado.

No tuvieron momento de intercambiar ni una palabra. El juicio era más relevante que esa revelación. Pero eso no quedaría así como así.

Ahora que sabían que eran destinados no había vuelta atrás.

(...)

Antes de cualquier posibilidad de hablar cruzaron muchos dilemas, como fue la recuperación total de Tanjiro y después la misión en el tren, donde Kyojurou casi fallece.

A pesar de que ambos ansiaban el poder hablar seriamente por una vez, el mundo no les estaba dando la oportunidad. Misiones por acá, misiones por allá.

Era como si el destino no quisiera tenerlos juntos.

Sin embargo, un día ocurrió.

Rengoku volvía de una misión, iba a pasar por la estancia mariposa para que Shinobu pudiera tratarle unos cortes que se había provocado. No era mayor dolor para un alfa como él, pero era mejor prevenir que lamentar.

Entró a la estancia, la cual extrañamente parecía estar vacía. No se veía ni a la tsuguko, ni a aquella joven de coletas que recibía a los invitados.

De repente su nariz capturó un olor mágico,  era una mezcla de frutos silvestres y cerezos. Un olor tan dulce que era capaz de embriagarlo por completo, hipnotizándolo.

[☆彡 ] Kimetsu no Yaiba |One-Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora