Confía: aquí termina la cuenta regresiva

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Harry tenía dos misiones relevantes ese sábado a comienzos de marzo. Una sería llevada a cabo antes que la otra, en ambas asumía que estaría solo, pero puede que estuviese un poco errado.

La pared del pasaje que llevaba al piso oculto lo reconoció, por suerte. Se escabulló dentro sin prisas y llamó a Draco, más relajado a medida que bajaba el tramo de escaleras, sin recibir una respuesta. Debía encontrarse en lo correcto al suponer que estaría con sus amigos de Gryffindor.

Tuvo que hacer una pausa breve a mitad del cuarto escondido, cuando localizó al enorme perro negro que estaba echado sobre una de las camas. Leonis emitió un sonido vago, rodó sobre su estómago y lo observó, con la cabeza presionada contra el colchón, la mandíbula entreabierta.

Harry le enseñó sus manos vacías y caminó tan lejos como el espacio se lo permitía, bordeando su lado del cuarto, lento.

—Hola, bonito. Yo no estoy haciendo nada, sólo voy pasando —Podría jurar que el bufido del can sonó a una risa—. Vuelve a dormir, anda. Draco debe regresar en un rato, si sabe que estás aquí.

Se vio obligado a tantear la siguiente pared, la que conducía por el pasadizo cambiante a diferentes puntos del castillo. Probó suerte haciéndose una imagen mental de la oficina del director, mientras tanteaba la superficie sólida. Consiguió abrirla, pero dirigía hacia el pasillo exterior, de la estatua que necesitaba contraseña; no le bastaba. Lo cerró e hizo un segundo intento.

Cuando logró visualizar la oficina misma a través del pasaje, escuchó unos pasos acercándose. Pronto una cabeza cubierta de pelo se restregaba contra su pierna, al pasarle por un lado. Harry le rascó tras las orejas, distraído.

—Sí, sí, buen chico. Pero tienes que quedarte aquí, no te puedo llevar. Ni siquiera estoy seguro de cómo voy a regresar yo —Frunció el ceño al ver que el perro ladeaba la cabeza, sentado a su lado. Suspiró—. Sólo...quieto, eh. Quieto —Lo apuntó con el índice, tan autoritario como era capaz. No estaba seguro de si Draco le habría enseñado trucos, pero sus ojos oscuros parecían inteligentes, así que cruzó el pasadizo.

Leonis fue detrás de él.

Se giró para enviarlo de vuelta, ahogando un grito frustrado, pero el pasadizo ya se había cerrado. Lloriqueó al quedarse a solas con el perro, en medio de la oficina. Aquello no formaba parte de sus planes.

—Sólo tenías que quedarte —Protestó, pasándose las manos por el cabello.

Decidió que tendría que lidiar con los eventos sobre la marcha. Se desordenó aún más el cabello, liberando la frustración contra los mechones rebeldes, y dio una vuelta sobre su eje, buscando, buscando, buscando.

El sujeto de las notas le prometió sacarlo de ahí, cuando hubiese encontrado alguna prueba de que lo ocurrido no se trataba de ningún accidente. No le explicó cómo pensaba hacerlo, pero parecía bastante seguro de que podía lograrlo. Si no lo hubiese considerado tan importante, se habría negado en rotundo a hacer semejante locura.

Sólo tenía que revisar bien. Pensaba que si él estuviese planeando algo en contra de una persona públicamente conocida, no dejaría rastros de sus ideas, pero siempre podía encontrar una señal que lo relacionase a lo sucedido, ¿cierto?

Dio rápidos vistazos a la mesa llena de artilugios que desconocía, moviéndose, tintineando; no, ahí no había nada. Se acercó, con cuidado, a la percha de Fawkes, que estaba a punto de ser consumido en esa forma escuálida y desgastada que tenía, para volverse cenizas de las que renacer. Procuró no molestar a la pobre ave cansada y anciana, en su trayecto.

Rodeó el escritorio y se sentó, justo en el puesto que le correspondía a Dumbledore. A pesar de que una semana atrás había dejado el castillo, McGonagall, que tomó su lugar ante la contingencia, no mostró interés en ocupar la oficina también, por lo que todo permanecía exactamente como debió dejarlo. Detrás de su mesa, le daba la impresión de tener un ángulo diferente. Como si pudiese observar a través de sus ojos con gafas de media luna.

Cuenta regresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora