JiHoon recibió la bebida de aquel joven de cabellos dorados, cuyos ojos desaparecían ante la sonrisa que le brindaba. Y aunque no estaba acostumbrado a ello, ni se sentía completamente feliz, el castaño pudo sonreírle de vuelta con mayor alegría, apreciando enormemente la compañía de ese joven, que había conocido hacía casi un mes.
Mordió su labio inferior mientras tomaba el vaso de café con ambas manos, queriendo sentir el frío de este contra su piel. En ocasiones, se encontraba tan perdido en sus propios pensamientos, en cosas que no sabía si eran reales o una simple mentira, que las sensaciones eran lo único que le permitían centrarse en el mundo real; como el frío de un cubo de hielo, el dolor de una espina contra su piel, el calor de otras manos contra las suyas. Era extraño, pero esa era la manera en que vivía ahora, percibiendo aromas que le hacían sentir nostalgia, observando vidas ajenas para sentirse menos perdido en la suya propia.
Había tenido la oportunidad de salir junto a SoonYoung en un par de ocasiones, pues los señores Lee pensaban que tener pequeñas citas ayudaría a reforzar la relación que su hijo estaba construyendo con su futuro prometido. Así que, aun cuando todavía sentían un poco de recelo porque el alma gemela de JiHoon pudiera aparecer, sabían que el tratamiento con la cura se encontraba lo suficientemente avanzado como para que pudiera siquiera reconocerle si llegaban a cruzarse. Sólo restaba una dosis más antes de que la luz de su hijo se extinguiera y dejara de ser un completo estorbo en los planes que tenían para él, así que cada vez se sentían más victoriosos y seguros de que no habría ya nada que impidiera que aquellos dos chicos se comprometieran en un futuro cercano.
Mientras JiHoon bebía del café helado, y volvía a sumergirse en ese silencio tan propio de su persona, SoonYoung le observaba por momentos, no queriendo incomodarle. Mientras, la sonrisa que solía adornar sus labios se desvanecía, pues conocía perfectamente qué era lo que seguía de esa supuesta amistad que estaba formando con el castaño. Sabía bien que, en apenas unos días, tendría que declararse a Lee JiHoon; y que sólo bastarían unos cuantos meses para hacer oficial su compromiso. Quizá ni siquiera tendrían la oportunidad de terminar la universidad antes de dar el sí frente al altar, debido a la urgencia que sus familias tenían por volver completamente formal esa relación. Su madre no se lo había explicado con esas palabras, pero él comprendía perfectamente el hecho de que debían aprovechar todo lo que pudieran la vulnerabilidad en que su compañero se encontraba, que tenían que sacar partido de cada momento de confusión que JiHoon tuviera, de cada pequeña duda que se instaurara en su mente, porque sólo así comenzaría a ser partícipe de la mentira sin apenas cuestionar nada.
Y eso estaba comiendo vivo a SoonYoung, pues no sabía si podría poner una rodilla en el suelo para declarar a ese chico un amor que no sentía. No sabía si tenía la fortaleza que se requería para inventar una mentira tras otra para cada pregunta que JiHoon tuviera en un futuro. Peor aún, ni siquiera sabía cómo reaccionaría el menor ante su petición de noviazgo, pues, aunque no pudiera recordar nada ya, y hubiera sido completamente engañado, tal vez todavía podría ser consciente de que todo ese teatro era completamente erróneo, de que no se suponía que fuera con él con quien debía pasar la vida.
Había tantas cosas que SoonYoung quería saber sobre el alma gemela de JiHoon, sobre el tiempo que pasaron juntos y las cosas que descubrieron a medida que se conocían. Quería saber cómo era amar a un destinado, si eran ciertas aquellas cosas que las personas hablaban sobre la hipersensibilidad y la intensidad de la luz cuando las almas gemelas desarrollaban sentimientos por el otro. Pero debía callar, no sólo por la prohibición de sus padres, sino por el propio bien del castaño. ¿Qué pasaría si el más bajo se enteraba de lo ocurrido? ¿Podría causarle algún daño irreparable? SoonYoung simplemente no podría vivir con la idea de haber causado algún mal a JiHoon, y por ello era que guardaba todas sus dudas para sí mismo, y esperaba que cuando llegara el momento de encontrar a su destinado, no sintiera la necesidad de resolverlas; aunque sabía que eso era prácticamente imposible.

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Red lights
FanfictionDonde una luz se enciende en las personas al encontrar a su destinado. En un mundo donde la sociedad está en crisis debido a las almas gemelas, un estudiante de medicina enciende La Luz en la persona menos esperada.