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Finalmente llegué a mi casa sana, salva y sin ningún otro calambre en mi cuerpo. Alejandra y Eliana venían conmigo porque se quedarían en mi casa en estas dos semanas, Elian se quedaría con Nick. Solo mi papá y mi madre me recibieron, mi hermano tenía que estar en su oficina u organizando algo de la boda.

—Pasen, pasen, están en su casa —dice mi madre después de saludarnos a todas.

Después de ubicar a mis amigas y ubicarme yo también en mi habitación, pasamos el resto de la mañana en casa y echando cuentos con mis padres. Ellos estaban felices de que las cosas entre mis amigos ya estaban muy bien y que yo también estaba bien, que ya había dejado de estresarme por problemas que no me correspondían. Antes de la hora del almuerzo Ale y Eli decidieron ir a recostarse un rato, mientras que yo me quedé ayudando a mi mamá a cocinar.

—¿Cómo estuvo Andy estos días? ¿Ya está calmándose un poco? —pregunto mientras preparaba una ensalada verde.

—No, cada día se pone peor. Mientras más cerca está la fecha, peor se pone. Gracias a Dios que tu papá es quien lo aguanta la mayor parte del tiempo

Yo me río al escuchar a mi madre hablar así de su hijo mayor. —¿Me estás diciendo que estás haciendo horas extras para no aguantarlo?

—Sí y no me da miedo admitirlo

—Ay, mamá —respondo riéndome un poco más fuerte.

—A ver, ¿cuéntame como van las cosas entre Gabe y tú?

—¿Qué cosas? —pregunto haciéndome la desentendida por un momento.

—No te hagas, ¿ya volvieron?

—No y tampoco lo haremos, estamos bien así como estamos

—¿Y eso sería...?

—Como amigos, mamá

—¿Solo eso? —pregunta mirándome, buscando alguna forma de que yo me confesara con ella pero no iba a suceder.

—Sí, solo eso.

Le agradecí infinitamente que no siguiera preguntándome por ese tema. ¿Por qué les interesa tanto como estamos él y yo? ¿Acaso les hace mal vernos como amigos?

~.~

«Hola, Abbs. ¿Estás ocupada? Necesito hablar contigo» esa es mi forma disimulada de averiguar donde se encuentra mi mejor amiga para poder darle la sorpresa de que estaba aquí en New York.

«Un poco sí. Estoy haciéndole unas fotos a las amigas de tu excuñada. ¿Por qué no me dijiste que Gabe venía? Pude haberte convencido para que vinieras con él» y ahí está la respuesta que esperaba. Abby siempre hablaba de más, no es una cualidad muy buena que digamos pero en este caso agradecía que la tenga.

—Abby está en casa de Gabe —aviso a mis amigas, quienes estaban en mi cama esperando una respuesta de mi parte.

—¿Los padres de Gabe estarán ahí? —pregunta Ale.

—Uy, vas a conocer a los padres de tu ex... —bromea Eliana

—No creo que estén ahí, ¿nos vamos?

Después de avisarle a mis padres que saldría, las tres salimos de mi hogar. Caminamos por unos diez minutos aproximadamente hasta llegar a la casa de los Anderson. Después de mi casa, esta era mi casa favorita, no por las personas que viven allí sino por su estructura y diseño, me encanta.

Me acerco a la puerta y toco el timbre, espero unos minutos hasta que el mayor de los Anderson abre la puerta con el menor de ellos en brazos. Los Anderson son cinco, sus padres Gabriela y Héctor, su hermana, Genesis, el bebé de la casa Gustavo y obviamente Gabe.

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora