Presagios

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Mientras Harry Potter, en las mazmorras, intentaba descifrar el problema en que se había metido por cuenta propia, Draco Malfoy, en una de las aulas vacías, se encontraba en otra clase de predicamento.

Había evitado, gracias a la intervención del director y la cara de pocos amigos de Snape, la primera entrevista de Skeeter acerca del Torneo de los Tres Magos. Había evitado las fotos en la Primera Prueba, porque la profesora A fue estricta respecto a que la reportera no entrase a la tienda de los Campeones y los molestase antes, durante o después de la prueba.

Pero fue ingenuo de su parte creer que podía evitarla por siempre.

Draco dio un paso más lejos, ella uno más cerca. La vuelapluma escribía sobre el pergamino, por sí misma, y la cámara se mantenía en alto por levitación. Lo había atrapado a mitad del pasillo, de vuelta de la biblioteca a la Torre de Gryffindor, con Neville y Blaise. Aún llevaba uno de los cómics muggles de ese héroe que se ponía una máscara de murciélago y era tan sombrío como su padrino, entre las manos.

Merlín los salvase.

Skeeter hizo ademán de extender una mano hacia su rostro y se apartó por reflejo. Cubriéndose la cicatriz de media luna, pegó por completo la espalda a la pared.

Un quejido la detuvo. Blaise se metió en medio, apartándole el brazo lejos de él, y sacudió la cabeza.

—Si tiene preguntas, se las puede hacer a un paso de distancia.

La bruja estrechó los ojos.

—¿Soy una molestia?

—Sí —Draco intentó reprenderlo, pero él volvió a fruncirle el ceño, por lo que tuvo que darle un codazo y negar para que se detuviese. Blaise bufó y se cruzó de brazos.

Las preguntas de Skeeter resultaron absurdas, irrelevantes. Quería hacerlo hablar sobre un supuesto trauma (que no tenía) y lo hizo participar en el Torneo, no le creyó que no hubiese sido quien puso su nombre en el Cáliz de Fuego, y parecía dispuesta a ahondar más en el tema de su vida familiar y los recuerdos que tenía de su niñez.

Draco tenía ganas de fundirse contra una de las paredes, sólo para evitarla. Sin pensarlo, extendió la mano y tanteó a un lado, buscando a Blaise por ayuda, para que la alejase en base a gruñidos, de ser necesarios.

Se sorprendió cuando notó que era Neville quien se interponía, manteniéndolo detrás de su espalda. Levantó los brazos cuando la bruja estuvo a punto de moverlo, pidiéndole que se calmase con un gesto.

—Por favor, señorita Skeeter, llegamos tarde al club de duelo —Le explicaba, con suavidad—. Como usted entenderá, nuestras responsabilidades- las que Draco tiene con los menores de Gryffindor...

Aquello capturó su atención. Cuando salieron del aula, la reportera se quedaba atrás, con la promesa de tener algunas fotografías en primer plano de uno de los duelos de prácticas de esa semana. Neville le pasó un brazo sobre los hombros, dio un vistazo hacia atrás, y tiró de él para sacarlo de ese pasillo.

—No sabía si ibas a empezar a hiperventilar, o le ibas a lanzar una maldición...—Comentó, en voz baja, casi contra su oído. Él meneó la cabeza.

—Merlín, ¿escuchaste lo que dijo? ¡Mi madre...Mortífaga! ¡Mi madre no era una Mortífaga! Sí, bueno- padre fue coaccionado para serlo, y mi padrino tiene una Marca Tenebrosa y- ¡pero madre jamás la tuvo! Yo lo sabría si, pues- si ella...

—Prácticamente te preguntó si no sabías si Narcissa pensó en entregarte cuando eras un bebé —Blaise tenía el ceño fruncido. Caminaba detrás de ambos—, o si Snape intentó acabar contigo cuando aún no podías defenderte, en venganza a lo que le hiciste a su Señor.

Cuenta regresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora