Capítulo 15

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JiHoon abrió los ojos para encontrarse primeramente con su luz iluminando el interior de las mantas, y después, con que era otro día nublado que no les brindaría especiales momentos de sol.

Su habitación se percibía ligeramente entre penumbras, así que después de estirarse y bostezar una vez más, se levantó para abrir las cortinas, observando una mañana lúgubre en la ciudad. Lo único bueno de ese clima era que podía tomar bebidas calientes todo el día y quedarse envuelto en una manta mientras leía o veía televisión.

Su estómago hizo la primera petición de comida del día y supo que era momento de bajar, esperando ya poder encontrar el habitual desayuno que SeungCheol le dejaba. Aunque, al mirar el reloj, se percató de que era un poco temprano, recién las siete treinta, por lo que no sabía qué esperar. Sin embargo, si su destinado todavía no se marchaba, bien podía sólo comer algo de pan con mermelada o calentar algunas sobras en el microondas.

Se giró para dirigirse a la puerta, pero lo primero que vio fue la lámpara junto a su cama. Estaba apagada, mas le era imposible recordar si se había quedado encendida o no la noche anterior. Sin embargo, no era un asunto vital para el castañito, así que lo dejó pasar.

JiHoon abandonó su habitación todavía vistiendo su pijama y con los cabellos alborotados, pues hacía un tiempo que él y SeungCheol se sentían con un poco más de libertad y se mostraban completamente desaliñados al otro, caminando perezosamente y terminando de espabilarse, cuando un sonido inusual le hizo detenerse en su camino.

Inicialmente pensó que quizá pudo escuchar mal, ¿por qué habría de producirse un sonido así si en esa casa sólo se encontraban su "guardaespaldas" y él? Y, al menos por lo que sabía, ese hombre moriría antes de admitir que algo le dolía, por lo que escuchar ese pequeño quejido le pareció extraño. Así que casi había vuelto a la calma, impulsado por sus pensamientos sobre lo poco que conocía a SeungCheol y su enorme fortaleza, cuando se produjo otro gemido, y esta vez una sola palabra le acompañó.

¿SeungCheol estaba diciendo que no?

El castaño frunció el ceño y volvió a caminar en completo silencio, aguzando el oído, mientras el moreno continuaba negando algo que sólo él podría saber qué era.

Para cuando estaba a unos pasos de la habitación del mayor, JiHoon no pudo soportar más la tensión que el suspenso de no saber lo que estaba ocurriendo en ese sitio le causaba y corrió hasta alcanzar la puerta, tocando varias veces.

—SeungCheol —llamó, golpeando la madera y esperando una respuesta. Pero nada ocurrió

Volvió a tocar un par de veces más, pero sólo escuchó otro gemido, que se percibía doloroso, por parte del mayor.

—SeungCheol, soy yo, por favor abre —pidió, su voz llenándose de preocupación, mientras estrujaba sus manos—. Maldita sea

Mordió su labio inferior y miró en dirección a las escaleras. No sabía qué podía hacer, no podía llamar a la policía, si resultaba no ser nada estarían llamando la atención en vano, además de que era el azabache quien resguardaba el teléfono que compartían. Ir a buscar un arma tampoco era una opción, pues recién había aprendido a disparar el día anterior, y si algo malo sucedía ahí adentro no quería arriesgarse a herir a su alma gemela.

Así que sólo podía entrar a ese lugar y, si algo sucedía, esperaba que SeungCheol tuviera un arma a la mano para que al menos pudiera ayudarle.

—Voy a entrar —avisó por fin, apretando los dientes y girando la perilla.

Abrió sin más, incluso cuando aquel hombre le había prohibido esa acción tajantemente en un inicio, y lo que encontró no era en absoluto lo que esperaba ver.

Red lightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora