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Domingo. Con D de debo ir de compras, necesito algunas cosas que comprar y tengo que aprovechar que no tengo tareas pendientes para hacer. Normalmente, no hacía esto sola, Abigail siempre estaba dispuesta a ir conmigo pero ella no estaba aquí, así que tocaba hacerlo sin compañía.

— ¿Vas a salir? — me pregunta Alejandra

— Sí, tengo que comprar algunas cosas… ¿Quieres acompañarme?

— Lo siento pero tengo que ir por mis hermanos al aeropuerto, tal vez otra día

— No hay problema… —Termino de vestirme y tomo mi bolso. — Nos vemos

Me despido y salgo de la habitación, camino por el pasillo del edificio revisando mi celular. Y decido ir hacia el dormitorio de los chicos a buscar a Nick, tal vez él quiera ir conmigo. Subo las escaleras y giro a la derecha buscando el número de la habitación de mi amigo. Cuando llego a esta, toco.

— ¡¿Quién es!?

¿Esto es en serio? ¿Qué hace Gabriel aquí?

Es obvio, ambos comparten habitación.

Cuando decido abrir mi boca para decir algo, la puerta se abre dejando ver a Gabriel con el torso desnudo.

Vaya, le está dando duro al gimnasio.

— ¿Qué se te ofrece?

Vuelvo en sí al escuchar su tono de voz. — ¿Está Nick?

— Se está duchando

Desde ese momento empieza el silencio incómodo. Vamos, Ámbar lo tienes enfrente, aprovecha. — Gabe, ¿crees que…?

— No. — se da vuelta volviendo al interior de la habitación — ¡Nick, te buscan!

Lo veo sentarse en su escritorio y yo no hago más que quedarme allí, parada, en medio de la puerta. Hablar con él será más difícil de lo que pensé, y me tomará más tiempo del que también tenía planeado.

— ¿Quién me busca? — Nick aparece también con el torso descubierto también.

Pero él no te alborota las hormonas como cierta persona…

— Hola Nick — digo asustándolo, estaba frente a la puerta y ni se dio cuenta de que estaba aquí.

— Ámbar, hola. ¿Ni siquiera la invitaste a pasar? Si serás idiota — Nick se acerca a mí y después me toma de la mano, llevándome consigo a la habitación, cerrando la puerta detrás. — ¿Qué te trae por aquí? — me pregunta el rubio abrazándome por los hombros.

— Quería invitarte a salir…

— ¿Una cita? Interesante — dice él y puedo jurar que lo hace para molestar a su amigo.

— No, quiero ir de compras y no quiero ir sola. Abby no está aquí para acompañarme — me giro para quedar frente a él.

— ¿Por qué yo?

— Porque eres mi amigo — sonreí, esperando que acepte.

— ¿Y Alejandra? ¿Eliana?

— Alejandra tiene cosas que hacer y no le pregunté a Eliana. Anda, acompáñame, por favor

— ¿Qué me vas a dar?

— ¿Un abrazo? — negó con una sonrisa en su rostro — Te compraré un helado

— Hay helados en la cafetería… No tengo ganas de salir, Michi

¿Y ahora? Ese sobrenombre solo lo puede pronunciar una sola persona… A menos que… Esté tramando algo

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora