3| El cuaderno de Sebastian

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Cap (1/2)
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Era sábado por la noche. Jasper entró a su habitación listo para ponerse manos a la obra después de haber cenado con Aron y Scott. Encendió su portátil y jaló la silla frente a su escritorio para poder sentarse.

Su tarea debió haber estado terminada desde la tarde anterior, o al menos debió haber estado empezada. Pero luego de volver a casa de la universidad, Jasper se había entretenido viendo televisión y preparando la cena, pues los viernes le tocaba cocinar a él. No es que fuera especialmente bueno haciéndolo, pero Scott y Aron nunca se habían quejado, o no habían enfermado en todo caso, así que debía estar haciéndolo bastante bien.

En fin, dejó que el día terminara y ese sábado por la mañana había ido a trabajar. A veces aun le sacaba una sonrisa lo escandalizado que había estado Aron cuando le dijo que quería trabajar.

¿Por qué?— había dicho en aquella ocasión. Con el ceño fruncido — No necesitas hacerlo, lo sabes ¿no?

Lo sé, pero de verdad quiero hacerlo.

¿No será demasiado para ti con la universidad? — preguntó Scott viéndolo a través de sus gafas de montura negra.

Nop, además solo será fin de semana— trató de razonar.

Pero aun eres un niños y...y...— Aron busco mil argumentos para estar en contra, pero como no encontró ninguno, optó por atraer a Jasper y sentarlo sobre sus piernas. Lo que era un poco gracioso si se tomaba en cuenta que prácticamente eran de la misma estatura. Pero ser mimado por el rubio no era algo que Jasper fuera a rechazar alguna vez —¿No cambiarás de opinión ¿verdad?

Me temo que no, pa— Jasper había resuelto que llamarlos papá era demasiado formal y decirles papi...era gracioso, por eso optó por el pa, que estaba en un punto medio y transmitía el cariño que les tenía.

Esta bien entonces— había dicho Scott con una sonrisa— pero si se pone demasiado complicado, dejaras el trabajo. Lo más importante es que estudies.

Entendido.

Y así es como había empezado a trabajar, en el centro comercial en una tienda de arte solo los fines de semana. Era un trabajo sencillo, el cual disfrutaba mucho.

Alcanzó su mochila que estaba en el suelo a un lado del escritorio y sacó su libreta en donde había apuntado los detalles que el profesor de Marketing les había dejado. Sin embargo al abrir la mochila, lo primero que notó fue el cuaderno negro de pasta dura que sobresalía de sus demás cosas. Por un momento ladeó el rostro con confusión, preguntándose si acaso aquel cuaderno era de Athenea. Entonces recordó que era el cuaderno que había encontrado tirado fuera del salón de economía.

Lo tomó en sus manos y volvió a dejar la mochila en el suelo. Por fuera el cuderno no tenía nada que pudiera dar un indicio sobre quien podría ser el dueño y si recordba bien, tampoco tenía un nombre en el interior.

—Me preguntó de quien seras— murmuró decidiéndose abrirlo y lo hizo justo en la última hoja que el dueño o dueña había utilizado.

Leyó detenidamente lo que ahí estaba escrito y aunque le sorprendió mucho lo que allí decía, le sorprendió aun más reconocer la letra. Estaba seguro de no estar imginando nada. Vamos que esa letra la reconocería en cualquier parte, ni siquiera sabía porque no lo notó antes.

Ese era el cuaderno de Sebastian Clearwater.

¿Pero cómo podía estar tan seguro? Bueno, la respuesta a eso era relativamente fácil. Desde que Aron había empezado a trabajar como profesor de Arte en Bradbury y Jasper se volvió cercano a él, le había ayudado en muchas ocasiones a corregir exámenes, pruebas y tareas. Lo que no cambio años después cuando ya se habían convertido en familia. Cuando eso sucedía, Jasper siempre buscaba la tarea, la prueba o el exámen de Sebastian y si, quizá en más de una ocasión le colocó más puntos de los que realmente merecía, pero Aron nunca se dió cuenta y si lo hizo, no dijo nada al respecto.

Tú y yo (Suerte #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora