La Profecía y el Elegido

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Dedicado a lira-0618
lleva como mil años esperando esto y dudo que recuerde que le prometí dedicárselo, pero yo sí me acuerdo ¿?

"El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca.

Nacido de los que lo han desafiado tres veces..."

—...Cisa, entra en razón, ¿has perdido la cabeza? Estás por correr un riesgo innecesario, nuestras posiciones-

—Si tú quieres pasarte el resto de tu vida arrodillado, es tu problema, Lucius. Mi hijo no va a venir al mundo para servir a ese- ese- monstruo.

—¿Estás diciendo que...?

—Sí.

"...vendrá al mundo al comienzo del sexto mes.

Y el Señor Tenebroso lo reconocerá como su igual..."

—Si algo sale mal...

—No- no digas-

—...corre. Cisa, corre. Llévatelo.

"...pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce..."

—Lo siento, Draco, lo siento. Cierra los ojos, bebé, no habrá más miedo. Mamá está aquí. Mamá te ama, te ama mucho. Lucius y yo te hemos amado desde que supimos que venías. Perdónanos por dejarte así.

"Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno vivirá si el otro sobrevive.

El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al comienzo del sexto mes..."

No habrá más miedo, Draco. No más miedo.

Nunca tengas miedo.

Draco ahogó un sollozo en cuanto sintió el roce áspero y la lamida en su mejilla. Aún sin abrir los ojos, alzó un par de manos pequeñas y temblorosas, para tantear el vacío, hasta que sus dedos percibieron la textura del cabello, la figura enorme que se erguía sobre él. El perro presionó las patas a sus costados al subirse a la cama, lo volvió a lamer; no se detuvo más que cuando parpadeó hacia él.

Las lágrimas le nublaban la vista. Tampoco había gran cosa para apreciar en ese cuarto oscuro y cerrado.

El perro ladeó la cabeza y emitió un débil lloriqueo. Draco se sentó, despacio, y le pasó los brazos alrededor. El cabello, la respiración agitada, el corazón acompasado, el golpeteo constante de su cola contra una de las orillas del colchón; eran compañías familiares cuando se despertaba de ese modo.

—Soñé con ella —Musitó, recargando la cabeza contra uno de los lados de la del perro negro—. Me decía que no tuviese miedo. Habría que estar loco para no tenerlo...—Apretó los labios cuando la voz se le quebró.

Por unos segundos, no hizo más que aferrarse al cuello del perro. Luego este se apartó un poco y dio un ladrido que sólo pudo interpretar como un aviso.

Pronto escuchó los pasos que se acercaban, y a través del espacio que dejaba la puerta entreabierta, la luz familiar de un lumos iluminó un corredor, el final de unas escaleras de piedra. El hombre que ralentizó su ritmo al alcanzar el cuarto iba en pijama, las ojeras eran notables. Alternó la mirada entre el niño y el can.

Leonis va a dejar la cama llena de pelo —Observó. El aludido se sacudió con otro ladrido, más alegre. Después su expresión se suavizaba al fijarse en Draco—. Escuché ruidos.

Cuenta regresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora