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Por primera vez desde que llegué a Yale, me sentía feliz. La verdadera razón por la cual había aplicado para este intercambio ha tocado mi puerta y con eso me refiero a mi primer correo de calificaciones.

Sí, tal vez piensen que soy una nerd, pero para estudiar en una universidad como esta, tu promedio académico tiene que estar alto y saber que al tener tan poco tiempo aquí, mi promedio es casi el máximo, me alegra muchísimo.

Nada ni nadie arruinaría mi felicidad…

— ¡Hola! — saludé a mis amigos con euforia.

— Hola, ¿por qué tan feliz? — me pregunta Nick

— He recibido mis calificaciones — canturreo. Me siento a su lado con una sonrisa enorme.

— No te voy a preguntar cómo están porque conociéndote, sé que son altas… — dice Nick abrazándome.

— Felicitaciones — dice Elian sonriente.

— Gracias…

— ¿Qué vas a hacer para celebrar? — me pregunta Eliana

— No sé

— Deberías ir a un bar. No, deberíamos ir a un bar, ¿quién se apunta? — propone Eliana

Todos levantamos nuestras manos concordando con ella.

— Hola, chicos

Alejandra aparece en nuestro campo de visión, junto con Gabriel.

— ¿Dónde estaban?

— Por ahí… ¿Deberíamos decirles? — susurra ella hacia su acompañante

— ¿Decirnos qué? — pregunta Elian

Le robo el vaso de jugo a mi amigo Nick, y le sonrío cuando éste me mira mal.

— ¡Gabe y yo estamos saliendo!

¿¡QUÉ!?

El jugo de naranja se atravesó en mi garganta, logrando que comenzará a toser. Una reacción que, a decir verdad, no era la más conveniente en estos momentos.

— ¿Estás bien? — pregunta Eliana.

Asiento, incapaz de decir una sola oración.

— A eso yo le llamo karma — me dice Nick, quitándome su vaso de jugo de la mano.

— ¿Cómo es eso de que están saliendo? ¿Desde cuándo? — pregunta Eliana

— Hace unos días estuvimos hablando, ambos nos gustamos y decidimos intentarlo, a ver hasta dónde llegamos

Que felicidad. – nótese el sarcasmo

Cuando dijiste que nadie arruinaría tu felicidad, tu ex y tu compañera de habitación no estaban incluidos ¿no?

El sonido de llamada de mi celular interrumpe esta increíble conversación. Lo saco de mi mochila y veo que es una videollamada de parte de Andy.

Unas manos me arrebatan el artefacto. Tenía que ser Nick.

— Andrés el que llega cada mes, ¡cuánto tiempo!

Hola, Nick. ¿Qué haces con el teléfono de Ámbar? ¿Dónde está?

— La tengo aquí al lado — el rubio apunta mi celular hacia mi.

— Hola, Andy

Hola, pulgosa. Nick, ¿le devuelves el teléfono, por favor? Tengo que hablar con ella.

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora