Revelaciones

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Harry no tardó en darse cuenta. No podía decir que fuese la persona más atenta de todo Hogwarts, pero las señales eran lo bastante claras como para que sólo Crabbe o Goyle no se percatasen.

Ramas secas que se rompían en el sendero que iba de Hogwarts a Hogsmeade, cuando sólo el grupo de Sly lo rodeaba. Tallos y hojas que se movían, igual que lo harían si alguien los hubiese apartado de un manotazo.

La puerta abriéndose sola en las Tres Escobas, cuando no había ninguna brisa que la obligase a moverse. Un vaho contra el cristal de la vidriera de Honeydukes, similar al que deja una respiración descuidada. Un quejido de Pansy en la tienda de bromas, cuando afirmó tropezar con algo, pero allí no había nada, y una voz distante, vagamente familiar, que repetía su protesta por el reciente impacto.

Se apartó del grupo cuando Nott se desvió de la ruta principal para ir por unos libros nuevos y Pansy decidió seguirlo, para buscar una nueva edición de Corazón de Bruja. Crabbe y Goyle hicieron ademán de ir tras él, pero los envió a ir con sus amigos con un gesto vago que apenas supieron interpretar.

Caminó, solo, por una de las rutas aledañas a la aldea, despacio y en silencio. Y en cuanto encontró un edificio lo bastante grande, dobló en la esquina y se detuvo, cruzado de brazos. Podría jurar que lo sentía; no podía verlo, pero  lo sentía.

Estrechó los ojos.

—Malfoy, ¿me estás siguiendo bajo esa tonta capa?

Silencio. Sólo hubo silencio. Harry arqueó una ceja.

—Malfoy —Llamó, más severo. Luego hubo un débil quejido y una cabeza rubia que se asomaba, cuando él se bajaba la capa.

Malfoy al menos tuvo la decencia de lucir avergonzado, con la mirada sólo un poco gacha y un tono rosa en las mejillas y orejas. Boqueó un momento; Harry sufrió una verdadera dificultad para controlar a la serpiente que habitaba en él, que se retorcía, siseaba, y apreciaba la imagen que tenía al frente.

—¿Por qué me estás siguiendo? —Espetó, menos duro de lo que pretendía. Eso estaba mal, debería sentirse enojado— ¿piensas que voy a robar una tienda o abriré otra Cámara de los secretos?

Él lo miró horrorizado. Harry supo enseguida, sin necesidad de que se lo dijese, que nada podía estar más lejos de lo que tenía en mente.

Sin pensarlo mucho, dejó su postura a la defensiva, bajó los brazos y relajó los hombros. Aun así, intentó mantener el ceño fruncido. Una parte de su fachada debía quedarse, ¿no?

—En serio, ¿por qué me estabas siguiendo? ¿A Weasley y Longbottom no les importa que no estés ahí para decirles qué hacer? —El niño-que-vivió rodó los ojos.

—Potter —Advirtió, en tono bajo. Sostenía la capa alrededor de los hombros, por lo que sólo estaba a la vista de su cuello hacia arriba y los dedos de sus manos, allí donde sujetaba el trozo de tela—. Quería- necesitaba hablar contigo.

Él sonrió, sin notarlo.

—A ver, ¿este es el momento en que me declaras tu amor? —Se llevó una mano al pecho y pestañeó repetidas veces, como en algunas ocasiones, hacía Sirius para enfatizar su actitud dramática. Sí, su padrino estaba un poco loco.

Malfoy sacudió la cabeza, riéndose.

—¿Por qué? ¿Te molestaría si no lo hago justo ahora? —Harry tragó en seco cuando lo vio arquear las cejas.

De acuerdo, aquello no salió bien. Tuvo que carraspear e ignorar el repentino ardor en su rostro, bajo la mirada atenta y divertida del Gryffindor. La serpiente en su interior todavía se retorcía, siseando, quizás demasiado contenta para su gusto.

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