1994

2.8K 535 492
                                    

Neville llegó vía flu un jueves por la mañana.

Draco estaba metido en el laboratorio de Snape, practicando una receta que su padrino quería que aprendiese pronto, con Leonis echado, medio dormido, a los pies de su silla, cuando la chimenea tuvo un estallido verde, y el chico se precipitó dentro. Había conectado la red a La Madriguera y la casa de los Longbottom, para conversar por las brasas. No para que irrumpieran en la propiedad de Snape, sin previo aviso.

Sin embargo, las réplicas quedaron en el olvido, porque Neville estaba pálido, cubierto de sudor, y se sacudía con espasmos incontrolables.

—¿Qué...?

—Se la llevaron —Fue hacia él directamente, sin titubear. Se sujetó de sus hombros y lo zarandeó sin fuerza. Draco le agarró los brazos, cuando tuvo la impresión de que iba a desplomarse en cualquier instante. Los ojos se le llenaban de lágrimas, era obvio que tampoco estaba respirando bien—. Se- se la llevaron. Se la llevaron, se la llevaron...

Tuvieron que darle una poción calmante y enviarlo a dormir en la cama del piso oculto. Draco arrastró una silla junto a esta, se sentó, e intentó darle vueltas a sus palabras, sin imaginarse lo peor. Pero era lo único en que podía pensar, que tuviese sentido.

Cuando despertase, casi se caería de la cama al estirarse para sujetarle la muñeca, reteniéndolo para que no fuese a buscar a los profesores. Draco se agachó junto al colchón.

—Nev, si algo pasó, ellos-

Pero su amigo empezó a negar, apretando los labios para retener un sollozo. Draco se lamentó de que no fuese Regulus quien estaba ahí; él sabría qué hacer. Él siempre sabía qué hacer.

Neville se veía como él lo hacía tras una pesadilla, y aquello lo hizo vacilar. Supuso que los profesores podían esperar, ya no haría diferencia.

Se levantó y se sentó a un lado de la cama, Neville se pegó más a la pared para abrirle espacio, levantando las cobijas a manera de invitación. Con un bufido se risa, Draco se recostó también.

—¿Qué me dieron? —Musitó, después de sorber un par de veces.

—Poción calmante —Lo miró de reojo, con una expresión de disculpa. Él meneó la cabeza.

—La necesitaba.

—Lo sé.

Permanecieron en silencio por un rato, el tiempo que le tomó al chico dejar de temblar y respirar profundo, a un ritmo regular.

—Ellos se la llevaron- a mi abuela. Los Mortífagos. Creo- creo que buscaban algo, algo que ella guardaba...

—¿Sabes qué? —Neville negó. Él lo pensó durante unos segundos más— ¿crees que pueda ser otro Horrocrux?

—No lo sé.

—Tendrían que haber confiado mucho en ella para darle dos. Y se suponía que los Longbottom eran fieles a la Orden...—Se calló cuando su compañero le frunció el ceño. Él se rio por lo bajo—. Sé que tú lo eres, Nev, hablo de tu abuela. Ella estuvo de nuestro lado antes, ¿por qué ya no?

—No lo sé —Repitió, arrugando más el entrecejo. Luego pareció recordar algo—. Pero encontré esto, ella- ella lo dejó en mi mesa, en el cuarto. Solía ponerme ahí notas sobre dónde estaba la comida, cuando salía, o me decía que limpiase mi cuarto. Me pareció muy extraño que sólo la haya dejado allí y después...después llegaron y los oí y-

Draco le cubrió la boca con una mano cuando estuvo a punto de empezar a alterarse. Inhaló y exhaló. Neville lo imitó. Lo dejó ir al estar seguro de que no se iba a poner a hiperventilar de pronto.

Cuenta regresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora