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Ámbar, concéntrate, tienes dos exámenes mañana, deja de mirarlos y concéntrate.

—¿Por qué no te paras y le dices?

Mi campo de visión se ve interrumpido por Eliana, quien tiene una sonrisa de diversión plasmada en su rostro. —¿Decir que a quién? —pregunto haciéndome la desentendida.

—Decirle a tu chico que estás celosa de la chica rosa —dice ella.

Estaba mirando a Gabe quien se encontraba con la chica rosa en unas mesas, estaban hablando y riéndose entre ellos, digamos que causaba algo en mi verlos, ella llegó hace dos días y ya estaba en nuestro grupo como si fuese nuestra amiga de años. Ella se había acercado demasiado a los chicos, en especial a Gabe pero por alguna razón me disgustaba, y sí, sé cuál es la razón pero no voy a admitirlo.

—No estoy celosa —digo centrando mi vista en el libro que tenía un buen rato sin ser tocado por estar mirando donde no me importa. —Y para que sepas, Gabriel no es mi chico

—Ajá, claro. De todas formas, no tienes por qué estarlo, él solo está siendo amable con ella... Quien por cierto, no es mala persona.

—No dije que lo sea... Solo que... —lo miro por encima del hombro de mi amiga —¡Ay, ya! Mejor me voy a la biblioteca, tengo que concentrarme en mis exámenes —comienzo a guardar mis cuadernos y estuche de lápices en mi mochila, el libro que estaba leyendo lo dejo afuera para llevarlo en las manos.

—Hola preciosa

¿Acaso hay alguien que pueda saludar como una persona normal y no asustarme? Volteo mi rostro para saludar a John, quien fue quien habló pero sus labios en mi boca es lo único que obtengo por aquel acto.

—Hola John —saludo ocultando mi incomodidad.

—Hola Eliana —la saluda él dándole una leve mirada —¿A dónde vas?

—Iré a la biblioteca a estudiar

—Oh, ¿te importa si te acompaño? Prometo no ser una distracción

No lo hagas, Ámbar. —Sí, está bien —respondo haciendo caso omiso a lo que me decía mi subconsciente.

~.~

Después de tres horas intentando estudiar en el lugar más tranquilo de todo el campus, estaba volviendo a mi dormitorio. Lo admito, no fue buena idea aceptar la petición de John para que él me acompañara, me la pasé riéndome y bromeando en vez de estudiar, y digamos que también le di unos cuantos besos. No sé qué es con exactitud lo que estoy haciendo, sé que está mal porque en dos días estaré de camino a mi casa en New York pero vamos, ¿a quién no le vendría bien divertirse antes de irse? Aparte, él sabía que estaba en mi última semana y parece no molestarle en lo absoluto, así que por mi parte todo bien.

Abro la puerta de mi habitación y como es común en estos días, me encuentro con Alejandra sentada en su cama estudiando, sin mirar a nadie, sin saludar a nadie, —y con nadie me refería a mi persona—.

—Hola —saludo sabiendo que no recibiré una respuesta. —En dos días me iré y si crees que lo haré enojada con mi primera amiga en toda esta universidad, estás muy equivocada —le digo. Voy a cerrar la puerta a mis espaldas pero algo me lo impide, volteo y veo a un serio o quizá enojado Gabriel.

—Tenemos que hablar.

¿Ok? Me quedo en silencio mirándolo. ¿Qué le pasa?

—Ahora.

Frunzo el ceño ante su tono. ¿Y ahora qué pasó? Abro mi boca para hablar pero él me toma de la mano y me saca a rastras de la habitación, cerrando él mismo la puerta.

—¿Qué te pasa? —pregunto soltándome de su agarre.

—Eso debería preguntarte yo a ti

—Gabe, no entiendo nada.

—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunta con sus ojos verdosos mostrando enojo al igual que su tono de voz.

—¿Qué? ¿Haciendo con qué? De verdad no estoy entendiendo de qué me estás hablando

—¿Qué estás haciendo con el tipo ese eh?

Un momento, ¿acaso él me está reclamando? Oh, pero mira que bien. Reclamando sin ser nada. ¡Qué maravilla!

—Se llama John y es mi amigo, ¿algún problema con eso? —digo cruzándome de brazos.

—No sabía que los amigos se besaban a escondidas en la biblioteca

—¿Me estabas espiando?

—Respóndanme, Ámbar

Si una persona los llama por su nombre y no por el apodo que esa persona les puso, dense cuenta de que está enojado. Muy enojado.

—Respóndeme tú a mí, Gabriel ¿Cuál es tu problema eh? Yo puedo hacer lo que se me plazca en mi vida y no tengo que estar dándole explicaciones a nadie —mamá, espero que no escuches esto — Y mucho menos a ti

—¿Eso crees?

—No, no lo creo. Es así, tú y yo no somos nada ¿recuerdas? Por lo tanto, no tengo por qué decirte si me besé con alguien o no. Ahora si me permites, estoy cansada y tengo que estudiar

—Creí que lo que se hace en una biblioteca es estudiar

—Maldito seas, Gabriel Anderson. Dime de una buena vez qué es lo que quieres, ¿tanto te molesta que quiera seguir con mi vida? Dime, ¿es eso? Te recuerdo que hace unos meses me pediste lo mismo y te lo di sin ningún problema, ¿puedes hacer lo mismo por mí?

—No, no puedo. ¿Sabes por qué? Porque no puedo creer que tú vayas a iniciar una relación con el tipejo ese...

—¿A ti que te importa si quiero una relación con él? —lo interrumpo— ¡Es mi maldita vida! —le grito sintiendo ya sangre hervirme bajo la piel.

—¡Me importa porque con él sí estás dispuesta a tener una relación a distancia mientras que conmigo no lo hiciste!

Me quedo quieta ante su pequeña confesión. En ningún momento dije que quería una relación con él. Está bien, quizá eso le di a entender pero no pensé al decirle eso, estoy molesta, o más bien lo estaba. Escucharlo decir aquello me bajó el enojo en segundos, y en parte tenía razón, ¿o no? No sé.

—Gabe yo...

—No digas nada, una vez más caigo a tus pies pensando que podría ser diferente esta vez. Me equivoqué contigo, otra vez

Díganme que él no acaba de decir eso, por favor. 

~.~

Dedicado a @EstrellitaLpez Gracias por todo el apoyo, hermosa❤️😘

¿Y bien? ¿Qué piensan de este capítulo? 🤔

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora