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Mis últimos días en Yale terminaron de la mejor manera; Ale y yo hicimos las pases, después de esa conversación que tuvimos, pasamos la noche entera haciendo cuentos, no bromeo, un minuto más y no alcanzamos a llegar a nuestro examen porque nos acostamos tardísimo. Me alegró muchísimo estar bien con ella. Por otra parte, arreglé un par de asuntos pendientes con Gabe, sí, a asuntos pendientes me refiero a esa escena de celos que él me hizo, hablamos tranquilos y relajados, no llegamos a nada pero el punto es que estamos bien.

Con los demás no había nada que arreglar, pues estábamos bien. Tan bien que ellos decidieron acompañarme a New York, así es, estamos todos amontonados en el auto de Gabe de camino a mi casa. Ellos tenían dos semanas libres antes de entrar a clases, por lo que aprovecharon que ya el grupo estaba completo para ir y visitar la ciudad que nos vio nacer a tres de nosotros.

—Tengo calambre —avisé tratando de no mover mis pies. Excelente momento para que se durmieran ambos de mis pies.

—¿Cómo es eso posible? Vas muy cómoda ahí —reclama Elian desde el asiento de atrás. Él tenía razón, yo iba en el asiento copiloto mientras que ellos iban apretados atrás.

—Lleva más de quince minutos con los pies encaramados, un calambre es lo mínimo que le puede dar —dice Gabe pendiente a la carretera.

—¿Podrías parar? —le pregunto. Necesitaba estirar los pies.

—No, arréglatelas tu sola —me dice riéndose.

—Por favor, no seas malo.

—A ver, déjame ayudarte —dice quitando una mano del volante y extendiéndola hacia mis piernas que estaban guindadas.

—¡No! —digo riendo. Por alguna extraña razón eso me causaba risa. —Las dos manos en el volante.

—Puedo manejar con una sola —dice. Yo extiendo mi brazo y lo golpeo —Te recuerdo que estoy manejando

—Por favor, párate. Yo también necesito estirarme. —dice Eliana.

Veo a Gabe rodar sus ojos y luego comienza a orillarse en la carretera, yo sonrío cuando el auto se detiene por completo, me quito el cinturón y abro la puerta. Trato de bajar mis pies pero no puedo por la risa que tengo y porque el entumecimiento se hace más fuerte.

—¿Me ayudan? —pregunto a mis amigos quienes ya estaban afuera estirándose. Cuando creo que Elian me ayudará, se agacha para tomar mi botella de agua. —Hey, ¿Qué estás haciendo?

—Voy a votar el agua y ¿sabes que haré después?

—No, busca otra cosa, no vas a orinar en mi botella, no. — A duras penas bajé los pies y me sostuve de la puerta para salir. —¿Nadie piensa ayudarme? ¿No ven que estoy a punto de quedarme invalida?

—Ven, niña

Gabe se acerca y me ayuda a pararme, me sostiene de la cintura mientras da pequeños pasos, los cuales hacen que el entumecimiento vaya desapareciendo. Cuando ya no siento nada, suelto su brazo y lo empujo.

— Se dice gracias —me dice.

—De nada —le digo. — ¿Dónde está Elian?

—Se fue por allá —dice su hermana señalando unos matorrales.

—Mi botella —murmuré extendiendo mi labio hacia delante.

—¿Hubieses preferido que dañara el medio ambiente?

—No pero pudo haber aguantado —digo cruzándome de brazos. —Solo queda una hora, no es nada

—Dile que te compre una —propone Alejandra. —O que la lave y puedes usarla otra vez

—No, de solo pensarlo me da nauseas — El susodicho aparece feliz con la botella en manos y liquido amarillento dentro de ella.

—Aquí tienes tu botella —dice el maldito acercándose a mí.

—¡No! —como toda niña pequeña me escondo detrás de lo primero que esté cerca de mí, o sea, Gabriel Anderson.

—Ya que estamos en esas... —dice Nick acercándose a su amigo y quitándole la botella —¿Te unes? —le pregunta a su mejor amigo.

—No, gracias —responde mi fuerte. ¿Qué? No tengo la culpa de que su espalda sea ancha y... fuerte. Sobre todo ancha. Y fuerte. Ya, Ámbar, supéralo.

—Chicas...

—No —dicen Eli y Ale al mismo tiempo.

—Michi, ¿no quieres? —dice acercándose a mí.

—¡No! ¡Aleja eso de mi vista! —muevo al pobre Gabe de un lado a otro, huyendo de su mejor amigo. —Dile algo —le digo.

—Vete a hacer lo que vas a hacer y déjala tranquila —dice y sonrío.

—Miedosa — me dice el rubio antes de darse la vuelta e ir por el mismo camino que Elian.

Aun estando él lejos, yo seguía abrazando a Gabe por la espalda. No quería soltarlo.

— Ya me puedes soltar, Michi — me dice él riéndose y yo niego.

— ¿De dónde viene ese nombre? — pregunta Alejandra.

— ¿Cuál nombre? — pregunto poniéndome de puntillas para poner mi barbilla en el hombro de Gabe y mirarla.

— Michi, sé que tu segundo nombre es Michelle pero ¿por qué eres el único que la llama así?

—Cuando nos conocimos olvidé su primer nombre, pero por alguna razón me acordaba de su segundo nombre, se me hizo raro llamarla Michelle, así que empecé a llamarle Michi —explica él. Yo sonrío al recordar cuando lo vi por primera vez en aquel salón de clases, sentado en la tercera fila, al lado de Nick, ambos nerviosos por empezar a mitad de año en un nuevo colegio y sin sus habituales compañeros con ellos.

—Aww, que lindo. ¿Para cuándo la boda? —dice Eliana moviendo sus cejas de arriba abajo.

—Para cuando aparezca el novio —digo. —Tengo hambre —digo abriendo mi boca para morder el hombro de mi amigo querido.

—Michi, te amo pero sabes que odio eso

—Es que tengo hambre y eres lo más cerca que tengo —le digo. Se siente bien tenerlo así de cerca.

—¿Por qué no muerdes otra cosa? —dice Nick llegando a nosotros.

—Nicolás, guarda silencio —le dice su mejor amigo, yo por mi parte escondo mi sonrojado rostro en su espalda. Mente sana, Ámbar, mente sana.

—El brazo por ejemplo, que mal pensados son ustedes —dice riendo al igual que los demás. A veces los odio.

—Ya se estiraron lo suficiente, ahora suban al auto y déjennos a Michi y a mí en paz

—Tortolitos, extrañé verlos así juntitos, ya puedo morir en paz —dice el rubio acercándose a nosotros, yo me alejo al ver que tiene la botella en manos. —¿No quieres tu botella de vuelta?

—No, quédense con ella

Después de que Nick se cansó de burlarse de mí, entramos y seguimos nuestra ruta hacia New York. Presentía que estas dos semanas que pasaría con mis amigos y con mi familia, serían las mejores, y esperaba no equivocarme.

~.~

¡Hola! Quise subir este capítulo temprano pero el internet no me dejó .-. 

¿Qué tal les pareció el capítulo?

¡Nos leemos el próximo jueves!

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora