28| El concejo a deliberado

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Cap (2/2)

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—Aun podemos cambiar de opinión — sugirió Jasper un poco preocupado al ver a su novio luciendo tan agotado. —Sé que ellos entenderán si no puedes asistir hoy.

—Aprecio tu preocupación, bebé— fue inevitable no sonreir ante el nuevo mote cariñoso — pero estaré bien.

—Está bien— aceptó reacio y es que podía ver lo difícil que estaba siendo para Sebastian mantenerse erguido a causa del dolor en su costado. Puede que no existiera fractura, pero el dolor muscular no era ninguna broma. Sin mencionar que tuvieron un día bastante agitado en la tienda de arte. —Pero al menos podríamos tomar un taxi.

—Hey— el castaño se detuvó y le acarició el rostro con suavidad — de verdad, estoy bien. Además me gusta caminar contigo y tomarte de la mano. ¿A tí no?

—También me gusta— aceptó con una sonrisa y por fin se rindió. Sabía que Sebastian estaba acostumbrado a ese tipo de lesiones, pero eso no quería decir que no podía preocuparse.

Caminaron en silencio a paso lento para que el castaño estuviera cómodo. Era una suerte que los últimos días no estuviera lloviendo como solía hacerlo en esa época o de lo contrario aquel paseo sería imposible. El cielo estaba despejado y las estrellas  eran visibles gracias a la falta de luna en el oscuro cielo. Quizá Jasper fuera un romántico sin remedio, porque le pareció que aquella noche era perfecta...o tal vez era solo que no se creía del todo que realmente estuviera caminando al lado de su novio. Quien, cabe resaltar, era el chico a quien llevaba amando por años.

Alzó la vista observando el atractivo perfil de Sebastian. Su cabello castaño que estaba un poco más largo de lo usual. Su fuerte mandíbula, sus labios delgados...Sebastian bajó la vista en su dirección y le sonrio haciéndolo sonrojar. Si, probablemente nunca se acostumbraría a ello. Apretó más la mano que estaba entrelazada con la suya  y se mordisqueó su regordete labio inferior, con su corazón corriendo como loco.

—Antes cuando desviabas la vista y te sonrojabas, creía que se debía a que me tenías miedo— confesó el castaño rompiendo el silencio.

—¿De verdad?— preguntó sorprendido.

—Si.

—No era por eso— se sonrojó inevitablemente — era y es porque me pongo nervioso cuando estoy cerca de ti.

—No tienes porque ¿Sabes?— recibió un beso en la frente. —Eres un chico maravilloso, mi chico maravilloso.

Ah, y joder si eso no hizo enrojecer más sus mejillas. Pero también amplió su sonrisa y aumentó el revoloteo de las mariposas en su estómago. El resto del camino a su casa fue silencioso, pero se sintió como si caminara sobre nubes de algodón. Para cuando llegaron a su casa, Jasper estaba un poco menos preocupado sobre lo que sucedería en la dichosa reunión, tanto que ni siquiera reparó en los autos estacionados muy cerca de su casa.

—Tal vez debía comprarles algo, ya sabes para no llegar con las manos vacías— Sebastian lucía un poquito menos seguro que antes y Jas lo entendía. Si estuviera en el lugar de su novio, seguro temblaría como una hojita al viento.

—No te preocupes por eso. Ellos no se enojaran o te juzgaran por no haber traído nada.

—Cro que el profesor Phillips si lo haría.

—Pero es porque hará todo lo posible por ponerte nervioso. Así que no temas, puede oler tu miedo y se aprovechara de ello— dijo en tono misterioso.

—Jasper— se quejó el corredor, aun así soltó una risita y eso era justo lo que el esbelto pelinegro buscaba, que Sebastian se relajara de nuevo. —Okey, estoy listo. Vamos a hacerlo.

Tú y yo (Suerte #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora