Profesora A (2/2)

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Draco entrecerró los ojos nada más verla. Ella, en cambio, le mostró una pequeña sonrisa.

Dumbledore lo había mandado a llamar con uno de los Premio Anuales, después del almuerzo. En cuanto puso un pie en el despacho, seguido de Leonis, se percató de que su padrino se encontraba a un lado del director, la profesora nueva de Defensa contra las Artes Oscuras en una silla, y quedaba un asiento disponible.

A pesar de que su primera clase había tenido colchones para las caídas y ella había comprobado que nadie tuviese moretones ni otro signo de haberse lastimado, aún le estaba ligeramente resentido por usarlo de muñeco de prueba y lanzarlo contra la pared sin mediar palabra o sus acciones.

—Draco —La voz calmada del director, como de costumbre, atrajo su atención—, veo que ya tuviste una clase con la profesora.

Él luchó por relajar su expresión y asintió. Tampoco era culpa del anciano que el componente recién contratado del cuerpo docente tuviese esos métodos tan prácticos.

Dumbledore le dio una mirada al profesor de Pociones por encima del hombro. Luego asintió y le cedió la palabra.

Snape trazó una floritura rápida con la varita, que encantó la puerta para mantenerla sellada, cerró las cortinas sobre las ventanas, tapó la mayoría de los retratos con sus telas y atenuó las luces de la oficina, de forma apenas perceptible. El niño estaba por preguntar al respecto, cuando se dio cuenta de que la figura de Leonis cambiaba para darle paso a Regulus. Estuvo a punto de gritarle que no lo hiciese ahí.

Después notó que el mago se levantaba y se lanzaba sobre la nueva profesora, abrazándola con fuerza. Ella lo estrechaba, enterraba el rostro en su hombro, y le hablaba en murmullos durante algunos segundos.

¿Qué?

Observó a Dumbledore, con su expresión tranquila de siempre, y a Severus, un poco más tenso que de costumbre. Ninguno le dio una respuesta a la obvia pregunta que tenía en mente.

Regulus se apartó tras un momento. Echó algunos mechones rizados de la bruja hacia atrás, le sujetó las mejillas, y ante un sorprendido Draco, le dio otro abrazo, con una risa ahogada y vacilante.

—¿Regulus? —Titubeó, incómodo. La siguiente vez que él se alejó, fue para colocarse tras su silla y sostenerle los hombros, dándole un apretón tranquilizador que agradeció en el fondo.

—Ella es Nox —Indicó, en un susurro contenido.

Nox.

Draco bajó la mirada hacia el brazalete de pergamino transfigurado que llevaba en la muñeca. Lux, Princeps, Leonis y Nox presentan...

—Estudió con mi padre —Musitó, con un hilo de voz. Ella asintió, su sonrisa era diferente entonces; menos burlona, más afectuosa.

—¿Puedes...acercarte un momento? —Le pidió. Draco vaciló y miró a Regulus detrás de él, que asintió para alentarlo.

Se levantó y atravesó la breve distancia que quedaba entre ambos. La bruja llevó las manos a su cara y le acunó las mejillas. El contacto era cálido.

—Te pareces a tu padre —Draco se obligó a tragar en seco y forzó una sonrisa.

—Sí, ya sé, pero-

—Tienes los ojos de tu madre —Asintió, adelantándose a él. Luego lo soltó. No se explicaba por qué todos insistían en decir lo mismo, cuando él se veía tan diferente a las fotografías—, ojos de Black.

—Draco —Giró el rostro tan pronto como escuchó al director—, te presento a Ariadna Zabini. Slytherin, Premio Anual, ex-Mortífaga y espía de la Orden del Fénix. Daba Artes Oscuras y Transformaciones en Durmstrang hasta este año. ¿Puedes reconocerla?

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