12| Un poco de esperanza

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Aquel sábado Jasper se levantó a su hora habitual, hizo su rutina habitual antes de ir al trabajo, con la diferencia de que no estaba de ese humor habitual. Y en realidad no lo había estado en muchos días, desde que le confirmó a Sebastian que la persona con la que intercambiaba mensajes, era un chico.

Se sentía un poco desanimado, ya que nada lograba hacerlo sentir completamente feliz, ni siquiera el hecho de que los osos negros hubieran conseguido su cuarta victoria el día anterior cuando jugaron fuera de casa contra los Elementals de Dodge City en Arkansas. Fue una victoria espectacular y de hecho Sebastian había tenido el mejor juego en lo que iba desde que el campeonato regional empezó. Estaba teniendo un gran año, y de seguir así solo podía significar que traería cosas buenas para él.

Y era genial, pero en el fondo Jasper estaba profundamente decepcionado. Porque no podía celebrar esas victorias tanto como quisiera, porque no podía acercarse hasta Sebastian y abrazarlo para felicitarle después de un juego, no podía darle un beso y decirle lo absolutamente genial y caliente que se veía cuando corría por el campo. Pero eso no era posible, no a menos que quisera terminar confesando su enamoramiento frente a Sebastian.

Se terminó de abotonar la camisa azul que era parte del uniforme en la tienda de arte para la que trabajaba. D'lafontana era reconocida tienda en el centro comercial y era el lugar perfecto para encontrar todo lo necesario tanto si eras un artista consagrado, un aficionado o un principiante.

Dejó la habitación y se dirigió a la cocina en donde podía escuchar las risas de sus padres. Scott no trabajaba todos los fines de semana y aquel parecía ser uno de esos días en donde se quedaría en la casa, pasando el rato con él y Aron. Al menos era así antes de que Jasper decidiera que quería un trabajo.

Scott estaba sentado en la mesa leyendo el periódico en línea, las gafas descansando casí en la punta de la nariz. Llevaba el cabello alborotado en todas direcciones y un notable chupetón en el cuello. Jasper enrojeció ligeramente y procuró no dejar que sus ojos volvieran a centrarse en ese punto. Aron y Scott eran bastante discretos en cuanto a su vida íntima, pero eso no quitaba que alguna vez por la noche Jas los haya escuchado haciendo...eso.

Era muy vergonzozo, porque ningun hijo quiere estar al tanto de la vida sexual de sus padres y no importaba si la diferencia de edad no era demasiado. Seguía siendo un no rotundo.

—Buenos días— saludó depositando un beso en la frente de Scott y reacómodandole las gafas con suavidad.

—Buenos días solecito— el de ojos azulados le regaló una sonrisa deslumbrante — y gracias.

Le guiñó con complicidad y siguió su camino para saludar a Aron que estaba sentado sobre la encimera, su cabello arreglado en una trenza floja, usando solo una camiseta que le quedaba holgada y claramente era de Scott, además de unos pantalones cortos que le llegaban a mitad de los muslos.

—Buenos días— Aron no respondió con palabras en cambio lo atrajo y lo llenó de besos. Eso era algo que sin lugar a dudas lo hizo sonreir —¡Pa!— se quejó y lejos de soltarlo, Aron lo apretó más fuerte contra su pecho.

—Lo siento es que cuando te veo listo para el trabajo no puedo evitar pensar en que haz crecido demasiado rápido— dramatizó fingiendo limpiar sus lágrimas — Aun recuerdo cuando eras un bebé...

—Pero no me viste cuando era bebé.

—No me contradigas, jovencito— se mordió el labio para contener la risa— Como decía, recuerdo cuando eras un bebé, así todo bonito y regordete. ¿Lo recuerdas, Scotty?

—Por supuesto, amor. Lo recuerdo perfectamente. Era toda una lindura— Jas rodó los ojos, cuando ese par se unían para juagar, eran simplemente otra cosa. —Que tiempos aquellos. Ahora ya es un niño grande, un día de estos traera un chico a casa, luego se casará y... lo veremos hacer su vida— Scott también fingió secarse las lágrimas —Joder, en serio voy a llorar.

Tú y yo (Suerte #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora