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Viernes a las tres de la tarde se da como finalizado mi primer mes como estudiante de Yale. Los últimos días han sido una rutina para mi: levantarme, estudiar, y así seguía el resto de la semana. Pero no me quejaba, poco a poco iba acostumbrándome a estar aquí. 

Abro la puerta de mi dormitorio y suelto un pequeño grito al ver a todos mis amigos aquí. 

— Hola, Ámbar 

— ¿Qué hacen aquí? — pregunto cerrando la puerta y dirigiéndome a mi cama, la cual estaba siendo ocupada por Nick y Eliana. Dejo mis cosas a un lado y me siento en ella para quitarme mis tenis.

— Vinimos a buscarte — responde Elian — Has pasado los últimos fines de semana aquí y este será la excepción. 

— Iremos a mi casa — responde Harold — Y nos divertiremos un rato

— Así que tienes exactamente diez minutos para entrar ahí — Nick señala el baño — Y cambiarte 

— ¿Tengo otra opción? 

— No —responden todos, menos ya saben quién. 

Me levanto y camino hacia el armario, sacó un conjunto de ropa y luego entro al baño, cerrando la puerta con seguro. Me despojo de mi ropa y entro a la ducha, inmediatamente. Diez minutos después, estaba lista. 

— ¡Ámbar, ya pasaron los diez minutos! 

Termino de arreglarme y salgo. Voy hasta mi mesa de noche y dejo mis accesorios de mano allí, busco mi perfume y… 

— Alto ahí — dice Eliana sentándose en mi cama — ¿Qué tienes en tu muñeca izquierda? 

Señor Jesús, ¿qué es lo que yo estoy pagando? 

— Nada — respondo. Me pongo perfume lo más rápido que puedo, luego coloco mi reloj y una pulsera, ocultando así lo que llamó la curiosidad de Eliana. 

— ¿Tienes un tatuaje? ¿Puedo verlo? 

— ¿Podemos verlo? — apoya Harold. 

— No — respondo brusca. Tomo mi celular y mi monedero. — ¿Nos vamos o qué? 

~.~

— Eliana… ¿Podemos hablar? 

Llamé a mi amiga aprovechando que los demás estaban concentrados preparando bebidas y snacks para empezar la pequeña fiesta. Ella asiente y se acerca a mi. 

— Quería disculparme por mi actitud de hace un rato… 

— No te preocupes, no pasa nada. 

— Discúlpame, no debí de comportarme así. Solo me preguntaste algo… 

— No pasa nada, tranquila. Entiendo cuando alguien no puede o no quiere hablar de algo personal. Prometo no indagar más sobre ese tema

— Gracias 

— Ustedes dos, vengan. Es hora de empezar

~.~

— La cosa está así, Ámbar… Vamos a jugar verdad o shot, este juego no tiene mucha lógica. Es como el clásico verdad o reto, solo que el reto se convierte en shot — me explica Alejandra — Te hacemos una pregunta, tú decides si la quieres contestar o te tomas el shot — asiento, entendiendo cómo va el juego — Cada uno de nosotros, tiene dos preguntas que hacerte, si decides tomarte dos shots por esas preguntas, quién te preguntó tiene que tomarse un shot porque no logró sacarte información ¿entiendes? 

Nunca Es Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora