SeungCheol suspiró mientras se cruzaba de brazos y observaba a través de los enormes cristales del aeropuerto.
El ajetreo a su alrededor les ayudaba a camuflarse adecuadamente. Pasaban desapercibidos mientras esperaban a ser llamados para abordar su vuelo, era como si nada los distinguiera del resto de los viajeros que les rodeaban, como si en unas cuantas horas no hubieran planeado todo un viaje con tal de huir de la muerte.
El azabache miró una vez más la enorme cantidad de equipaje que llevaba consigo, al igual que JiHoon, cortesía de Mingyu. Fue gracias a su único amigo y persona de confianza que pudo obtener lo necesario para marcharse del país durante un tiempo indefinido.
Sabiendo que no podía volver a casa, recurrió a él para que pudiera ayudarle a tomar algunas cosas de uno de sus departamentos, al menos las suficientes para poder vivir el par de meses que pasarían fuera, si era que la investigación de los doctores Lee no se retrasaba y les obligaba a permanecer en América durante más tiempo. SeungCheol no se consideraba una persona en absoluto religiosa, pero en serio rogaba a los dioses para que ello no sucediera. Ni siquiera podía tolerar estar cerca de JiHoon, cómo demonios se suponía entonces que podría convivir con él durante tanto tiempo.
Pero, por supuesto, eso a la luz roja que brillaba en su pecho le importaba un demonio.
Suspiró con cansancio y regresó a su asiento junto al castaño a regañadientes, pues se encontraba cansado. Era temprano, el sol recién comenzaba a asomar por el horizonte, y de ninguna forma había podido conciliar el sueño en casa de su destinado, así que se sentía de mal humor debido a la considerable falta de horas de descanso que había tenido desde que La Luz se encendió en su ser.
Vestía de negro, un sombrero le ayudaba a ocultarse ligeramente, pero no lo suficiente como para resultar llamativo. Sólo JiHoon procuraba cubrir su identidad con una bufanda, pues el clima era frío, y no podían permitir que nadie supiera qué era lo que planeaba junto a él.
Su jefe todavía no había enviado mensaje alguno, pero SeungCheol no dudaba de que apenas el sol terminara de iluminar el cielo recibiría una llamada suya. Aunque ya no tenía certeza de si aquello ocurriría o no, pues había dejado su celular en casa de los doctores Lee, y ahora él y JiHoon tenían un solo teléfono, a través del cual se comunicarían durante su tiempo de ausencia, todo con tal de evitar que cualquier persona pudiera rastrearles una vez salieran del país. Las cosas eran demasiado complicadas y le frustraban, y un terco castaño que sólo parecía querer llevarle la contraria en todo momento con tal de ver qué tanto podía desesperarse tampoco ayudaba en absoluto a su humor. Ese mocoso era demasiado difícil de manejar, y le hacía sentir como si fuera sólo una niñera mal pagada. Era una pena que no pudiera llevar armas consigo y que no pudiera meter una bala en ese pequeño cráneo en cuanto le hiciera perder los estribos, pero esperaba que uno o dos golpes le ayudaran en un futuro a mantener a Lee JiHoon a raya.
Quizá cuando todo aquello terminara y su existencia no dependiera más de la del menor podría encargarse de él.
El número de su vuelo fue anunciado a través de los altavoces y se sintió aliviado mientras se levantaba para pedir a los ayudantes en el aeropuerto que llevaran sus maletas y las de su destinado, acercándose después a éste y escribiendo un mensaje para las doctores Lee, avisándoles que podían retirar ya a toda la seguridad que habían enviado a ese sitio para asegurarse de que nadie pudiera hacerles daño, o de que el mismo SeungCheol no acabara con su retoño antes de tiempo.
SeungCheol había sido muy claro al pedirle a JiHoon que se mantuviera cerca suyo para evitar cualquier percance. No podía darse el lujo de perder a ese chico de corta estatura entre la multitud, su propia vida dependía de que él continuara respirando. Sin el hijo de los Lee a su lado moriría en algunos días, así que cumpliría su palabra de sacarle a salvo de esa situación. Sin embargo, aquel terco castaño parecía mucho más dedicado a hacerle la existencia imposible tantas veces al día como fuera posible. Se adelantaba a él por algunos metros, escabulléndose entre las personas como si cualquiera ahí no pudiera ser un ayudante de la mafia. Era rápido para haber sido herido por una bala de buen calibre.

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Red lights
FanfictionDonde una luz se enciende en las personas al encontrar a su destinado. En un mundo donde la sociedad está en crisis debido a las almas gemelas, un estudiante de medicina enciende La Luz en la persona menos esperada.