JiHoon terminó de acomodar los gemelos en los puños de su camisa, y un suspiro de nerviosismo abandonó sus labios mientras observaba su imagen en el espejo. Su aspecto era elegante, pero no dejaba de transmitir un aire de ligera despreocupación, algo inusual en él. Vestía un costoso traje oscuro y una camisa clara, sus cabellos estaban peinados y sus manos sudaban ligeramente ante el pensamiento de lo que estaba por hacer.
Al pensar que se quedaría encerrado en casa durante todos los días que tuviera que pasar en América, naturalmente no empacó ningún traje ni ropa formal. No era como que pudiera usar corbata para ir de su habitación a la cocina; mas iba a necesitar algo mucho más que un cómodo pijama para lo que tenía pensado llevar a cabo junto a SeungCheol, así que había ido junto a su destinado a un buen sastre y ahora tenía un traje hecho a la medida, que costaba quizá lo suficiente como para alquilar un pequeño departamento en esa ciudad. Y aunque el propósito de esas prendas era completamente diferente a todo lo que había hecho cuando vestía traje antes, no se sentía fuera de lugar. El cambio en su apariencia, e incluso en su mirada, no le resultaba extraño. Era como si estuviera complementando las propias acciones de su amado.
Dio una última mirada a su reflejo, acomodando uno de sus cabellos galleta que estaba fuera de lugar, al menos hasta que escuchó unos pasos acercarse a él.
—¿Estás listo, Ji? —cuestionó SeungCheol, bajando del auto mientras ajustaba el nudo de su corbata.
JiHoon debía admitir que todavía no se acostumbraba a ver a su alma gemela en esa faceta. Quitaba el aliento, así de simple. Parecía vestir el traje como una segunda piel, y sus movimientos eran despreocupados y seguros, probablemente producto de toda la experiencia que tenía en ese campo.
—No tienes que entrar si no te sientes seguro de ello —dijo el azabache, acercándose a él para acariciar su rostro—. Si quieres puedes esperar en el auto, este sitio es seguro y me daré prisa.
Pero ya habían viajado suficientes horas para estar ahí, JiHoon se había esmerado en no parecer un niño asustado y no iba a retroceder sólo porque era su primera vez encontrándose con criminales de categoría. A fin de cuentas, SeungCheol tenía razón; aquellos no eran más que negocios con distintos nombres, y lo que sucediera con esas cosas después no era asunto de ninguno de los dos.
—No, estoy listo —aseguró, sin el más mínimo atisbo de miedo en su voz.
El moreno sonrió con orgullo, observando la seguridad que su destinado solía tener cuando de la escuela o el trabajo se trataba. Un mundo entero de posibilidades se escondía en esos ojos marrones, y descubrir cada una de éstas en distintas circunstancias era exquisito.
SeungCheol tomó un par de armas y entregó una a JiHoon. Hacía tiempo que el menor podía arreglárselas con distintas armas. Había dejado ya el pequeño revolver con que se había sentido más cómodo al practicar al inicio, y ahora sentía más aprecio por las armas semiautomáticas. El más bajo guardó la suya en el cinturón, justo como su destinado le había enseñado, y caminó a su lado hasta la entrada que se encontraba más allá del lugar donde habían estacionado, en esa especie de bodega que parecía completamente abandonada, pero que ocultaba un enorme imperio de millones de dólares.
Lee JiHoon estaba a punto de inspeccionar su primer cargamento de armas.
Procuró no tomar la mano de su destinado mientras se conducían en ese lugar. SeungCheol le había dicho que no existía problema alguno si mantenían contacto, pero él prefería no arriesgarse.
El azabache le había explicado ya los pormenores de ese negocio, pero no estaba mal repasar el plan una última vez, sólo en caso de que tuviera que formar parte de una manera en que no habían previsto.

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Red lights
FanfictionDonde una luz se enciende en las personas al encontrar a su destinado. En un mundo donde la sociedad está en crisis debido a las almas gemelas, un estudiante de medicina enciende La Luz en la persona menos esperada.