Una lágrima recorrió el rostro de JiHoon, mientras sus orbes volvían a enfrentar al azabache frente a él, quien de nuevo apretaba los párpados para evitar continuar con aquello. Ver al menor llorar era más de lo que necesitaba soportar. Sus recuerdos por sí solos eran suficientes, no necesitaba también el cargar con la pena de ese joven.
Debido a que SeungCheol se sentía incapaz de poner en palabras todo lo que había ocurrido en todos sus años de vida, JiHoon pensó que sería mejor usar esa conexión que el ser almas gemelas les brindaba.
Así que las manecillas del reloj habían avanzado considerablemente a través de las horas, mientras Lee JiHoon se sumergía entre las dolorosas memorias de ese hombre, aventurando en su infancia, su posterior y muy solitaria adolescencia, y aprendía un poco de qué le había llevado a ser la persona que era en ese instante. Veía al niño dolido que era, al adolescente abandonado y al asesino que llevaba consigo una tristeza abrazadora. Podía percibir cada sentimiento, cada lágrima, cada grito y deseo de desaparecer del mundo. Por su mente figuró cada pregunta que SeungCheol hizo al universo para intentar comprender por qué debía vivir en la manera en qué hacía, y podía comprender todas las veces que quiso terminar con esas dudas que le robaban el sueño y hacían su corazón doler.
SeungCheol abrió los ojos poco a poco y observó al menor con disculpa, mientras su diestra atrapaba esa pequeña gotita salada. Le alegraba al menos haber encontrado la forma de expulsarle de sus pensamientos. Le ahorraba conocimiento innecesario.
Acababa de mostrarle a JiHoon una de las muchas ocasiones en que su madre, con la razón perdida entre el alcohol o alguna droga, le sacaba a rastras de debajo de su cama para castigarlo por la falta de licor en su hogar, como si un niño de seis años pudiera tener responsabilidad alguna por ello.
El castaño había intentado no dar ninguna expresión ante lo que le era mostrado, pero dolía, realmente dolía, y sabía que esas sensaciones probablemente no eran ni la mitad de torturantes de lo que debieron ser para SeungCheol en su momento. El dolor físico nunca es memorizado del todo, pero los gritos que escuchaba a medida que cigarrillos ardiendo eran presionados contra su ser eran suficiente para saber las magnitudes de dolor que debió experimentar su destinado.
—Es suficiente —susurró SeungCheol, su voz sonando entera, incluso cuando rememorar todo eso le hacía daño.
JiHoon admiraba cómo su expresión podía apenas denotar algo de pesar, incluso cuando tenía tanto sobre sus hombros.
—¿Por qué? —preguntó él.
No se refería al motivo por el que debían terminar esa sesión, sino a las acciones de esa mujer que, se suponía, debía ser quien protegiera al azabache. ¿Qué la impulsaba a hacerle daño de esa manera? ¿Por qué odiaba tanto a un niño que no hacía más que tragarse todos sus sentimientos con tal de no perturbarla? ¿Qué le había hecho lastimar a su propio hijo esa noche?
SeungCheol sólo pudo negar ligeramente mientras sus hombros apenas se elevaban. Él también se hizo esa pregunta mil veces a lo largo de su infancia y adolescencia, pero al convertirse en un adulto había comenzado a resignarse a nunca tener una respuesta.
—A veces ella se iba durante días y noches enteras, y yo me quedaba solo en casa. Tampoco solía pagar las facturas, por lo que no teníamos electricidad en muchas ocasiones. Entonces aprendí a ver a la oscuridad más como una compañera que como una enemiga, porque a veces, cuando ella volvía por la madrugada demasiado ebria o drogada, y se daba cuenta de que las luces no encendían y que no había más basura qué consumir, enfurecía. Entonces yo podía ocultarme en los rincones oscuros, y ella no podía encontrarme para hacerme daño. Sólo escuchaba sus gritos y maldiciones hasta que caía rendida, y entonces yo también podía dormir en mi escondite, hasta que el sol se llevara a mi aliada y tuviera que ver a mi madre de nuevo —fue lo único que el mayor pudo explicar.

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Red lights
FanfictionDonde una luz se enciende en las personas al encontrar a su destinado. En un mundo donde la sociedad está en crisis debido a las almas gemelas, un estudiante de medicina enciende La Luz en la persona menos esperada.