Prólogo

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Ante la mirada horrorizada de los espectadores, una joven de apenas veinticinco años decidió quitarse la vida saltando desde lo más alto del edifico de departamentos en que vivía junto a una compañera.

La víctima, según mencionó su amiga, había pasado al menos un par de semanas en una profunda depresión, esto después de encontrar a su alma gemela. La joven, al parecer, estaba a seis meses de casarse con quien fuera su prometido durante un año. Sin embargo, al darse cuenta de que su tiempo estaba limitado, decidió romper con el compromiso y alejarse de su familia y amigos, compartiendo únicamente su hogar con quien fuera su compañera en la universidad.

<<De qué me serviría ir con ustedes, si a fin de cuentas moriré por no seguir a mi alma gemela>> expresó ella, antes de arrojarse al vacío para pesar de los rescatistas, quienes intentaron hacerla entrar en razón durante al menos una hora.

La muerte de la fémina es la tercera en ocurrir durante las dos primeras semanas del mes de octubre, acompañada por la de una pareja de veinte años, quienes decidieron suicidarse disparándose con armas de fuego después de enfrentarse a la idea de ser separados, debido a que el hombre desmejorara rápidamente después de negarse a buscar a su destinada, luego de que su luz se encendiera súbitamente durante un viaje.

Mientras tanto, la crisis que yace latente entre la sociedad respecto al tema de las almas gemelas parece no hacer más que acrecentarse. En recientes censos, las personas parecen cada vez más renuentes cuando a hablar del tema de los destinados se trata. Si bien, encontrar a un alma gemela en algún tiempo pareció algo maravilloso, hoy en día parece ser una epidemia que se expande sin cesar, mientras los humanos claman por elegir sus propios caminos, en vez de atarse a personas desconocidas por el simple hecho de preservar sus vidas.

Mientras la noticia de otra muerte más parecía extenderse como la pólvora entre los ciudadanos de Seúl, y sin duda el mundo, miradas y gestos de desaprobación surgían entre aquellos que, sin duda, desaprobaban completamente que su destino se rigiera por una maldita luz que se encendía con apenas cruzarse con la persona destinada.

Pocas cosas podían explicar los científicos sobre aquel singular suceso que era el que dos personas nacieran para estar juntas.

No parecía ser una regla universal el que aquellos que estaban unidos por lo que algunos llamaban destino tuvieran que encontrarse en cada vida que cursaran, mas cuando sucedía debían ser cuidadosos, pues lo que bien podía ser llamado infierno se desataba, consumiendo todo a su paso e importándole poco lo que se le cruzara en el camino.

Lo único que se sabía a ciencia cierta, y gracias a los miles de personas que alrededor del mundo cooperaban para ayudar a esclarecer los misterios que las almas gemelas suponían para la humanidad, era que, una vez te cruzabas con la persona destinada, una luz se encendía. Un brillo que surgía desde los más hondo del pecho, pero que sólo aquellos que debían ser pareja podían percibir. Aquello suponía un enorme problema, puesto que no era necesario establecer contacto físico o visual para que La Luz apareciera. Así pues, caminar a unos cuantos metros de tu alma gemela bastaría para que el cuerpo comenzara a establecer una cuenta regresiva letal.

La mayor preocupación de aquellos cuya luz aparecía de un momento a otro era encontrar a quien había causado dicho suceso, debido a que sólo la cercanía con su destinado evitaría la muerte.

Los científicos, luego de años de investigación y experimentación, pudieron determinar que los decesos de aquellos que hicieron caso omiso a la búsqueda de su alma gemela se deben a que el organismo comienza a liberar sustancias potencialmente tóxicas cuando La Luz se ha encendido. Estas se acumulan en el cuerpo a medida que los días transcurren lejos del destinado, y causan la muerte en tiempos que no se han podido definir del todo.

Gracias a que cada ser humano es diferente, el tiempo que una persona puede vivir sin encontrar a su alma gemela es variable. Se ha demostrado que puede ir desde un promedio de tres semanas a seis meses. Es prácticamente imposible determinar con certeza cuánto tiempo puede un humano sobrevivir desde que su luz se hace presente. Un método se ha presentado recientemente para ayudar a averiguar, con un ochenta porciento de certeza, cuántos días le quedan a un individuo antes de que el veneno que se desarrolla en su interior acabe con su vida. Sin embargo, esto no aporta ninguna tranquilidad a aquellos que no tienen la suerte de saber quién ha hecho que La Luz se encienda en sus pechos, y una medida de las semanas que les quedan de vida sólo les hace saber que deben apresurar sus carreras.

Una forma más ambigua de determinar el tiempo de vida, según aquellos que han sido lo suficientemente observadores con sus casos particulares, es la intensidad del brillo que escapa de sus pechos. Al parecer, a medida que el tiempo avanza y los destinados se encuentran separados, La Luz comienza a mitigar. No ocurre con la misma rapidez en todas las ocasiones, justo como con las toxinas, pero tampoco hay forma de saber si ese destello morirá más lento o rápido con cada hora que transcurra.

Aunado al problema que significa morir si no se está con la persona destinada, se encuentra el hecho de que las almas gemelas sólo pueden conocerse después de los dieciocho años, esta suposición es debida a que nunca se ha conocido el caso de una persona menor de esta edad que encienda La Luz. Por lo tanto, hoy en día, la sociedad se ve enfrentada a una gran cantidad de matrimonios forzados, divorcios y suicidios, gracias al rechazo que parecen sentir la mayoría de los ciudadanos por truncar sus vidas por su alma gemela.

Enamorarse no parece ser un requisito obligatorio, basta con vivir junto al destinado para evitar que el cuerpo comience su auto destrucción, por lo que algunas personas optan por sólo mantener una cercanía con su alma gemela, sin establecer lazos o relaciones.

Pero, incluso con todo lo malo que parece suscitar hoy en día el encontrar al alma gemela, buenas cosas parecen deparar para aquellos que tienen la suerte de enamorarse de sus destinados.

En investigaciones que se han realizado a parejas consolidadas de destinados, se ha encontrado que, una vez se enamoran, parecen unirse por lazos de hipersensibilidad hacia el otro. Pueden llegar a compartir recuerdos, pensamientos e incluso sensaciones, aun cuando se encuentran alejados. Hasta ahora sólo se han probado distancias de ciudades a otras, pero los científicos no dudan que estas personas pudieran seguir percibiéndose incluso si se encontraran en extremos opuestos del globo terráqueo.

Así pues, el debate continúa entre aquellos que consideran las almas gemelas como un castigo de las deidades, y aquellos que todavía piensan que son una bendición para la humanidad.

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