Materias, lecciones, otras cosas extrañas

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Draco sabía que estaba mal. Sabía que tendría que haberse negado cuando se lo dijo, pero era difícil rehusarse si Fred tenía un brazo en torno a sus hombros y lo miraba con una sonrisa de medio lado, que lo distinguía un poco más de su gemelo, a la espera de que aceptase. Bajo otra circunstancia, estaba claro que no se hubiese metido dentro de un disfraz de Dementor para perseguir a Ron y Ginny por la tienda de túnicas del Callejón Diagón.

Ella fue quien se dio cuenta. Que no hubiese terminado golpeado en la cabeza por una regla rígida de madera para tomar medidas y chocando su espalda contra una de las paredes, fue sólo porque la capucha se le cayó y Ginny enrojeció al ver que era él.

La regla se le resbaló de entre los dedos, boqueó, y echó a correr. No creía haber visto a alguien moverse tan rápido en su vida, hasta entonces.

Al regresar a Hogwarts, consideraría decirle al equipo que la subiese a una escoba y probase si podía moverse así en el aire. Sería una gran Cazadora.

—¡Eso fue asombroso! —Uno de los gemelos saltó a su lado y le revolvió el cabello. El otro lo siguió poco después, reacomodándole la capucha sobre la cabeza con un tirón más brusco de lo debido, por el que su hermano le dio un golpe sin fuerza.

—¡Espectacular!

—¡Brillante!

—¿Viste la cara de Ron, George?

—Oh, claro que la vi, Fred.

—¿Y cómo Ginny corrió por toda la tienda al darse cuenta de que casi hizo caerse a su amor platónico? —Draco intentó fruncirle el ceño cuando sintió que el rostro le ardía. Fred le guiñó y el niño-que-vivió terminó por boquear, contra su voluntad, porque, de nuevo, era difícil molestarse con él.

—Por supuesto que eso también lo vi, hermano.

—Ustedes dos pueden ser...tan malos —Musitó, encogiéndose sin darse cuenta cuando George jaló su brazo para sacarlo de la escena del crimen, en cuanto escucharon un llamado de Molly, que quería que él se subiese a la plataforma de la tienda, porque era a quien su tutor le concedió el permiso para ayudarlo en las compras de sus útiles para el tercer año.

—No digamos malos...

—...somos mentes creativas. Incomprendidos en nuestra época —Fred le dio sutiles empujones en la parte alta de la espalda, guiándolo hacia uno de los vestidores, en los que se sacó el disfraz para regresárselo, antes de que los tres aparecían cerca del resto de los Weasley, con expresiones de idéntica inocencia.

Ginny aún estaba un poco ruborizada y desviaba la mirada cuando él daba una ojeada en su dirección; sin embargo, cuando Draco se concentraba en lo que le decían, podía sentir su atención fija en un lado de la cara, y era tan incómodo como lo recordaba del año pasado. Ron, en cambio, no se dio cuenta de que él era el supuesto Dementor.

Los gemelos, a unos pasos de distancia, no dejaban de ahogar la risa sin el suficiente disimulo al escuchar cómo su amigo le contaba sobre el idiota que intentó asustarlos y cómo lo confrontó, al menos en su versión de la historia. Draco dejó de sentirse culpable en poco tiempo, y tuvo que voltear el rostro para que no notase que también quería reír tras unos momentos.

Fue justo en ese instante que la puerta a la tienda se abrió.

Hermione debía estar en la librería todavía, con sus padres; se suponía que se verían allí. Neville estaba desaparecido en acción, avistado solo, aguardando en la esquina anterior al horrible Callejón Knockturn, cabizbajo y barriendo el suelo con los pies para no quedarse quieto. También tenían pensando encontrarse en algún punto de las compras. Draco esperaba que no tardase demasiado.

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