Leonis

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Por supuesto que cuando compartes habitación con otros cuatro niños, se da el inevitable suceso de que al menos uno se percate de que no llegas al dormitorio antes del toque de queda y no estás a primera hora de la mañana. Si Draco hubiese convivido con niños de su edad alguna vez, quizás lo habría tenido más presente.

Ya que no fue así, tuvo un instante de sorpresa cuando se encontró con que Ron, el más pequeño de los Weasley, estaba sentado al borde de la cama que le correspondía a él, y miraba hacia la puerta nada más escuchar el ruido.

Supo enseguida que había cometido un estúpido error de indiscreción.

Apenas había transcurrido la primera semana de clases, y para su buena suerte, la mayor parte de sus predicciones, que tuvieron lugar cuando fantaseaba con Leonis acerca de cómo sería cuando fuese un estudiante más de Hogwarts y no el niño-que-vivió-para-ser-encerrado-en-un-colegio, se cumplieron. Comer en la mesa con el resto resultaba en pláticas desorganizadas, divertidas, donde no paraban de hacerle preguntas, las clases introductorias le eran fáciles porque el contenido lo había escuchado y revisado durante toda su vida, caminar charlando con Hermione hacia la biblioteca, era cien veces mejor que moverse por el ala desierta del castillo para evitar llamar atención innecesaria sobre él y Leonis.

No había vuelto a pensar en el niño de los bonitos ojos verdes, desde que en una clase compartida de Encantamientos, hizo ademán de sentarse en el puesto libre junto a él y hacer conversación; entonces Harry volvió a girar el rostro y habló en voz baja con otro Slytherin. Ahí, Hermione le sujetó la muñeca y preguntó por qué no ocupaban la mesa frente a esa, en que podían sentarse los dos. Así lo hicieron.

Pero el dormitorio era inusualmente silencioso cuando los otros niños se quedaban dormidos, y se iban a dormir demasiado pronto para su gusto. Regulus no podía ser visto y a él no le gustaba que estuviese solo por mucho tiempo. Cuando estaba solo, podía ponerse mal.

Su solución lógica fue la de seguir durmiendo en el piso oculto del castillo, con él. Snape aún no lo regañaba, aunque era bastante consciente de sus acciones, porque debía pasar por su laboratorio y el cuarto del profesor y tomar el pasadizo secreto para llegar. Regulus tampoco parecía molesto, sino todo lo contrario; su rostro iluminándose, borrando todo rastro de cansancio cada vez que lo veía llegar, sólo conseguían que Draco estuviese más decidido a ir al día siguiente.

Ron no debía ser el único que sabía de sus escapadas, pero sí el único dispuesto a curiosear sobre el tema. Neville Longbottom era demasiado tímido y balbuceaba frente a él, Dean era del tipo amigable que no se metía en asuntos ajenos, a menos que lo afectasen, y Seamus, bueno, por lo que había comprobado, Seamus era sencillamente despistado.

A pesar de que comían juntos, tenían las mismas clases y compartían espacio —lo último en teoría, al menos—, Draco no podía decir que se sintiese del todo a gusto con Ronald. Se irritaba con facilidad, tenía malos modales y un hablar tosco, en general. Era tan simple como que aún no encontraba puntos en común, como ocurría con Hermione y los libros, que pudiesen llevarlos a hablar por horas.

—¿Estás haciendo algo malo? —Fue lo que preguntó. Lucía un poco desorientado, como si la idea de que Draco hiciese 'algo malo' se le hiciese tan extraña como a él.

Quiso sonreír cuando una idea cruzó por su mente.

Un buen Gryffindor era impulsivo y atrevido, ¿no era cierto? Y él estaba a punto de hacer algo muy impulsivo, muy atrevido, y que esperaba que fuese un voto de confianza con buenos resultados.

—Estoy visitando a un amigo —Susurró, acercándose a la cama. Ron lo observó con intriga. Se aseguró de que estuviesen solos en la habitación y se inclinó más hacia él, pidiendo con un gesto que hiciese lo mismo—. ¿Sabes dónde vivía antes de entrar a Hogwarts?

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