25| ¿De verdad?

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Cap (2/3)

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«¡¿Qué estás haciendo?! » gritó su mente mientras corría hacia los baños. Su pecho subía y bajaba a causa de su agitada respiración, pero también gracias a lo furiosamente rápido que estaba latiendo su corazón. Estuvó a punto de chocar con un señor que salía del servicio justo cuando él entraba. Recibió una mala mirada, pero eso no era algo que le importara demasiado en aquel momento. Solo quería un segundo a solas para tratar de procesar la situación.

Se plantó frente al enorme espejo en el área de los lavamanos. Sus ojos grises estaban bien abiertos haciéndolo lucir como un animalito asustado. Y tenía las mejillas tan rojas que daban la impresión de estar incendiándose. Abrió una de las llaves, se inclinó y roció un poco de agua tratando de despejarse un poco.

¿Sebastian realmente había dicho "me gustas"?

«¡LO HIZO! ¡Así que sal de aquí!» Volvió a gritar su mente haciéndolo estremecer. Jasper cerró la llave, se pasó las manos por el cabello dejándolo en punta y salió corriendo del baño. Oh, joder. Esto era un desastre. Pero nadie podía cualparlo porque aquella mañana cuando salió de su casa, ni siquiera había considerado la remota posibilidad de que Sebastian estuviera planeando una declaración de ese calibre. El había llevado globos, un hermoso cartel con un lindo gatito. Y le había dedicado una canción ¡Una hermosa canción!.

Cuando llegó hacia donde sus amigos estaban no pudo evitar sentir un poco de pánico al notar que Sebastian no estaba ahí.

—¡Jasper!— Athenea se pusó de pie y se acercó a él con una expresión indecifrable en su rostro— ¿Qué pasó, cielo? ¿Por qué corriste así?

—¿En dónde está Sebastian? — Preguntó sin aliento, tratando de capturar la mayor cantidad de aire. Ugh, su condición física apestaba.

—Se fue, dijo que necesitaba un momento— Andy le señaló hacía las escaleras eléctricas.

—No creo que haya ido demasiado lejos— Lorell le sonrio.

—¡Mierda! — gritó y echó a correr de nuevo. Para cuando todo se calmara, estaba seguro de que estaría muerto de cansancio.

—Este día cada vez está más raro. Jasper acaba de decir mierda— el comentario incredulo de Cody lo hizo reir mientras corría.

Fue una suerte que no terminara rodando por las escaleras, incapaz de esperar a que se movieran por si solas. Eran demasiado lentas. Y rogaba porque Aron nunca se enterara de la manera en la que estaba corriendo por todos lados como un poseso o de lo contrario le daría una charla sobre la seguridad y muchas cosas más. Cuando salió del centro comercial, estaba muy seguro de no poder continuar a ese ritmo, así que se tomó un momento para inclinarse y recobrar algo de aliento. Empezaba a dolerle el estómago y de cualquier manera debía decidir hacia donde ir  porque no tenía idea del camino que su adorado castaño había tomado.

Se enderezó y empezó a caminar, eso hasta que lo vio en una de las jardineras. Lo reconoció gracias a la camisa que era parte del uniforme que utilizaban en la tienda. Se acercó hasta quedar frente a él, tenía las piernas pegadas al pecho y la cabeza recostada sobre sus rodillas. Jas no sabía si tocarlo o hablarle. Volvió a pasarse las manos por el cabello dejándolo más alborotado que antes. Al final se decidió por hablar.

—¿Lo decías de verdad?— Preguntó en voz baja y por un momento temió no haber sido escuchado. Eso hasta que Sebastian dio un respingo y alzó el rostro.

El corazón del pelinegro se estrujó cuando vio esos bonitos ojos castaños lucir llorosos. Sebastian se puso de pie con la expresión más nerviosa que le había visto nunca y eso era mucho decir para un chico que siempre lucía como si fuera dueño del mundo.

Tú y yo (Suerte #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora