¿Qué significa estar bien?

3K 513 548
                                    

Recordaba haber estado en el pasillo, de camino desde el comedor a las mazmorras, con Pansy y Theo. Debía ser el final de la hora de almuerzo. Dumbledore lo llamó con ese tono suave que tenía, pidió que lo acompañase.

Después su mente era un borrón, hasta que abría los ojos y tomaba una brusca inhalación, en medio del helado Lago Negro. Neville Longbottom, con el rubio cabello pegado a la cara por el agua, jalándolo e instándolo a nadar detrás de una niña.

Voces, movimiento. Los recibían en la orilla, los ayudaban a salir, les ponían toallas alrededor, aplicaban encantamientos de secado y calor. Alguien hacía preguntas. El mundo daba vueltas.

¿Qué pasaba?

Le resultaba difícil orientarse. No le salían las palabras. Incluso después de estar seco, sentía frío.

Luego lo oyó.

Blaise amenazaba claramente con lanzar una maldición a quien se metiese en su camino, o le pusiese una mano encima al niño dorado. Llevaba a Draco sobre la espalda, pero tuvo que dejarlo en el borde del lago, porque las rodillas le fallaron. Líneas rojizas de cortes se le dibujaban en las piernas. No era quien se encontraba peor.

Draco tenía la respiración acelerada, superficial, mientras se sostenía de sus antebrazos, mascullando. Desde la distancia, sólo distinguía la mancha roja que se extendía sobre su torso, una igual en un lado del rostro, las palmas sucias. Si hubiese estado más cerca, habría notado que empalidecía a gran velocidad, los ojos desenfocándose. También que intentaba preguntar por Neville y por él, con la voz ahogada y entrecortada, y Blaise pretendía insultarlo, interrumpido por un débil quebranto, por no preocuparse más por el montón de sangre que perdía.

El caos se desató entre las gradas. Estudiantes se asomaban, jadeaban, retenidos por los directores extranjeros. Dumbledore corría hacia los chicos, acompañado por tres profesores. Snape se agachaba junto a su ahijado, varita en mano, hablando entre dientes.

Hubo un shock colectivo cuando el director gritó para que los más curiosos se mantuviesen alejados. Nadie, por lo que sabía, lo había oído hacerlo antes. A través del sonorus, su voz hizo temblar a más de uno. El efecto fue inmediato y el área se vio despejada.

Se llevaron al niño-que-vivió deprisa. Blaise seguía a los profesores, sin dejar de hablar y gesticular. Sus manos también estaban cubiertas de barro y sangre.

Notó que Neville, todavía envuelto en su toalla, corría para alcanzarlos en el trayecto hacia el castillo. Miró alrededor, encontró la mirada angustiada de Pansy, retenida en las gradas junto al resto, y le hizo un gesto vago para asegurar que estaba en perfecto estado, pese al aturdimiento. Luego corrió detrás de ellos también.

Captó fragmentos de la explicación sobre lo ocurrido, de la prueba, de cómo lidiaron con aquello.

Se suponía que irían a buscar su "tesoro valioso" en el fondo del Lago (la hermana menor de Fleur, Longbottom, él), las sirenas los detendrían en caso de tomar a más de uno, luego saldrían. Su cadena no se soltaba, Fleur fue retenida. Blaise y Draco tuvieron que ocuparse de los tres.

Su amarre parecía hechizado para ser más fuerte que los demás. Cuando lo soltaron, atrapó a Draco y lo jaló hacia un grupo de sirenas. Blaise estaba demasiado lejos para evitarlo en ese instante. Una lo atravesó con el tridente.

Luego comenzó el verdadero desastre. Le dio otra vez, dejándolo sin aliento y sin fuerzas. Una segunda sirena hirió a la primera, las criaturas discutían, pelearon entre ellas. Actuaban de forma irracional, frenética.

Blaise llegó a maldecir a una, cuando intentó detenerlo. A cambio, se ganó los rasguños de garras inhumanas y cortes del tridente en las piernas, al nadar hacia Draco para recogerlo. Los dos dejaban un rastro de sangre detrás de sí, al atravesar el caos que eran las sirenas unas contra otras.

Cuenta regresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora