Perros de tres cabezas, Quidditch, ¿qué es peor?

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Hermione se disculpó a través de un libro, lo que fue bastante creativo, si alguien se lo preguntaba.

Draco estaba en el comedor cuando sintió el ligero toque en el codo. Ella no lo miraba, pero el libro, de pronto, se deslizaba por debajo de su brazo y se colocaba en el espacio libre entre el borde de la mesa y su plato de comida.

La cubierta tenía un título que conocía de una serie de historias relacionadas a las constelaciones y las galaxias, tradicionales en los Black, que Regulus le contaba antes de dormir cuando era más pequeño. Una pequeña nota estaba pegada en una orilla con magia.

"Este es mejor que Hogwarts: una historia"

Cuando lo abrió, se encontró con la segunda nota. "Lo siento, insinué algo horrible sin querer".

Draco guardó el libro en su maletín y giró la cabeza. Hermione estaba concentrada en otro libro, mientras terminaba su almuerzo. Sonrió y la codeó para llamar su atención; entonces ella lo observó y también sonrió, a medias.

-¿Todo bien? -Musitó, sólo para asegurarse. Él asintió.

-Todo bien -Prometió. Ron soltaría un bufido cuando se enterase, pero le explicaría que se había disculpado y él tendría que entender.

No quería perder a su primera amiga.

En el otro lado del castillo, allí abajo, en las mazmorras, Harry recibía la que se convertiría en la primera de muchas notas extrañas e intentaba analizarla.

"¿Por qué dijiste eso?

-D. M."

¿Qué se supone que pretendía el niño dorado de Gryffindor con aquello?

Él, por supuesto, la ignoró.

No se dio cuenta de inmediato de que la nota se consumía hasta dejar sólo cenizas, en cuanto la tiró a la basura.

Harry siguió con su ardua tarea de ignorar la charla incesante de Pansy y fingir que Crabbe y Goyle tenían cerebro. Les había explicado un término de Encantamientos, casi sin darse cuenta, cuando se hartó de que estuviesen preguntándoles a los demás en la Sala Común, y desde entonces, le resultaba imposible quitárselos de encima.

Lo iban a volver loco. Necesitaba llenar su cabeza de otras ideas para evitarlo.

Faltaba poco para las pruebas de Quidditch, y aunque sabía que los de primero no entraban al equipo, le entusiasmaba el tomarse la tarde libre para ir a averiguar cómo estaba el equipo de Slytherin y qué tanto debería entrenar en las vacaciones para optar por el puesto de Cazador. No creía que fuese algún reto para él; su padre decía que era el mejor volando en escoba y que su talento resultaba asombroso en alguien tan joven, que le era natural. Y si James lo decía, él lo creía.

Pero la situación se repitió un par de veces, en una ocasión cada día, durante más de una semana. Las notas aparecían en su maletín cuando buscaba la pluma, bajo su escritorio entre clases, sobre la almohada en el dormitorio.

"Es de mala educación no responder a las preguntas directas que se te hacen.

-D. M."

"¿No me contarías, aunque te lo pida de 'por favor'?

-D. M."

"¿Harry Potter no tiene tiempo en su apretada agenda para contestar una misiva?

-D. M."

Así que el siguiente fin de semana, cuando había terminado de escribir la correspondiente carta para su madre y se disponía a probar si pedirle la tarea a Nott serviría para ahorrarse el escribir su próximo ensayo, observó por un momento más de lo justo la nota que descansaba sobre un extremo de su escritorio. Hizo girar la pluma entre los dedos, dio un vistazo alrededor, a la habitación vacía, y barajeó sus posibilidades.

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