•°。☘: KyoGiyu {1}

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Omegaverse! AU.
Tiene un poco (harto) de lime. Así que +16 este cap.

-•-

—¿Quién se imaginaría que el orgulloso Tomioka Giyuu ya no puede ni pensar con claridad?—Cuestionó el hombre rubio, hablando entre las embestidas que le daba al pelinegro.

Giyuu lo miró molesto y sonrojado. Estaba bañado en sudor, de sus ojos salían lágrimas causadas por el placer que sentía. El calor que sentía ya no lo dejaba pensar con claridad.

Ser un omega nunca le había gustado. Lo hacía más vulnerable que las otras personas, después de todo los omegas eran criaturas creadas para mantener la especie.

Puras estúpideces, pensaba el ojiazul. Su subgénero no lo marcaría, con ese lema en la mente se había vuelto un cazador de demonios y más adelante un pilar.

Era fuerte, valiente y orgulloso. Nadie podría negar aquello. Tomioka Giyuu era el omega más bello que pudiese existir. Tentaba a cualquier alfa y beta que se cruzase por su camino, pero nunca obtenían una respuesta afirmativa por parte del cazador. Él no necesitaba a un alfa.

¿Entonces por qué estaba en aquella situación con el pilar de las llamas?

Ah, sí. Era por su estúpido celo.

Estaba acostumbrado a pasar los celos encerrado en su casa, sin tener contacto con cualquier otra persona. No podía correr el riesgo de que lo marcaran por accidente.

Además tenía un horario perfecto de sus celos, sabía cuando venían, por lo que se resguardaba en esas fechas.

Claro que el destino decidió molestar al omega, adelantando su celo en el peor momento.

Giyuu estaba en su casona, había acabado una misión hace poco, sin embargo al parecer se venía un trabajo grande. Oyakata-Sama había decidido que los pilares de agua y llamas debían aliarse para poder vencer al enemigo.

Así que Tomioka estaba esperando pacientemente la visita del rubio. Se sentía algo mareado desde la mañana, en algún momento pensó en que fuese su celo, no obstante faltaba bastante para eso.

—¡Hey, Tomioka!—Exclamó una voz.

El pelinegro se levantó a abrirle la puerta al pilar. Al hacerlo se topó con la imagen del guapo alfa, quien expedía un olor a madera quemada. Una esencia que justamente ese día le parecía más exquisita que nunca.

Una esencia tan magnífica que no le molestaría tener todo su cuerpo empapado en ella. Que su cama se volviera una mezcla del aroma de Kyojurou, junto a su propio olor a petricor.

Se reprendió mentalmente por pensar en esas cosas. Era algo innecesario e incómodo pensar de esa manera.

—Por favor, pasa.—Indicó, dándole la entrada a su hogar.

El ojirrojo agradeció el gesto, haciéndose paso por la casa. Rengoku inhaló el olor que estaba pegado en cada rincón de la casa. La esencia de Giyuu estaba más fuerte que nunca, ¿Acaso su celo estaba cerca?

Moría por preguntarle, pero seguramente no obtendría una respuesta. E inclusive Tomioka sería capaz de echarlo de la casona, razones por las cual prefirió guardar silencio.

—Eh... Se dice que el demonio anda cerca de nuestros territorios.—Inició, tratando de distraerse.—Lo han visto algunos cazadores cerca del bosque...

Era imposible. Ese maldito olor no lo dejaba pensar con claridad. Su alfa le gritaba e imploraba que hiciera suyo al omega frente a él. Kyojurou estaba en una pelea muy grande con sus instintos.

[☆彡 ] Kimetsu no Yaiba |One-Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora