Yule

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—...Harry, Harry...¡Harry!

Pansy poseía una increíble capacidad para soltar un chillido aturdidor junto a su oído, y todavía lucir serena, como si no acabase de intentar destrozarle el tímpano. Cuando Harry dio un brinco, se cubrió el oído casi lastimado, y le frunció el ceño. Su mejor amiga sonrió, deslizando un brazo por debajo del suyo.

—¿Qué miras con tanta insistencia? —Inquirió, adoptando lo que suponía que sería una postura similar a la que él tenía un momento atrás, para ver en la misma dirección. Por el tumulto de Gryffindor que se apropiaba de la entrada al Gran Salón (el comedor transformado, en otras palabras), no creía que se fuese a dar cuenta. Pero sí lo hizo—. Ah, Malfoy. Se ve bien. ¿Vino con ese de Durmstrang? El Campeón-

—¿Qué? No —Harry volvió el rostro enseguida y vaciló, haciendo memoria de lo que le había dicho. Tenía con quién ir, aseguró, no dijo ningún nombre—, no —Repitió, intentando convencerse a sí mismo—. No creo —Otra vacilación. Pansy se reía por lo bajo.

—Oh, pero yo estoy completamente segura de que vino con él.

Cuando estaba por preguntarle a qué se debía su convicción, la chica señaló hacia adelante. El grupo de Gryffindor constaba de Longbottom, con la comadrejita, la Comadreja de su edad, Granger, dos chicos más, que reconocía del mismo año, y el niño-que-vivió. Con el de Durmstrang. El niño-que-vivió que, definitivamente, iba con el de Durmstrang, si la manera en que este le rodeaba los hombros con un brazo, atrayéndolo para hacer una pregunta junto a su oído, era una señal.

A la serpiente dentro de él no le gustaba.

No le gustaba en lo más mínimo.

Habría sido capaz de sisear y lanzarse a morder, si el agarre de Pansy no le hubiese recordado que era una persona, un mago. No una criatura, aunque se sintiese como una en ese instante.

Al obligarse a apartar la mirada, se percató de que Pansy lo observaba, tranquila, curiosa, de una manera casi afectuosa que lo hacía sentir más incómodo que si le hubiese hecho un comentario fuera de lugar.

—¿Qué? —Espetó, intentando que su tono duro la hiciese retroceder. Por supuesto que no funcionó.

No sería su mejor amiga si un estallido de mal humor pudiese alejarla.

Ella le acunó el rostro con su mano libre, un tacto cuidadoso, suave, contra la mejilla. Lo hizo mirarla y volvió a sonreírle, con dulzura.

—Si no quisieras verlo con alguien más, podrías intentar acercarte tú —Musitó, con un hilo de voz. Harry sacudió la cabeza con más fuerza de la necesaria.

—Sólo pienso que es extraño que venga con un chico, es todo.

Pansy era escéptica.

—¿Que tu padrino no sale con ese lindo profesor...?

—Bueno —Intentó corregirse a sí mismo, frunciéndole otra vez el ceño, para que supiese que era momento de dejar de insistir—, esos son ellos. Es diferente.

Su amiga contuvo la risa, negando. Harry resopló, dio un vistazo alrededor, y decidió que tenía más que suficiente.

Theo, como les dijo, estaba con la pequeña Astoria, que hablaba con Tracey sin cesar. Goyle aún esperaba a Millicent.

—Hey —Le palmeó el hombro para llamar su atención y cabeceó, en dirección al salón. Los demás estudiantes estaban entrando porque los Campeones abrirían el baile en unos minutos—, esperamos por allá. Búscanos, no te vayas a perder.

Su compañero le dio una respuesta vaga, antes de que lo hubiesen dejado al pie de las escaleras. Pansy caminó todavía enganchada a él y miró hacia atrás por encima del hombro.

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