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She – Jake Scott

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Después de la grandísima vergüenza que pasé ayer gracias a mis supuestos amigos, la tarde continuó de lo más bien. Jugamos en la piscina, tomamos, comimos, vimos películas... Hicimos muchas cosas divertidas y por un momento me olvidé de que mi mejor amiga se iría el domingo —mañana — temprano a New York.

Hoy sábado, al parecer a los hombres y a Alejandra —ella se nos unió en noche — se les pegó la sabana porque no se han levantado. Bueno, digamos que aún es temprano, se les perdona. Eliana, Abby y yo solo dormimos pocas horas. Nos pasamos la noche echando cuentos y chismes, es por eso, que para despertarnos un poco, estoy como Pedro por su casa llevándole café a mis amigas.

Voy subiendo las escaleras con cuidado de no dejar caer la bandeja con tres taza de café en ella, cuando veo a Gabriel salir a hurtadillas de la habitación de huéspedes.

No mires, no mires, no mires.

Abrí la puerta con cuidado y entré, me acerqué a la cama donde Abby y Eliana estaban riéndose de algo.

— ¡Si! Café de mi corazón — exclama Abby sin importarle que en la habitación de al lado habían personas durmiendo.

— Shh, guarda silencio, loca. — le reclama Eliana riéndose.

La próxima media hora la pasamos nuevamente haciendo cuentos hasta que dieron las nueve de la mañana y decidimos ducharnos. Cuando llegó mi turno, me duche y me cambié por unos jeans ajustados negros, una blusa de tirantes verde y unas converse blancas. Mi castaño y enmarañado pelo lo dejé en una cola.

—... Te caerá bien al instante, es un amor de persona — nos contaba Abby sobre su no novio, sobrino de su actual jefe. Iba a seguir con su historia hasta que la puerta la interrumpió.

—¡Adelante! — gritó Eliana.

La puerta se abre dejando ver a Gabriel.

— ¡Gabo! ¡Hola!

— Hola Abby, Eli y...

— Ámbar, Gabo, no es tan difícil ese nombre — dice Abby.

Él le sonríe incómodo.

— ¿Qué necesitas, Gabe? — le pregunta Eliana

— ¿Tienen maquillaje?

— ¿Maquillaje? ¿Para qué o qué? — Pregunta Abby saliendo del baño acercándose a él y dándole un abrazo. — ¿Qué tienes ahí? — ella posa una de sus manos en su cuello — ¿Te mordió un perro o qué onda?

— ¿Se puede cubrir con maquillaje? — pregunta él, lucía desesperado

— Sí, Ámbar te ayudará — dice ella y puedo ver como sonríe. Es que yo la mato a ella.

— ¿Y yo por qué?

— Porque sí y punto. Ven, Gabo —Ella lo arrastra por la habitación hasta que lo obliga a sentarse a mi lado. — Deberías decirle a tu noviecita que no te gusta que te hagan chupetones

— ¿Y tú cómo sabes eso? —pregunta Eliana sentándose en su cama.

— Porque soy su amiga y su ex es mi mejor amiga. ¿Qué esperas? Ayuda a cubrirle eso

— Eli... —la llamo tratando de salvarme de esta situación, ella sonríe y niega.

— Nunca le he tapado un chupetón a nadie

— Eso no es excusa

— ¿Me ayudan o no? — pregunta Gabriel mirándonos a las tres.

Inhalo y exhalo antes de ponerme de pie. Ellas me las van a pagar. Voy hasta el baño a tomar mi estuche de maquillaje que mi supuesta mejor amiga había tomado prestado. Me siento en forma de indio a su lado y comienzo a sacar las cosas que usaré.

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora