16| Cazando al corredor

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Cap (1/3)
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Mientras el juego contra los chicos de Cheyenne, Wyoming, se tornaba cada vez más y más difícil, Sebastian seguían sin poder poner toda su mente en el juego. Joder, la última semana había sido todo un remolino de confusiones que lo tenían luchando duro por mantenerse centrado en una cosa a la vez. Pero era una cosa difícil.

En si el problema de Sebastian radicaba en que en los últimos días había estado confundiendo a dos personas que estaban tomando mucha importancia en su vida. Por un lado, cada vez que hablaba con "Desconocido" por medio de mensajes no podía dejar de confundirlo con Jasper. Estaba constantemente llamándolo "gatito" y luego disculpándose y echándole la culpa al autocorrector. Si al chico desconocido eso le parecía raro, no había dicho nada y eso era todavía más extraño. Porque en algún punto su excusa del autocorrector debía dejar de ser creíble ¿no?

Por el otro lado le sucedía un poco de lo mismo cuando estaba frente a Jasper y hablaba con él. No podía dejar de asociar al esbelto pelinegro con el chico desconocido. Era un puta locura y estaba jodiéndole mucho la cabeza. Empezaba a considerar seriamente la idea de que Jas y "Desconocido" eran la misma persona. Pero entonces se reía de si mismo y se llamaba idiota...¿Por qué iba Jasper a fingir ser un anónimo solo para intercambiar mensajes? eso no tenía sentido, no importaba cuantas vueltas le diera al asunto.

Pero lo que más tenía a Sebastian Clearwater al borde del colpaso mental, era estar todo el tiempo atento a Randy Fleur. Oh ese maldito rubio del mal le ponía los nervios de punta. Fleur había dejado de molestarlo como usualmente lo hacía. Ya no lo llamaba inútil y tampoco criticaba su desempeño en el campo. No, Randy había decidido que era mejor hacerlo enojar, porque cada vez que se quedaban a solas el rubio idiota se encargaba de decir en voz alta todas las cosas que planeaba hacerle a Jasper. Y todas ellas hacían hervir la sangre de Sebastian.

No entendía porque de pronto Fleur había puesto su atención sobre el esbelto pelinegro, cuando antes no lo había hecho. Era tan frustrante contener las ganas de estampar al rubio contra cualquier pared y romperle su cara de pretencioso niño rico que tenía. Joder, que si llegaba a lastimar a Jasper de cualquier manera, por mínima que fuera. Lo acabaría.

Pero eso no era lo único con lo que había estado lidiando esos días. A todo lo anterior también tenía que sumarle el hecho de que Raúl Danields, uno de los tacleadores, no paraba de darle miradas venenosas, como si hubiera matado a su cachorro o algo así. Ni siquiera quiso averiguar de que se trataba todas aquellas miraditas de mierda. Ya tenía demasiado con lo que lidiar.

—¡Clearwater!— gruñó cuando Fleur se acercó y le tiró de la careta del casco para llamar su atención. —Te quiero aquí hombre, no con la cabeza en las nubes.

—Lo que sea — volvió a gruñir y el rubio solo rodó los ojos. Sus demás compañeros estaban reunidos alrededor. Estaban por empezar el último cuarto del partido y el marcador estaba empatado con un 21-21. Llevaban cuatro semanas de invictos y no se podía permitir perder aquel juego, sin embargo estaba siendo más complicado de lo que pensaron en un principio.

—Necesito que todos den lo mejor estos últimos quince minutos. Esos idiotas creen que nos tienen pero estan muy equivocados— Fleur señaló a los tacleadores, al  ala cerrada y al centro. —Necesito que le den con todo a la línea defensiva, no retrocedan ni un paso— Señaló a Andy quien era prácticamente el más alto de todos— Escúchame Cormack, quiero que los saques del camino, nececito que te esfuerces por hacerle un espacio a Liberman quien a su vez debe asegurarse de llevar a Clearwater hasta la línea de anotación ¿entienden?

—Si, Capitán — respondió Andy con una sonrisa fácil. Era obvio que a él simplemente le emocionaba taclear a quien se pusiera en su camino.

—¿Y no puedo anotar yo?— dijo Liberman con duda— Me refiero a si voy a llevar a Clearwater hasta allás, bien podría hacerlo yo.

Tú y yo (Suerte #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora