-Capítulo 1-

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Victoria Bowen.

—¡Mamá, ya se va el camión!

Tomé mi maleta y el bolso de mamá para ya subir al taxi que nos esperaba afuera. Teníamos que ir lo más pronto al aeropuerto para tomar el vuelo a Dallas–Texas. Un camión de mudanza también se encontraba en la misma calle cargando ya lo último que quedaba en el interior de la casa, teniendo en cuenta que con unos cuantos días de anticipación uno ya había partido para allá con los objetos más pesados e importantes.

—¿Eso es todo, señorita? —uno de los hombres de mudanza se acercó a mí arreglando su gorra blanca con una sonrisa.

—Sí, muchas gracias.

—¿Con qué Dallas, eh? Está lejos, ¿no cree? —preguntó él con diversión.

—Pues sí... —Bajé la cabeza por un momento sin dejar de sonreír. En realidad, era un poco triste dejar aquella vieja casa, bueno... muy triste—. Pero será lo mejor para mi madre y para mí, además de que será una oportunidad de trabajo muy buena.

—¿En qué trabaja usted?

—Soy oficial de policía.

—¿Disculpe?

Era irritante ver a la gente contener la risa cada vez que mencionaba en que trabajaba, no era algo nuevo, pero ya enojaba y aburría que la gente reaccionara igual.

—Sí, soy policía —respondí cortante para acelerar el paso para dejar al contrario atrás— ¡Mamá, se nos hará tarde!

—¡Ya voy, Victoria Bowen! ¡Qué desesperación! —mi madre bajaba rápidamente las escaleras junto con su maleta azul que inmediatamente el joven de la mudanza se ofreció a llevar.

Mi madre era una mujer con rostro alegre y cariñoso, quien antes no estaba segura de tomar la decisión de mudarnos a Dallas. Primero, porque estaba muy lejos, segundo, dejar la casa en la que crecí y en la que ella y mi padre pasaron todo su matrimonio era difícil, rentarla nos daría un dinero extra pero lo que más dolía era recordar que mi papá compró esta casa para mi mamá y él cuando era muy jóvenes. Su esfuerzo, su determinación, su voluntad, su valentía y su amor... Todo me lo llevaba conmigo dejado la casa de todos formas.

—¿Por qué esa cara? —preguntó mi mamá llegando a mi par saliendo de la casa y quedándonos en el pórtico viendo el patio delantero y la calle.

—Se han vuelto a reír. —dije con vehemencia viendo hacia adelante fijando mi mirada en el muchacho de la mudanza para darle a entender a mi mamá de que mi molestia no era con ella.

Mamá miró hacia la dirección que le indicaba sólo con la vista y volvió a verme con detenimiento. Sonrió de manera atenuante a mi molestia.

—Preciosa... —dijo enganchándose con cariño a mi brazo—. Ya te he dicho que no debería importarte lo que piensan los demás de ti. —terminó diciendo suavemente.

—Lo hago, pero eso no borra el hecho de que molesta un poco.

—Tú fuiste capaz de pasar todo un entrenamiento y estudio para ser la oficial que eres e inclusive muy joven, recuerda que tu padre estaba muy orgulloso el día de tu graduación... —sentí como apoyo su cabeza en mi hombro identificándose triste, pero sin dejar de sonreír—. Recuerda eso cuando la gente reaccione así.

—Eso intentaré. —dije moviendo un poco mi cabeza para ver a mi mamá y sonreír un poco.

Nos dimos vuelta al mismo tiempo para ver la casa. Del mismo color de siempre, azul pálido con blanco. Desde ahí afuera se sentía tan vacío, sabía que todo lo que dejó papá se iba con nosotras en el extenso viaje uqe nos esperaba justo en ese instante.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora