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A medida que los días pasaban, yo me sentía mejor conmigo misma. Trataba muchísimo no ponerme mal por lo que pasó hace un tiempo atrás, solo me concentraba en mis estudios, en terminar mi semestre en paz conmigo misma y con mis amigos y en ayudar a calmar los nervios de mi hermano por su boda a distancia.

—¿Segura que estarás bien haciéndolo?

Yo amo a mi hermano pero se pone demasiado fastidioso cuando está nervioso. —Sí, Andy, daré un discurso en tu boda con todo el gusto del mundo

Exactamente dentro de tres semanas mi único hermano se casaría, en las últimas semanas me ha estado llamando entre él y mi mamá para asegurarse de que no me perdiera ningún detalle, que yo como dama debería saber, mañana temprano estaría de vuelta en New York para hacer la prueba de vestido, soy la única que no lo ha hecho porque estoy lejos. Espero ansiosa a que llegue la noche para irme, estaba demasiado feliz por ir a casa de nuevo y pasarme el fin de semana completo con mi familia.

—Cuéntame, ¿cómo va todo? Deberías hablar con Damián, no está cumpliendo su trabajo como mejor hombre, se supone que tiene que ayudarte a calmar tus nervios

Sí lo hace, solo que no está funcionando.

—Tienes que tranquilizarte, mañana temprano, inmediatamente llegue, tú y yo tendremos una cita ¿de acuerdo?

—¿Una cita? ¿Me estás pegando los cuernos, Ámbar? —me volteo asustada al ver al rubio en la puerta de la habitación.

—¿Cómo entraste? —pregunto sonriéndole.

—Estaba abierta, ¿con quién me estás pegando los cuernos? —vuelve y pregunta, yo despego el celular de mi oído y lo pongo en altavoz

—Andy, estás en altavoz

Nicolás, ¿cuándo llegará el día en que esté hablando con mi hermana y tú no interrumpas?

—Lo hago sin querer, Andrés —le responde él —¿Cómo estás? ¿Nervioso por tu condena?

—¿Condena?

—Él cree que cuando un hombre se casa, está firmando una condena —le explico. —No le hagas caso

—No lo haré. Pulgosa, tengo una reunión ahora, escríbeme cuando salgas ¿está bien?

—Está bien —le digo —Te amo

—Yo te amo más, pulgosa. Adiós, Nick

—¿A mí no me amas?

—Vete a la mierda, Nick, adiós

Cuelgo riéndome de las ocurrencias de mi amigo. —Hola —lo saludo.

—Hola, ¿a qué hora te vas? —me pregunta tirándose en mi cama como si fuera un trampolín

—A las 12, el bus sale a las tres —le digo.

—¿Me dejas llevarte?

—Ya que insistes —Iba a pedir un Uber pero un viaje gratis no le va mal a nadie.

—Gabe está hablando con Alejandra justo en estos momentos —me dice y yo hago una mueca —¿Qué va a pasar entre ustedes?

—No sé y la verdad es que no quiero preocuparme por eso ahora —le digo levantándome para terminar de preparar mi maleta.

El resto de la tarde, Nick y yo nos la pasamos metidos en mi habitación, él estuvo ayudándome un poco a organizar mi maleta y todo lo que necesitaría para el viaje. Aunque vuelvo el lunes, Nick estaba actuando como si fuese mi último día acá, después de Andy, eran mis dos hermanos mayores.

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora